A casi 55 años del ahorcamiento en Damasco del espía israelí, Eli Cohen, su hija Sofía habla sobre su misterioso padre; sus pocos recuerdos y el temor que vio en él durante su última visita a Israel. Su vida ya está en una serie de Netflix.
Cuando tenía tan sólo algo menos de 5 años, Sofía Cohen fue a vivir a la casa de su tía por una semana. Nadie le contó sobre el drama que en esos momentos, no muy lejos, tenía lugar en su casa. De hecho, Sofía no recuerda que nadie le haya explicado algo ordenado sobre quién fue y que pasó con su padre. Sola, la niña tímida debió enfrentarse con lo misterioso, abrazos inesperados de las maestras jardineras y más tarde de sus maestras; miradas piadosas y compasivas y preguntas curiosas de extraños que intentaban a través de ella desentrañar el mito Eli Cohen, el espía más importante y solitario de la historia de Israel.
“Crecí con sensaciones muy confusas. Era miembro de una familia no muy común”, dice hoy la hija de la espía que develó importantes secretos militares del régimen de Damasco entre los años 1962 y 1965.
“Mi padre nunca fue una persona muy integrada a la célula familiar. Para mí era una persona que cada dos o tres semanas nos venía a saludar. Se apegaba a mí y de pronto desaparecía. Tras ser atrapado tuve la sensación de que todos me miraban y sabían algo que yo no sabía ni entendía. No me ocultaban pero no me contaban. No recuerdo cuándo comencé a entender quien era pero sabía que me trataban distinto a otras niñas. De repente me decían dulce y de repente pobrecita. Me hablaban de un padre heroico que estaba muy lejos. Sentí que no podía ocultarme de nada“.
Eli Cohen nació en 1924 en Alejandría, Egipto. Su padre, Shaul Cohen; su madre, Sofía Tawil. Ambos de origen sirio y con 8 hijos.Eli, el segundo de ellos, muy estudioso de los textos clásicos judíos. Parecía que sería rabino pero se dedicó a estudiar ingenieria, estudio que debió dejar por ser segregado como judío.
Cohen se dedicó a formar un grupo para alentar la aliá a Israel desde Egipto. Él mismo motivó a su familia a ir a Israel. Lo expulsaron de Egipto por su actividad sionista y llegó a Israel en 1957 vía Italia.
Eli Cohen conoce a la joven Nadia, una mujer judeo-iraquí que sería su esposa. Nadia era hija de un escritor comunista. Cohen era 11 años mayor que Nadia cuando se casaron. Tuvieron tres hijos. Sofía, la mayor; la que recuerda algo. Vivieron en Bat Yam y allí Eli trabajó en una importante tienda comercial. Pero no estaba satisfecho. Al llegar a Israel fue interrogado por oficiales de seguridad y estableció una buena relación con uno de ellos que sería un agente del Mossad. El mismo agente le abriría las puertas a su incorporación al cuerpo de espías. Fue capacitado entrenándose la memoria y aprendió fotografía y técnicas para burlar seguimientos y codificar mensajes. También aprendió costumbres y tradiciones islámicas. Fue capacitado en Israel, Europa y Argentina.
Le construyeron una nueva identidad. Sería un próspero, rico y soltero comerciante de origén sirio-libanés. Se dejó el bigote y se hizo ciudadano argentino de origen libanés. Así surgió Kamal Amin Tabat, un exilado patriarca sirio que soñaba con volver a su país. Frente a su familia se dijo que era un viajante del ministerio de Seguridad.
En esos días hubo en Siria una serie de golpes de estado que comenzaron en 1946 y siguieron hasta 1961 cuando llegó a su fin el proyecto de la República Árabe Unida (Egipto y Siria). Hubo en Siria 20 presidentes diferentes en 15 años. Muchos finalizarían sus días en forma violenta. Argentina fue paraíso de exilados. Así, en Siria estaban los que querían la unión con Egipto y los que se oponían a la misma. En ese complejo entorno, Israel infiltró a Cohen-Tabat desde la comunidad sirio-argentina.
En este país estableció relaciones personales con el general Amin Al Hafez, agregado militar sirio en Argentina. Con su carta de recomendación, Cohen- Tabat llegó a Damasco. Lo hizo con su amigo sirio Shaij Al Arad, un terrateniente que ayudó a los nazis, lo que no le impidió casarse con una mujer judía en Siria.
Cohen no fue un espía silencioso. Por el contrario: se le pidió que se insertara en la clase alta damascena. En Siria se vinculó con el sobrino del ex jefe del ejército sirio. Para esas necesidades, Cohen alquiló una lujosa vivienda ubicada en un prestigioso barrio con varios objetivos a espiar. También estaba muy cerca de un sector de embajadas. Todos los días enviaba informes a Israel con un transmisor con un código encriptado.
Su casa se transformó en un centro social de la casta militar y política siria. Así también obtenía información confidencial.
En 1963 hubo una nueva revolución en Siria llegando al poder el actual régimen del partido Baat. Uno de los golpistas fue el general Al Hafez, el amigo de Cohen que conoció en Argentina. Casi todos los amigos de Cohen llegaron a altos cargos en el poder y él mismo pudo visitar posiciones militares sirias en el Golán. Desde allí podía observar al “enemigo“ israelí. Visitó lugares secretos a los que muy pocos sirios tuvieron acceso. Por precaución, nunca se afilió al partido del gobierno pero fue muy generoso en sus contribuciones partidarias.
A casi cerca de 55 años de la ejecución de Cohen, el Mossad niega el acceso a su archivo debido a que gran parte de lo que develó Cohen sigue siendo relevante hasta el día de hoy. No es lo que piensa Sofia. Para ella el Mossad actua así porque “teme develar datos que lo comprometen. Creo que se equivocaron en enviar a mi papá a su último viaje a Siria“, dice sin rencor.
Sofia tiene hoy 58 años. Es psicóloga y madre de una hija médica. Cuando su padre murió, su hermana Irit tenía casi tres años y su hermano Shai tan solo dos meses.
Cohen fue descrito por los que lo conocían como una persona casi introvertida. Cuando se transformó en Khamel Tabat pasó a ser sociable, amante de las fiestas, carismático. Muy distinto al israelí.
¿Qué recuerda de su padre?
Muy poco. Nací en circunstancias en que él casi ya no estaba en casa. Cada visita suya desde Siria vía Turquía era como si llegara una nueva persona. Por eso sus visitas fueron muy dramáticas pero no las recuerdo bien en el tiempo.
Aún así, la última visita y la última vez que lo vio, la recuerda bien. Fue en noviembre de 1964. Nacía su hermano y recuerda estar con su padre en el hospital.
Contrariamente a lo que parecería, a fines de 1964 Cohen sufría de depresión y ya no estaba interesado en seguir viajando a espiar. Ese mismo año los sirios estaban preocupados por el canal de agua que Israel construiría desde el Kineret para irrigar el desértico sur del país. Los sirios comenzaron a desviar las aguas del Jordán para boicotear la construcción israelí. Las obras de desvío sirio las dirigia el constructor saudí Mohamed Ben Laden, padre del futuro terrorista y líder de Al Qaeda. El mismo año nació la Organización de Liberación de Palestina cuyo primer atentado fue tratar de dañar el acueducto israelí. Los sirios pensaban que si Israel desarrollaba el Neguev el país pasaría a tener de 2.500.000 habitantes a 5.000.000 de habitantes. Las tensiones entre Siria e Israel crecieron y hubo choques militares. Israel golpeó en forma muy precisa posiciones militares sirias lo que llevó a los sirios a sospechar de algún espía.
Ante el aumento de la tensión, el Mossad decidió que era importante que Cohen volviera a Siria. “Ellos no parecen haber considerado que papá estaba deprimido, quebrado, presionado y con miedo. Yo creo que en esta etapa lo descuidaron y que no estaba preparado para su último viaje”.
¿Él preveía su futuro?
No sé pero temía. Le decía a mamá que nos cuidara.
Cohen volvió a Siria y el panorama parecía diferente. Lo esperaba un solo amigo. El 1-12-1964, hablando con un amigo comerciante de tierras, éste le hizo trascender que sabía dónde se escondía el fugado criminal de guerra nazi Franz Rademacher, responsable del asesinato de 3.300 judíos serbios y rumanos. Condenado en los juicios de Nuremberg, como tantos otros, escapó a la Argentina. Al ser capturado Eichmann en 1960, Radenmacher se fugó a Siria donde adoptó una falsa identidad. A Cohen le pareció valioso el dato y le pidió que lo conectara con el nazi. En menos de dos horas estuvo frente a él en un salón de un hotel. Luego de una charla larga y amigable, Cohen volvió a su departamento e informó a Israel sobre su encuentro con el nazi. Más adelante, por ese dato, Alemania solicitaría la extradición del criminal a Siria. Dos semanas después de este hecho, mientras Cohen enviaba sus habituales informes a Israel, el propio Ahmad Sudani, jefe de Inteligencia de los servicios sirios, penetró con sus soldados en su casa y fue brutalmente detenido y torturado en la cárcel de Damasco.
Sus mejores amigos y confidentes involuntarios en Siria no lo podían creer.
Cómo localizaron a Cohen parece un enigma hasta hoy pero hay dos versiones. La primera indica que los rusos le dieron a los sirios poderosos equipos de intercepción de comunicaciones. La segunda es que Radenmacher estaba vigilado por los sirios que detenían a los que se vinculaban con él. Desde el momento en que Cohen fue detenido, en Israel se activaron todos los medios para salvarle la vida. Fue contratado un prestigioso abogado francés. Israel le ofreció a Siria un canje por armas, tractores y hasta la liberación de 11 espías sirios detenidos en Israel. No sirvió de nada. Los sirios querían castigar la humillación. Tampoco sirvieron los pedidos de clemencia del papa Paulo VI y de los gobiernos de Francia, Canadá y Gran Bretaña, la reina de Bélgica y ni la Cruz Roja. Su propio captor lo dijo: “Por años Cohen engañó al liderazgo militar y político de Siria. El daño en seguridad fue muy grave. Por eso morirá en la horca”,dijo.
El 17-03-1965 Cohen fue condenado a muerte. Fue el único espía israelí condenado con su verdadera identidad.
El anciano rabino de la comunidad judía siria, lo consoló y lo acompañó en la prisión.
El día de su ejecución, Cohen se negó a que le venden los ojos al subir solo al cadalso. Al rabino le dejó una carta para su esposa e hijos y le pidió que rezaran kadish por su alma. Desde ese entonces, Israel no ha logrado que los sirios devuelvan sus restos.
La devolución hace unos meses del cuerpo del soldado Zajaria Baumel, que estaba en poder de los sirios, despertó en Sofía ciertas esperanzas pero no exigió nada al gobierno. “Cuando el actual presidente Bashir Assad reemplazó a su padre en el 2001, pensamos que habría alguna posibilidad dado que se presentaba como un hombre ilustrado y europeizado pero hemos visto que es un feroz carnicero”, dice Sofía.
¿Qué implicaría para usted la devolución del cuerpo?
No veo en su tumba de piedra nada especial pero sí en la devolución del cuerpo. Los que lo enviaron al infierno sirio deben sacarlo de allí. Es importante que vuelva al país que amó y sirvió dejando su vida.
La detención de Cohen generó una purga en Siria. 60 generales fueron destituidos y 17 de ellos fueron ejecutados. Decenas de civiles fueron detenidos. El gobierno cayó y junto a Cohen fueron juzgados sus amigos que fueron ejecutados, encarcelados o liberados. No pocos fueron “suicidados”.
En Israel su madre, su esposa y el resto de los adultos de la familia estaban abrumados por la magnitud de los descubrimientos. “Nuestra familia sufrió un duro golpe y no contamos con apoyo piscológico. Cada uno carga a su manera con el dolor pero el estado no ha comprendido lo que significa nuestra recomposición psicológica”, dice Sofía. “Mamá (Nadia) aún vive (supera los 84 años). Por años vistió solo de negro y nunca superó la pérdida“.
¿Y usted?
“Mis hermanos eran pequeños y no comprenden la pérdida. Yo y mi madre, sí. Hay un agujero en la familia que no podemos llenar. A pesar de lo que sufrí quiero ser una mujer feliz y activa”.
Una serie sobre la vida de Eli Cohen ya está en Netflix y la familia se involucró en el guión. Hace menos de un año, la familia recibió el reloj pulsera de Eli Cohen. “Parece que el Mossad le compró el reloj a los nietos de uno de sus carceleros“, dice Sofía. “Papá tendría hoy unos 95 años. Es una herida abierta. El estado esta en deuda con él y con nosotros. El reloj es un alivio y nos muestra que el Mossad sigue trabajando para ubicarlo”.
Muchos lugares de Israel se llaman Eli Cohen. Algún poblado en el Golán, sinagogas, plazas, escuelas.
Hay una sensación que la historia vuelve a revivirse…
Vivimos en un país que mezcla historias traumáticas y heroicas. Son un símbolo de unidad. Mi padre despierta consensos en Israel. No hay muchos casos. Es una lástima que él no lo sepa. Yo pienso en los tres meses que estuvo detenido y torturado antes de ser ahorcado. El solo frente a esos asesinos vengativos y sin que pudiera saber que todo Israel estaba pidiendo por él.
Este es nuestro estado judío. No hay otro. Somos parte de una larga cadena del judaísmo y del sionismo. Eli no hubiese querido que yo viviese en otro lado. Y yo tampoco.