El caminar hoy por la Roma y la Condesa es muy diferente a lo que era hace no mucho.
En algunas calles de estos históricos barrios de Ciudad de México, la gente avanza esquivando sillas y mesas de las múltiples terrazas de restaurantes y cafés en donde se escucha una mezcla de español e inglés muy llamativa.
Las pantallas de quienes hacen home office (teletrabajo) aparecen cada tanto en los locales de la calle Durango. Mujeres y hombres hacen jogging (trotan) en el circuito de la avenida Ámsterdam.
El antes discreto mercado Medellín ahora tiene guía de turistas. Y algunas de las antiguas vecindades o condominios ahora se identifican como coliving.
Si bien caminar por estas colonias, llenas de arquitectura y frondosas en árboles, es como estar en un oasis en el paisaje gris de concreto de la mayoría de los barrios de Ciudad de México, la vida ahí ha cambiado notablemente en los últimos meses.
La pandemia de covid-19 significó para muchos una crisis económicaque llevó a casi un 30% de los capitalinos a mudarse de las casas que rentaban o pagaban con hipotecas, según un reciente estudio (UNAM-HIC-AL).
Pero para otros ha sido un momento de oportunidad.
Los nuevos habitantes de la Roma y la Condesa, buena parte de ellos extranjeros, se mudaron a estos barrios «mágicos», como suelen describirlos, de la capital mexicana.
¿Algo positivo o negativo? Depende de qué lado estés en un fenómeno llamado «gentrificación».
«Víctimas de su propio éxito»
La gentrificación, explica el profesor de urbanismo y consultor Daniel Pérez, es un proceso que se da con frecuencia en sitios muy deseados para vivir, en cualquier parte del mundo.
Es el caso de las colonias Roma y Condesa en Ciudad de México.
Cuando un barrio por su ubicación, arquitectura, oferta de servicios y transportes se vuelve atractivo para gente de mayores ingresos, quien se queda a vivir ahí es quien puede pagar más.
«Y no solamente es que habiten nuevas personas, sino que comienza a haber comercio dirigido a ellos«, explica Pérez. «Tienen restaurantes, galerías y otras cosas que atraen a estas personas».
La llegada de grupos de habitantes con más alto poder adquisitivo revitaliza la zona, genera espacios más afines a sus gustos hasta que el fenómeno alcanza un punto máximo en el que se pierde el interés o el atractivo que originalmente tenía.
«Estas zonas son víctimas de su propio éxito», considera Pérez.
Y es un ciclo. Si bien hoy son los extranjeros los que están ocupando muchas viviendas en esta zona de Ciudad de México, antes lo fueron otros grupos, nacionales y extranjeros.
Quienes se van de esas zonas, generan un efecto dominó en otros barrios a los que llegan en el lugar de otros.
Crisis de vivienda
La principal consecuencia es un efecto de desplazamiento de la población original.
«Si rentan, les suben la renta porque hay otras personas dispuestas a pagar una más alta. Pero también los servicios se comienzan a encarecer porque hay quien paga más. La crítica a esto es que es una forma de expulsión de la población local», señala Pérez.
Según la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios de la ciudad (Ampicdmx), las rentas se incrementaron al menos un 15% en la Condesa y la Roma, donde un apartamento pequeño supera los US$750 por mes. Los más grandes y deseados oscilan entre US$2.000 y US$3.000.
El sueldo mínimo general en México es de unos US$410 al mes.
El precio promedio de venta de un apartamento en la zona no es menor a 6 millones de pesos (US$300.000), mientras que en el resto de la capital es de alrededor de 2,6 millones (US$130.000).
Laura Zazueta, presidenta de la Ampicdmx, afirma que no hay una crisis de vivienda en la zona, pues hay muchos espacios disponibles, a pesar de que «los precios están muchas veces fuera de mercado».
«Hay mucha gente que no les urge tanto la colocación de sus rentas o ventas y esperan a que alguien pague sus precios. Y lo consiguen aunque tarden un poco más».
Pero la población más antigua de esos barrios sí ve una crisis.
Mayela Delgadillo, de 51 años, ha sido testigo del aumento de rentas y el encarecimiento de la zona en los últimos 20 años que ha vivido la colonia Roma.
Ella y otros vecinos conforman una organización que se opone a las inmobiliarias que, asegura, compran indiscriminadamente los terrenos para construir edificios de apartamentos que en muchos casos están vacíos por meses y meses.
Para ella, la crisis no es por falta de disponibilidad de vivienda, sino por lo inaccesible que es para la mayoría.
«Se construye para el mercado, pero no para la necesidad de la gente. La vivienda ahí está, pero nadie puede pagarla», dice al poner como ejemplo un edificio frente al suyo que tiene meses vacío.
Recuerda que en la década de 2000, una casa de dos habitaciones -construida para los empleados de los ricos que vivían en la Condesa hace un siglo- era rentada por amigos suyos en unos 2.000 pesos de la época (unos US$200).
«A la hora que encareces el costo del suelo también encareces el costo de las tintorerías, ferreterías, zapaterías, etcétera., y estamos llegando a un grado de que ya no hay comercios locales por la especulación del suelo».
«Vecinos de la colonia ayer se estaban quejando de que no aguantan el ruido. La gente que vivía al lado se fue porque ya no pudo aguantar el escándalo de cinco antros (clubes nocturnos) alrededor».
Pérez se refiere a esto cuando dice que son «víctimas de su propio éxito», pues la oferta de recreación, por ejemplo, termina por ser excesiva.
La gentrificación es un fenómeno en muchas otras metrópolis del mundo y en los últimos dos años se conjugó con la crisis económica que generó la pandemia de covid-19.
El estudio UNAM-HIC-AL indica que 55% de las personas en su investigación en todo Ciudad de México afirmaron haber enfrentado dificultades para pagar la renta o la hipoteca durante la pandemia, y el 32% tuvo que mudarse de vivienda
Y en el caso de la capital mexicana, genera problemas adicionales.
«Después de las perforaciones para hacer edificios altos, el terreno se hace altamente inestable, por eso hay socavones, huecos en calles como Medellín, Monterrey o Álvaro Obregón», asegura Delgadillo. «Por eso estamos aterrados todos».
«Extranjeros covid»
Para quienes viven el fenómeno desde la otra cara, mudarse ahí ha mejorado su calidad de vida.
Raquel Heredia, una estadounidense que vivía en California hasta 2019, explica que su idea de visitar CDMX por una semana se ha transformado en más de dos años de amor por la capital mexicana.
«Estaba con unas amigas, salimos a comer, a los museos y dijimos ‘guau, esta ciudad es deliciosa, es barata’. Y se siente una paz que yo no tenía en San Francisco», cuenta en una videollamada.
«Cuando puedes encontrar otros lugares donde la vida mejora, te quieres quedar. Y gente ha venido a México a redescubrirlo. Mucha gente no pensaba en Ciudad de México, sino en destinos de vacaciones. Pero la pandemia trajo un cambio de mentalidad».
Las cifras oficiales de migración muestran un claro aumento entre 2019 y 2021 en las peticiones de residencia permanente de extranjeros, al pasar de 40.000 a casi 70.000 en ese periodo.
También hubo un aumento de 15% en el otorgamiento de residencias en Ciudad de México, siendo los estadounidenses y canadienses el grueso de solicitantes.
Tan solo el año pasado, el país fue visitado por 10 millones de EE.UU. en 2021, año que fue el destino número uno en el extranjero para esos viajeros. Y su permiso de estancia por turismo o negocios de 6 meses les facilita su permanencia en el país.
Muchos de esos «extranjeros covid», como les dice Heredia, se han quedado a vivir en Ciudad de México.
La joven optó por convertirse en una líder local de los que llama Big Cities Refugees, o «refugiados de grandes ciudades». Organiza reuniones y actividades y gestiona 15 grupos de WhatsApp de la comunidad en las colonias Roma y Condesa.
«Son gente de San Francisco, Nueva York, Chicago, Los Ángeles. Es gente que amaba esas ciudades en tiempos normales, pero durante la pandemia ya no había nada que hacer y se volvieron tan caras. No puedes vivir igual que antes», explica.
«Viven en una burbuja»
«Háganse un favor y hagan teletrabajo desde Ciudad de México, es realmente mágico».
Ese fue un simple mensaje que publicó en Twitter una estadounidense que visitaba México por unos días y causó un debate nacional en febrero pasado sobre la presencia de extranjeros y los efectos económicos y sociales que causan.
Muchos opinaron que los visitantes «viven en una burbuja», sin integrarse a la cultura mexicana ni respetar normas sociales, incluidas cosas simples como el uso de mascarillas para evitar la covid-19.
«Me parece que el tema no va por la xenofobia. Pero la realidad es que son élites con capitales, que vienen a desplazarte, porque tú no puedes pagar para conservar un sitio», dice Delgadillo.
Ella asegura que evita salir a comer a los restaurantes a su alrededor. Otros se consideran discriminados en los sitios de moda que buscan a clientes de mejores ingresos, como los extranjeros.
Heredia reconoce que «hay mexicanos a los que no les gusta tanto que haya tantos extranjeros» por el problema del alza de precios; «es una realidad», dice. «Pero hay otros que sí, que ven el amor de tanta gente de otros lados por este país».
«Yo he estudiado mucho la gentrificación y está pasando en muchos lugares. Personalmente no puedo detenerla, pero como líder de la comunidad puedo motivarlos a que [los extranjeros] sean lo más responsables que puedan ser cuando vivan aquí», dice.
En las calles han comenzado a aparecer pegatinas y carteles de una campaña llamada Good Guest Collective -creada por mexicanos y extranjeros- para que los nuevos residentes adopten las medidas sanitarias locales.
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Delgadillo también opina que «el problema no es el extranjero, sino la calidad de la gente que habita».
«Porque un extranjero puede apreciar muchas cosas de cultura y otras cosas que un nacional. Pero la gente que llega solo a la fiesta, en poco tiempo se va».
Heredia, por otro lado, destaca la derrama económica y de inversiones que beneficia a la zona y que se expande hacia el mejoramiento de otras zonas vecinas o no de la Roma y la Condesa para el mejoramiento social y urbano.
«Hay muchos extranjeros que no salen de esas áreas, sí es una burbuja. Pero también no todos son así. Y puede haber varias razones», explica.
«En estas zonas puedes encontrar más gente como tú. Y es una zona ideal para empezar. Te vas a sentir más cómodo, aprendes a moverte en la ciudad y buscar otras áreas. Y así ese punto inicial se expande a otras zonas», continúa.
«Para nadie en el mundo es fácil mudarse de país».
Inmoral o ilegal
El profesor Daniel Pérez advierte que los extranjeros no están haciendo nada ilegal.
En la lógica de mercado, los propietarios de inmuebles en la zona están en su derecho de rentar a quien mejor les pague. Incluso los dueños de viviendas y terrenos que venden sus propiedades con valor arquitectónico histórico a inmobiliarias no tienen limitaciones.
El debate cae en el terreno de lo que cada persona considera moral y aceptable.
«Hay países donde sí hay más restricciones, más candados a estas transacciones, lo cual entonces puede mitigar estos efectos. Pero en el caso de la Ciudad de México eso no existe«, explica.
«Es algo a lo que se tiene que poner atención, pero cuidando que no se caiga en el rechazo a los extranjeros simplemente porque tiene los recursos para pagar, sobre todo en esta sociedad que se polariza».
Para él, muchos habitantes de Ciudad de México y otras urbes con estos problemas también deben ocuparse de plantear a las autoridades el mejoramiento de los barrios en general, en lugar de solo poner atención en los más llamativos de siempre.
«Si queremos evitar la gentrificación, tenemos que tener un oferta significativamente mayor de vivienda asequible con la participación del gobierno y el sector privado. Mejoramiento significativo de la ciudad en su conjunto», apunta.
«Que la pelea no sea por dos o tres barrios, sino por los milesque hay, que todas tengan mejores condiciones».
fuente:bbcmundo