En las representaciones más tradicionales de la Revolución Mexicana, las imágenes usuales son las de hombres y mujeres rebeldes, con cartuchos en el pecho y armas al hombro.
Héroes del conflicto armado como Emiliano Zapata, Pancho Villa o Petra Herrera encabezaron regimientos ataviados así y lucharon por ideales de cambio político y justicia social para México a partir de 1910.
Pero también hubo personajes que tuvieron gran influencia en la Revolución Mexicana a través de armas como la pluma y el papel.
Entre estos últimos están los hermanos Jesús, Ricardo y Enrique Flores Magón, unos jóvenes idealistas que impulsaron un cambio radical del país. Su corriente de pensamiento llegó a ser llamado «el magonismo».
A diferencia de Villa o Zapata, aquellos hermanos no llegaron a empuñar los fusiles en una década convulsa para México.
De hecho, se vieron obligados a huir del país por la persecución política del régimen del presidente Porfirio Díaz, quien los tildaba de «malos mexicanos».
«Ellos son quienes generan las condiciones para que en 1910 se dé el estallido de una revolución que busca deshacerse no solo de Porfirio Díaz como presidente autoritario, sino también de un sistema social, político y económico que constituía un infierno para la mayoría de los mexicanos«, explica el catedrático mexicano Armando Bartra.
No fue sino hasta muchas décadas después de la muerte de los Flores Magón cuando se comenzó a reconocer que fueron quienes sembraron las semillas del fenómeno revolucionario que se convirtió en una de las bases del México moderno.
El país de Porfirio Díaz
El general Porfirio Díaz fue un destacado militar del gobierno liberal del presidente Benito Juárez, un hombre que luchó en las batallas contra la Intervención Francesa a México de 1862 y por la restauración de la República en los siguientes años.
Como parte de los liberales, en un inicio Díaz rechazaba la reelección presidencial consecutiva (incluso la de Juárez), algo que luego resultó contradictorio con el hecho de que Díaz fue electo presidente en 1877 y se mantuvo en el poder hasta 1911 (en el periodo 1880-1884 fue un gobernante de facto).
Aquellos ideales políticos del liberalismo mexicano y el positivismo francés lo impulsaron a emprender grandes proyectos de desarrollo económico para el país, pero su gobierno fue derivando hacia el latifundismo con mano de obra semiesclavizada, la precarización de la clase obrera, la represión política y el control de la prensa.
El régimen de Díaz, en teoría democrático y con contrapesos, pero en los hechos unipersonal, fue conocido como el «porfiriato».
«Ese gobierno de más de 30 años es el contexto en el que aparecen estos jóvenes, Ricardo Flores Magón y muchos más», explica Bartra.
«Eran críticos del gobierno emanado del liberalismo, pero que se había transformado en todo lo contrario: un hombre [Porfirio Díaz] que se aliaba a la oligarquía, que les abría las puertas a las trasnacionales, cercano a la Iglesia y quien se reelegía década tras década», señala el sociólogo.
Ricardo Flores Magón, como líder de los hermanos, se hizo consciente de las precarias condiciones en las que vivían los obreros y campesinos en su natal estado de Oaxaca, donde las plantaciones trataban casi como esclavos a los trabajadores.
Fue en la primera década del siglo XX cuando el magonismo entró en acción.
«Regeneración»
Los hermanos Flores Magón tuvieron una gran influencia ideológica por parte de los movimientos estudiantiles y juveniles de Ciudad de México, donde se asentaron a temprana edad.
Eran partidarios del liberalismo radical de mediados del siglo XIX, cuando Juárez y otros políticos promulgaron una Constitución (1857) e implementaron reformas que separaban a la Iglesia del Estado.
Pero las ideas de medio siglo atrás ya no se ajustaban tanto a la realidad que vivían, explica Bartra.
«Estos jóvenes liberales y algunos anarquistas, socialistas, cada vez más radicalizados, son los encargados durante la primera década del siglo XX de desenmascarar al porfiriato», apunta.
Otros jóvenes y líderes sociales que coincidían con los Flores Magón fueron Juan y Manuel Sarabia, Camilo y Avelina Arriaga, Librado Rivera, Práxedis Guerrero, y Antonio Villarreal, entre otros.
Su plan de acción era, en parte, lanzar un programa de cambios sociales a través del Partido Liberal Mexicano (PLM) del que todos formaban parte.
«Había cientos de comités en el país, pero eran perseguidos sistemáticamente y acosados por la policía porfirista», explica Bartra.
Sus manifiestos y programas eran postulados en el periódico Regeneración, el cual surgió en 1900 y llegó a distribuirse con miles de ejemplares en la capital mexicana y otras ciudades grandes.
«Regeneración tuvo una influencia directa o indirecta enorme», apunta Bartra al señalar que en aquel México apenas el 20% de la población sabía leer, pero las ideas eran transmitidas de persona a persona.
«Sin esa influencia no se explicaría el contenido de la Revolución de 1910 en sus aspectos sociales».
Pero el grupo comenzó a dividirse en cuanto a las vías para lograr el cambio social: estaban quienes creían en el uso de las armas, mientras que otros pensaban en impulsar la transformación a través de las elecciones.
«Esta división provoca que algunos se queden en EE.UU con la Junta Organizadora del PLM, que es el grupo reconocido entonces como magonista«, señala Bartra.
Los magonistas comenzaron a adoptar ideas del anarquismo de la época, de Pierre-Joseph Proudhon, Mijaíl Bakunin o Ericco Malatesta, principalmente con el postulado de que había que desconfiar de todo gobierno.
«No se trata del anarquismo de los magnicidios, como en Rusia lo intentaron con los zares. Tampoco la idea de la violencia por la violencia, o el terrorismo», precisa Bartra.
«Sí pensaban que un hombre como Díaz no iba a abandonar el gobierno si no era por la fuerza. Pero de ahí a que pensaran en una política terrorista, magnicida… no les pasaba por la cabeza».
El cambio radical que proponían debía estar emanado de la movilización del pueblo mexicano.
Y si bien el uso de la fuerza era requerido, no apoyaban el simple objetivo de eliminar la cabeza del problema, sino que querían una transformación de todo el gobierno, la justicia social y la igualdad.
La herencia a la Revolución
Los Flores Magón fueron perseguidos y encarcelados en varias ocasiones por el gobierno de Díaz, que tenía un férreo control de la prensa.
Se vieron forzados en 1903 a exiliarse a Estados Unidos, para desde ahí tener, pensaban, libertad de escribir y editar el periódico Regeneración y que éste fuera distribuido en México sin interferencias. Se asentaron en San Luis, Misuri.
Los magonistas consideraban que el problema raíz del país era la concentración de tierras, minas y fábricas en poder de unos pocos cercanos a Díaz.
Fueron de los primeros en proponer la distribución de la tierra, las jornadas de trabajo de 8 horas, el salario mínimo y hasta la reivindicación del trabajo doméstico. También la democratización del gobierno, las elecciones libres y la no reelección.
Intentaron lanzar en dos ocasiones, 1906 y 1908, un levantamiento en contra del gobierno de Díaz, pero no tuvieron un acompañamiento masivo de los mexicanos, y los insurgentes fueron reprimidos por la policía y el ejército porfirista
«Sueño con grandes, efectivas conquistas durante la revolución. No debemos titubear», escribió Ricardo Flores Magón.
Para Bartra, el principal ideólogo de los hermanos, Ricardo, fue «una de las figuras fundamentales del proceso previo al estallido de la Revolución Mexicana de 1910», principalmente por el contenido programático que impulsó.
«Quizás esta es la influencia mayor del magonismo. La vía de la revolución no tiene demasiado éxito, pero las ideas del proyecto de transformación se extienden y proliferan por el país, ya no a través de los magonistas, sino de otras corrientes revolucionarias», explica.
Los otros revolucionarios
Para 1910, un antiguo integrante del movimiento magonista, Francisco I. Madero, lanzó su campaña por la presidencia en las elecciones en las que, para sorpresa de pocos, Díaz resultó reelecto con casi 99% de los votos.
Madero fue encarcelado, acusado de rebelión por el gobierno de Díaz, pero desde prisión lanzó un llamado a un levantamiento armado con fecha de inicio el 20 de noviembre de 1910.
A diferencia de los intentos de los Flores Magón, el plan de Madero tuvo aceptación social.
«Los magonistas hacían llamados a levantarse contra Porfirio Díaz con un programa, pero no con una personalidad a la cual seguir. En cambio Madero representaba un programa, tibio y borroso, pero era una personalidad en quien los mexicanos de a pie podían creer», señala el sociólogo.
A partir de entonces surgen otras figuras revolucionarias que encabezan regimientos regionales, con causas que reflejan los ideales de los Flores Magón.
De hecho, la idea de «Tierra y Libertad» que estaba en el emblema del Partido Liberal Mexicano fue adoptada después como el lema del líder campesino Emiliano Zapata.
«Los zapatistas en particular son impulsores de una revolución social, que no sea un cambio de un gobierno por otro, sino como lo planteaba Flores Magón», explica Bartra.
Los Flores Magón quedaron relegados de la lucha armada revolucionaria en México. Además, en Estados Unidos también sufrieron persecución y encarcelamiento por parte de la política de Washington opositora a los movimientos subversivos.
El movimiento magonista impulsó algunas luchas, principalmente en el noroeste del país, las cuales fueron menguando con el paso de los años y los cambios en el cauce de la Revolución Mexicana.
«Pero no se entendería el surgimiento del maderismo, de la Revolución, de la crítica radical al porfiriato, de las ideas revolucionarias social que se desplegarán después, sin el trabajo de Ricardo Flores Magón», enfatiza Bartra.
La imagen negativa de los postulados anarquistas hizo que los Flores Magón fueran desconocidos como parte del movimiento de la Revolución Mexicana. Solo hasta finales del siglo XX y comienzos del XXI comenzaron a ser reivindicados en la historia del país.
«[El magonismo] se ha convertido ya en un referente obligado. Y a Ricardo se le ha dado un término: precursor de la Revolución Mexicana», considera Bartra.
Aunque nunca renunciaron a sus ideales, los hermanos Flores Magón se separaron y Enrique y Jesús siguieron sus luchas a través de distintas vías en la década de 1910, en la que se prolongó el conflicto armado.
Ricardo Flores Magón nunca pudo volver a su país, encarcelado en Estados Unidos.
Pero aquel periodista, que «no fue un hombre de tomar las armas», sino uno que «se dedicó a escribir, escribir, escribir», ya había plantado las ideas de cambio social y político de México.
Al final, explica Bartra, «Ricardo Flores Magón se quedó ciego y murió así en la cárcel por tanto leer y escribir».
fuente.bbcmundo