La abstención de Estados Unidos la semana pasada en la resolución anti-Israel del Consejo de Seguridad de la ONU podría no ser la última medida contra Israel del presidente Obama.
La gente simplemente no estudia con cuidado la lógica del comportamiento y el enfoque ideológico de la administración Obama, ni analiza los textos de resoluciones y discursos, ni comprende el uso de narraciones falsas, hechos distorsionados, prejuicios mediáticos que rodean el desarrollo histórico de la guerra árabe-israelí, las cuestiones relativas al estatuto definitivo y cómo han evolucionado estos temas en las últimas décadas en propuestas, acuerdos, alianzas y guerras. Y, así, muchos creen que eso es todo. Esa fue la última ocurrencia de Obama. Pensemos otra vez.
El 16 de enero de 2017 es a la vez el Día de los Derechos Civiles y de Martin Luther King Jr.. Serán los últimos cuatro días del presidente Obama en el cargo y, como primer presidente afroamericano, será también un día de importancia, sentido y reflexión importantes para él. Si abandona otra “política de larga data” -la resolución del conflicto decidida por negociaciones bilaterales directas entre los dirigentes israelíes y palestinos- probablemente podría hacerlo en este día, una conexión que podría abordar al decir: Tal como el día de hoy marca el nacimiento de MLK, que se mantuvo incansable contra … para todos los hombres, mujeres y niños … derechos humanos, igualdad, libertad de todas las personas, así también hoy nace …
El período posterior a las elecciones se ha centrado en abordar la discriminación, haciendo grandes progresos de reunirlos a todos. De hecho, existe una fuerte relación, políticamente también, entre la comunidad afroamericana y los palestinos. Tomen la adopción del movimiento Black Lives Matter (BLM) durante el verano de su plataforma, que incluía lenguaje contra Israel, llamándolo falsa y maliciosamente ‘estado apartheid’.
Todo el mundo sabe que resolver el conflicto israelí-palestino para Obama ha sido una prioridad desde el comienzo de su presidencia, como se vio en su discurso de El Cairo hablando en un lugar simbólico en el rincón de África y Oriente Medio, que sirvió como su doctrina política para la región, Israel y los palestinos.
Mirando de cerca y cuidadosamente los textos, hay más, de la votación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) la semana pasada sale mucho más. Además del precedente de Estados Unidos y su política exterior de no utilizar el veto, que se convierte en la base del tema que dominó la atención del público, el lenguaje de Jerusalem en el texto fue también otro precedente. Recibió muy poco, o nada en absoluto de atención en los medios inmediatamente después de la votación.
El lenguaje que incluye a “Jerusalem” es un buen punto de partida, sobre todo porque el presidente electo Donald Trump lo ha puesto sobre la mesa con la moción de trasladar finalmente la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalem, convirtiéndola en un tema polémico durante el periodo de transición.
Además, tanto el uso del veto como la cuestión de Jerusalem fueron precedentes establecidos por el presidente Carter en los años ochenta, reaccionando a la Ley Básica Israelí. La administración Obama refleja estas reacciones, con desarrollos similares en la Knesset de hoy. Carter también emergió en la escena recientemente en noviembre invitando al presidente Obama a reconocer un estado palestino.
La diferencia entre entonces y ahora en el estatus de Jerusalem es la distancia tanto de tiempo como de las posiciones. Desde 1980, la posición de la política estadounidense en Jerusalem ha cambiado, pero para Obama y su Departamento de Estado ha permanecido igual. Un caso relevante es el estatus legal del caso del Pasaporte de Jerusalem.
Jerusalem: no se escribió una vez, sino cuatro veces en la Resolución 2334 del CSNU. Tomemos la primera colocación en el texto, “Condenando todas las medidas destinadas a alterar la composición demográfica, el carácter y la situación … desde 1967, incluida Jerusalem Oriental …” Conocer la posición estadounidense sobre Jerusalem sugeriría que esto fue una desviación importante de la ley estadounidense permanente, y la abrumadora opinión mayoritaria de los estadounidenses de que Jerusalem es la capital eterna e indivisa del Estado de Israel.
Por lo tanto, estos puntos sugieren que el enfoque principal también debe estar en la visión de la administración sobre la cuestión del estatus de Jerusalem. Conectar los puntos con los informes de los medios de comunicación, proporciona una visión más clara de que existe la posibilidad de reconocimiento, con el lado este de la ciudad de Jerusalem como su capital. Este era exactamente el plan de Kerry, que surgió en 2014. Ese mismo año se publicó un artículo en el que el departamento de Estado compró el hotel junto al consulado en Jerusalem, preparándose para ampliar el sitio, que podría ser una embajada.
Avanzando rápido a las vergonzosas resoluciones de este año en la Organización de las Naciones Unidas, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que hace caso omiso de la conexión judía y cristiana con Jerusalem, negando los lazos históricos con el Muro Occidental, la Ciudad Vieja, es una ruptura de la comunidad internacional de la conexión de Israel con la parte oriental de la ciudad.
En este sentido, aquí ha habido un acercamiento paso a paso para dividir la capital. Por consiguiente, no es descabellado decir, como ya se ha dicho, que la administración fue cómplice en la redacción y empuje de la [resolución] 2334, a pesar de sus afirmaciones de que simplemente no es cierto.
El voto del CSNU no fue la última palabra de Obama, ya que ni siquiera dijo una palabra antes de la votación ni después de ella. La palabra puede estar todavía por venir. Él todavía está en funciones, por lo que en este momento, y dada la cobertura negativa del resultado de la votación, Obama puede estar en fase de pensar que no tiene nada que perder, sobre todo teniendo en cuenta que perdió la mayor parte del apoyo de la comunidad judía, y posiblemente destruyó su legado pro-Israel en el proceso.
Sin embargo, algunos han sido rápidos en señalar que la resolución del Consejo de Seguridad se puede deshacer. Eso es difícil de hacer. Ahora es una ley internacional, dado que Obama ha dominado el uso del CSNU como una plataforma legal para subyugar la ley de EE.UU. y el Congreso de EE.UU., eludir el sistema de control y equilibrio de la Constitución. Basta con tomar el desastroso ejemplo del acuerdo nuclear de Irán y acuerdos paralelos. Lamentablemente, hasta el 20 de enero, Obama puede utilizar unilateralmente y sin restricciones al Consejo de Seguridad para implementar el implacable objetivo de su administración de obtener un resultado a cualquier precio. Como demostrará la CSNU 2334, fue una decisión mala para todos y, ciertamente, la decisión equivocada pata que ambas partes logren una solución pacífica negociada, duradera, segura y legítima al conflicto.
Fuente: The Times of Israel