La escritora Kimberly Wallace, quien vive en Chicago (EE.UU.), estaba nerviosa cuando pisó suelo cubano en febrero del año pasado.
Un funcionario de migración del aeropuerto de La Habana revisó con extrañeza su pasaporte azul oscuro de Estados Unidos y le preguntó si había volado a Cuba directamente desde territorio estadounidense.
«Ahí me asusté»,
Lo que siguió fue una sonrisa en los labios del funcionario, quien en seguida la «felicitó» por visitar «legalmente» la isla.
Wallace pudo viajar a La Habana gracias al inicio de la normalización de las relaciones entre Cuba y EE.UU. anunciado por el presidente de EE.UU., Barack Obama, en diciembre de 2014.
Aunque hacer turismo en la isla sigue siendo una actividad prohibida según la ley estadounidense, el gobierno de Obama amplió las modalidades bajo las cuales los viajeros pueden visitar Cuba.
Este martes, las normativas para los viajes se volvieron a relajar aún más.
A partir de ahora, los ciudadanos estadounidenses que cumplan con alguna de las 12 categorías de viaje establecidas ya no necesitarán una licencia para viajar.
En cualquier caso, siguen necesitando que el motivo de su visita encaje en alguna de esas categorías.
También se permitirán «viajes educativos de persona a persona«, según un comunicado de los departamentos del Tesoro y Comercio.
Esto quiere decir que se elimina el costoso proceso de tener que viajar en grupo con un estricto cronograma de actividades para los visitantes, que debía encajar con alguna de las categorías permitidas.
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Categorías que admiten la visita de estadounidenses a Cuba:
– Visitas familiares
– Negocios oficiales del gobierno de EE.UU.
– Gobiernos extranjeros y ciertas organizaciones intergubernamentales
– Actividad periodística
– Reunión e investigación profesional
– Actividades religiosas o educativas
– Apoyo al pueblo cubano (actividades que desarrollen organizaciones de derechos humanos para promover una rápida y pacífica transición hacia la democracia).
– Proyectos humanitarios
– Presentaciones públicas, talleres, competiciones deportivas y otras exhibiciones
– Actividades de fundaciones privadas o institutos educativos
– Exportaciones, importaciones o tranmisión de información o de materiales de información
– Ciertas transacciones autorizadas de exportaciones
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Cronograma
Wallace se benefició de estas medidas y visitó la isla en dos ocasiones durante 2015 para investigar sobre la gastronomía de los restaurantes privados, llamados «paladares».
Los viajes de la escritora encajaban en la categoría «investigación profesional», una de las 12 licencias admitidas por el Departamento del Tesoro a partir de enero de 2015 para que los estadounidenses viajen de manera legal a Cuba.
En cualquier caso, ninguna de esas licencias permite realizar la mayoría de las actividades que se asocian con un viaje de turismo a un destino paradisíaco como Cuba.
Así, los visitantes estadounidenses no tienen permitido disfrutar con un mojito en la mano de un día de playa como hacen los turistas provenientes de Europa o América Latina.
En teoría, tampoco pueden pasar una tarde entera caminando sin rumbo por las pintorescas calles de La Habana Vieja.
En un día, un grupo de viajeros puede visitar una escuela, una fábrica de habanos, un teatro, y por la noche asistir a una clase guiada de salsa, siempre que estas actividades se incluyan en las categorías de intercambio cultural o educativo con el pueblo cubano.
«Es lo que se llama ‘people to people’ (de persona a persona) y es lo que utilizan las agencias de viajes estadounidenses para trabajar en Cuba», explica Tom Popper, director de Insight Cuba, una de las compañías pioneras en planificar este tipo de viajes.
Popper señala que en las visitas que su empresa planifica, una agencia estatal cubana recibe a los visitantes estadounidenses y se asegura de que cumplan el programa de actividades.
Las compañías de viaje y los visitantes tienen la obligación de guardar durante cinco años toda la documentación relativa al viaje, incluido el cronograma de actividades, según requiere el Departamento del Tesoro de EE.UU.
¿Prohibido?
Antes del inicio del acercamiento entre los gobiernos de La Habana y Washington, los estadounidenses que quisieran visitar Cuba debían rellenar una solicitud formal que explicara el motivo de su viaje, y que debía ser analizada por el Departamento del Tesoro de EE.UU.
El proceso de aprobación de la solicitud podía demorarse varios meses.
Ese sistema formal se sustituyó por uno de «palabra», en el que la persona firma una declaración jurada confirmando que su propósito de viaje se corresponde con al menos una de las 12 categorías admitidas.
Pero, ¿cómo hacen las autoridades de EE.UU. para asegurarse de que sus visitantes nacionales no hacen turismo en Cuba?
Según el corresponsal de BBC Mundo en La Habana, Will Grant, las estancias de muchos estadounidenses en Cuba son parecidas a las de cualquier turista.
Las restricciones las imponen las autoridades de EE.UU. y no las de Cuba, por lo que estas últimas no tienen la obligación de restringir las actividades que realizan los estadounidenses en la isla.
La escritora Kimberly Wallace no tiene problema en reconocer que fue a la playa.
«Acompañé a un grupo de cubanos a un ritual de santería y por eso sentí que se justificó»,
A un paso
La delgada línea que separa el intercambio cultural del viaje de placer ha sido de gran provecho para las agencias de viaje.
Los responsables de Insight Cuba aseguran que registraron un aumento de viajeros del 55% en 2015.
«Cuando se reanuden los vuelos comerciales entre EE.UU. y la isla, los números se van a disparar», vaticina Tom Popper, director de la agencia de viajes radicada en Nueva York.
Sonia Laguna, propietaria de la compañía Just 90 Miles, dedicada a llevar a visitantes de EE.UU. a Cuba, asegura que el optimismo de los cubanos con el auge de las visitas de estadounidenses es palpable.
Laguna señala que en el último año ha notado el aumento de la actividad de negocios privados en la isla ya que muchos cuentapropistas (pequeños empresarios) viven de ofrecer servicios a estos nuevos «turistas».
Durante una visita a Cuba el pasado mes de febrero, el secretario del transporte de EE.UU., Anthony Foxx, indicó que el número de viajes legales de estadounidenses a la isla aumentó en un 54% desde el anuncio del presidente Obama a finales de 2014.
Para que el turismo de nacionales de EE.UU. en la isla se vuelva legal, el Congreso de Washington tendría que levantar el embargo comercial que impuso a la isla en 1961, algo que podría acelerarse con la visita el próximo marzo del presidente Obama a Cuba.
Según nuestro corresponsal Will Grant, «muchos estadounidenses van a perder el miedo de enfrentar problemas legales por haber visitado la isla después de ver al presidente hacer lo mismo».
La escritora Kimberly Wallace ya planea su tercer viaje a la isla para el próximo mes de abril.
«La gastronomía cubana tiene una riqueza impresionante y me alegra mucho poder descubrir más cosas de ese maravilloso lugar».
fuente.bbcmundo