La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha cumplido su primer año y en el país americano persiste cierta noción de que es necesario enfrentar el ascenso global del gigante asiático.
No es una idea compartida por todos; de hecho, distintas encuestas señalan que los aranceles que el presidente Donald Trump impuso a productos chinos carecen de apoyo mayoritario en su propio país.
Pero las tarifas de Trump despiertan más simpatías en su Partido Republicanoy son defendidas por autores como Greg Autry, que en 2011 publicó junto con el hoy asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, el libro «Muerte por China».
El texto, que dio origen a un documental homónimo narrado por el actor Martin Sheen, sugería desde antes del gobierno de Trump que se debía confrontar a Pekín como una amenaza directa a los intereses de EE.UU.
Ahora esa línea de pensamiento parece prevalecer en la Casa Blanca. Pero, ¿cuál es su sustento?
Autry lo responde en una entrevista con el BBC Mundo y sostiene que la estrategia de Trump frente China es redituable, a contramano de varios economistas inquietos por los riesgos que presenta la guerra comercial para la economía de EE.UU. y global.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con este profesor de emprendimiento de la escuela de negocios de la Universidad de Southern California, partidario de la reforma comercial y experto en la industria de vuelos espaciales comerciales que integró el equipo de transición de Trump en la NASA.
¿Por qué apoya la estrategia agresiva del presidente Trump hacia China?
Los resultados han sido sumamente positivos. Los aranceles y, en general, la discusión agresiva y honesta de Trump sobre la manera en que China trata a EE.UU. y a sus socios comerciales globales están presionando a muchos productores chinos.
La economía china sufre ese ataque y casi no vemos resultados negativos para EE.UU.: la inflación sigue baja, por lo que todo lo que se habla del aumento de precios al consumidor simplemente no es cierto, el gobierno tiene ingresos significativos de los aranceles de 25%, muchas empresas estadounidenses y otras compañías occidentales están retirando su producción de China… Así que hubo una presión realmente efectiva.
¿Qué tiene de malo China?
Es difícil decirlo en este corto tiempo, pero empezaría con el millón de uigures (musulmanes) encerrados en campos de concentración para eliminar su religión a la fuerza, el hecho de que China tiene una disputa fronteriza con cada uno de de sus vecinos, que se está armando para esencialmente luchar la Tercera Guerra Mundial por esas agresivas expansiones fronterizas y para repeler a la Séptima Flota de EE.UU. del Océano Pacífico… Esas son las mayores razones.
Entre las razones más pequeñas, no han cumplido con los compromisos que aceptaron al unirse a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para cambiar sus normas internas sobre acuerdos de transferencia de tecnología y manipulación monetaria.
No son un actor en el escenario mundial que siga el estado de derecho y representan una amenaza para los estándares globales que progresaban tan bien tras el fin de la Guerra Fría.
El gobierno de EE.UU. ha declarado una crisis en la frontera con México y tiene centros de detención para inmigrantes que son considerados «campos de concentración» por expertos. Entonces quizá no haya un país perfecto. ¿Por qué China?
No tengo ninguna seguridad de que EE.UU. sea un actor perfecto. Pero lo bueno es que en EE.UU. los estadounidenses e incluso las personas de otros países pueden venir y protestar por nuestro comportamiento.
Si el público estadounidense no siente que las políticas internas del presidente se apliquen adecuadamente, lo reemplazarán en la próxima elección. En China eso no sucede.
China tiene una larga historia de expansión territorial agresiva No estoy aquí para defender la agenda doméstica del presidente (Trump), pero hay una diferencia entre intentar controlar la transferencia ilegal de personas y bienes a través de una frontera existente e intentar expandir tu frontera en territorios de otros.
¿Cree que Trump es el primer presidente de EE.UU. que enfrenta a China de la forma debida?
Es el primer presidente que lo hace desde el gobierno de Nixon, cuando abrió las relaciones de EE.UU. con China con la esperanza de que ese país se liberalizaría y por una razón estratégica contra la Unión Soviética, que fue una buena elección.
Pero, tras la falta de enfrentamiento de George H.W. Bush ante los chinos por la masacre de la plaza Tiananmen, EE.UU. falló en hacer lo correcto y fue una vergüenza.
El presidente Clinton criticó a George H.W. Bush por Tiananmen, pero apenas entró se unió a los chinos, trabajó para darles el estatus de nación más favorecida y los puso en fila para la OMC.
El presidente George W. Bush fue cómplice de flanquearlos en la OMC. Y el presidente Obama estaba dormido al volante, dando cenas estatales a estas personas y alabándolas mientras continuaban su represión en China y su expansión militar.
Trump es el primer presidente que se planta y llama a las cosas por su nombre, de la misma manera que el presidente Reagan tuvo el coraje de llamar a la Unión Soviética «imperio malvado», lo que cambió todo: después de eso, la gente no estaba dispuesta a hablar sobre lo que realmente era la Unión Soviética.
Diferentes economistas dicen que por ahora la fortaleza de la economía de EE.UU. tiende a ocultar los efectos negativos de la guerra comercial. Pero con el tiempo, advierten, la economía se desacelerará y comenzará a aumentar el desempleo. ¿Qué responde a esto?
Han estado diciendo eso desde hace dos años y medio, y nada de eso se ha hecho realidad.
Es difícil estar en una institución académica o en un centro de análisis de Washington para alguien que no acepte los paradigmas dominantes del libre comercio: serás excluido del club, básicamente.
En la última cumbre del G-20, los presidentes Trump y Xi Jinping acordaron reanudar las negociaciones comerciales, en un acuerdo que incluye levantar algunas restricciones para que Huawei haga negocios con compañías estadounidenses y evitar nuevos aranceles a los productos chinos. ¿Está cediendo Trump ante China?
Una de las cosas que me gustan del presidente Trump es que es impredecible. Es algo que la prensa y la mayoría de los analistas encuentran desalentador.
Pero el hecho es que tratar con los chinos, que son excelentes tácticos en la guerra comercial, y hacer que no sepan cuál será nuestro próximo movimiento es una hermosa forma estratégica de contrarrestarlos.
En el caso de Huawei, los compradores de sus productos y los proveedores percibieron la señal de que esa no es una relación confiable. Fue algo hermoso y no creo que Huawei se recupere de eso, a pesar de que Trump ahora puede otorgar una concesión y que los chinos estarán felices.
Lo sorprendente es que la concesión no fue que compraríamos productos de Huawei, sino que permitiríamos a Huawei comprar algunos productos estadounidenses nuevamente. Si ese es el tipo de concesiones que tenemos que hacer, creo que estamos ganando la guerra comercial.
¿Y cree que regiones como América Latina tendrán que optar por un lado de esta batalla geopolítica entre EE.UU. y China?
Sí, eventualmente creo que todos tendrán que elegir bandos. Y este no es un problema que creó EE.UU.; es un caso de larga data de agresión china a nivel mundial. Los países occidentales han sido particularmente ingenuos porque adoptaron una perspectiva globalista que parece suponer que todas las ideologías y conductas de las naciones son igualmente válidas. Eso simplemente no es verdad.
fuente:bbcmundo