Sin anticipar o comentar de momento los resultados de la heroica y desigual contienda que en estos días tiene lugar en Ucrania, pienso que el nombre Zelensky y su inflexible resistencia a las afiebradas intenciones de Putin serán ineludibles en la evolución e historiografía de Europa oriental.
Nacido como judío en un marco nacional y cultural modelado por la cultura rusa, Vladimir O. Zelensky se inclinó desde su temprana adolescencia a asentarse en Israel. Sin embargo, su madre ingeniera y el padre Alexander – un celebrado estudioso de las ramas de la cibernética- desarmaron esta aspiración y le indujeron a dar prioridad a estudios universitarios en Ucrania.
Más tarde, como ágil y atrevido bailarín Vladimir ganó escenarios y dilatado público, circunstancia que en los últimos cinco años y en desigual contexto se tradujo en amplio apoyo a su desempeño como líder de un país hoy salvajemente agredido.
Nunca olvidó que su abuelo Semyon y sus hermanos lucharon contra los invasores nazis y que conocieron la muerte en los campos de concentración. Y no es accidente que algunos de sus cercanos asesores dominan el hebreo y mantienen nexos personales con Israel sin lesionar la firme lealtad al país donde han nacido.
Con acertadas razones, Zelensky no ha considerado prudente llegar a Israel en visita personal u oficial como lo ha hecho reiteradamente en Washington y en países europeos. Actitud que Jerusalén bien comprende.
En estas inciertas horas es difícil anticipar el destino personal de Zelensky y la suerte de su país. En cualquier caso, la heroica resistencia que hoy revela bien refleja antecedentes y peripecias en su vida.