A cambio de préstamos y rescates financieros, Rusia adquirió intereses estratégicos en Venezuela durante los últimos años.
Por eso, cuando Washington impuso sanciones a la petrolera estatal venezolana PDVSA, el golpe llegó directamente a Moscú.
Con la economía venezolana devastada por cinco años de recesión, el gobierno de Nicolás Maduro ha recurrido cada vez más a Rusia en busca del dinero y el crédito que necesita para sobrevivir, ofreciendo a cambio preciados activos petroleros estatales.
A través de la estatal Rosneft, la mayor empresa de energía rusa, Moscú adquirió parte de la propiedad de varios campos de crudo venezolanos: Petromonagas (40%), Petromiranda (32%), Petroperijá (40%), Boquerón (26,6%), Petrovictoria (40%) y Junín 6 (más del 30%).
Y en medio de una asfixia financiera, Venezuela le otorgó la licencia para la explotación del 100% de dos campos gasíferos, Mejillones y Patao, hace poco más de un año.
«Rosneft no solo le ha prestado miles de millones a PDVSA, sino que ha invertido en muchos de sus más valiosos campos petroleros» dice Maximilian Hess, investigador del Foreign Policy Research Institute, Pensilvania, y jefe de Análisis de Riesgo Político de la consultora AKE International, Londres.
«En la medida que la crisis venezolana avanza, el futuro de las inversiones de Rosneft son el principal interés del Kremlin», agrega.
Como la producción de crudo en el país caribeño ha caído en picada, Moscú -el segundo mayor prestamista del país caribeño después de Pekín- ha puesto presión para que le paguen.
No en vano el propio director ejecutivo de Rosneft, y reconocido aliado del presidente Vladimir Putin, Igor Sechin, ha viajado directamente a Caracas para ordenar los negocios.
«Sechin es muy cercano a Putin y Rusia tiene pocas oportunidades, además de Venezuela, Cuba y Nicaragua, de influir realmente en Latinoamérica» dice Thomas O’Donnell, experto en Energía y Asuntos Internacionales de la consultora Global Barrel.
Sin comprometer demasiados recursos, explica, el gobierno ruso ve una oportunidad geopolítica para responderle a Estados Unidos y Europa Central, por lo que considera como «intromisiones» en su zona de influencia.
Las sanciones de EE.UU. llegan a Rusia
El tablero se dio vuelta cuando, el 28 de enero, la Casa Blanca anunció sanciones a las exportaciones de petróleo venezolano, calificadas por el gobierno de Nicolás Maduro como «ilegales, inmorales y criminales».
Las sanciones impuestas contra PDVSA y su filial en Estados Unidos, Citgo Petroleum, afectan directamente las finanzas del gobierno de Nicolás Maduro y de paso, los intereses de Rusia.
Entre ellas, la congelación de los activos de PDVSA en Estados Unidos -valorados en unos US$7.000 millones- así como de los ingresos que se produzcan por la venta de petróleo.
La jugada afecta directamente a Moscú, ya que PDVSA le entregó en garantía a Rosneft el 49,9% de Citgo Petroleum a cambio de un préstamo por US$1.500 millones.
Bajo los términos de ese acuerdo, Moscú podría confiscar su parte de la refinería venezolana -cuya sede central está en Texas- en caso de un incumplimiento de deuda por parte de PDVSA.
Pero bajo las actuales circunstancias, no está claro qué pasará con esa garantía puesta en Citgo.
¿Quién pagará las deudas?
La tensión política en Venezuela sigue aumentando, luego de que Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, se juramentó como «presidente encargado» de Venezuela el 23 de enero.
Y Nicolás Maduro, quien asumió su segundo mandato presidencial el 10 de enero tras ganar unas elecciones que la oposición no reconoce, calificó la autoproclamación de Guaidó como un «intento de golpe de Estado».
En ese contexto, el gobierno ruso declaró que hará «todo lo que sea necesario»para apoyar a Maduro como el «presidente legítimo» de Venezuela, una postura compartida por China, Turquía, Irán y países de la región como Bolivia, Cuba y Nicaragua.
Los representantes de Guaidó en Washington han dicho que «el nuevo gobierno» cumplirá con todos los contratos legales que fueron aprobados por la Asamblea Nacional.
El gran problema es que «los acuerdos de Maduro con Rusia y China parecen estar fuera de lo que la Asamblea Nacional considera como legal» dice Joe McMonigle, analista senior de Política Energética de la consultora Hedgeye Potomac Research, en Washignton DC.
Está la posibilidad, explica, que bajo un nuevo gobierno, «todo vuelva a ser renegociado», a pesar de que Guaidó ha dado señales de que tiene voluntad para llegar a acuerdos sobre las deudas.
¿Un callejón sin salida?
Esta semana Rosneft informó que en el último año la deuda venezolana se redujo a la mitad, llegando a US$2.300 millones y anunció que este año la producción petrolera aumentará.
«La inestabilidad de la situación política en la región es un fenómeno temporal que no ejerce un impacto considerable en los proyectos actuales», dijo el primer vicepresidente de la empresa, Eric Liron.
Esta nueva muestra de apoyo a Nicolás Maduro, se suma a los esfuerzos del Kremlin por mantener el status quo y ganar tiempo, mientras se posicionan más claramente las piezas del tablero, dicen analistas.
«Rosneft está en un callejón sin salida porque sus acciones están cayendo«, dice Vladimir Rouvinski, director del Laboratorio de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Icesi, Colombia
Probablemente, explica, el gobierno de Maduro se vio obligado a adelantar algunos pagos, dado que «para los rusos no es una opción perder sus inversiones en Venezuela».
Al final, «Rosneft es una herramienta política del gobierno ruso», agrega, y por eso el Kremlin hará todo lo que esté a su alcance para proteger sus intereses.
fuente:bbcmundo