El número de salvadoreños deportados de México y Estados Unidos se disparó el año pasado un 40,7%, en momentos en que Washington y el gobierno mexicano han endurecido sus políticas migratorias y reforzado fronteras para impedir el paso ilegal de personas.
De acuerdo a Reuters las cifras de la Dirección General de Migración de El Salvador detallan que, al cierre del año pasado el país centroamericano registró 37.297 personas deportadas, frente a las 26.503 del 2018.
Huyendo de la pobreza y la violencia de las pandillas, cientos de salvadoreños emigran sin documentos hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, pese a los riesgos del camino y las advertencias de la administración Trump, de no dejarlos entrar a EE.UU.
En agosto de 2019 el exsecretario interino de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kevin McAleenan, elogió los esfuerzos de El Salvador para frenar la migración irregular, ya que el número de salvadoreños llegando a la frontera estadounidense había bajado casi un 60%.
Y en septiembre del mismo año ambos países firmaron un «acuerdo cooperativo de asilo» para reducir la migración hacia EE.UU., tanto de El Salvador como desde Centroamérica.
La canciller del país centroamericano, Alexandra Hill, reveló entonces que el acuerdo tenía tres puntos fundamentales: intercambio de información, procesando los datos de los migrantes regresados a El Salvador, aumentar la seguridad en la frontera y colaborar en temas de seguridad, en especial respecto a las pandillas (maras).
A finales de diciembre, de ese mismo año, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, reconoció en una entrevista con el programa 60 Minutes de CBS que El Salvador no estaba preparado para procesar y atender solicitantes de asilo.
Con información de Reuters