¿Te gustaría ver algo muy extraño? ¿Algo que se forgó en las estrellas, que le ha dado forma a nuestro planeta, una cosa misteriosa sin la que no existiría la vida?
Toma un vaso y ponle un par de hielos.
Ahora, llénalo con agua.
Y míralo: fíjate cuán insólito, inesperado, improbable… casi milagroso es.
En el mundo natural, las cosas se vuelven más densas a medida que se enfrían. El gas flota sobre la forma líquida, los sólidos se hunden en ella.
Pero mira esto: ¡el hielo está flotando!
No sólo se vuelve más liviana al congelarse, dice Alok Jha, autor del «Water Book» o «Libro de Agua», más de 300 páginas sobre los enormes efectos de esa diminuta molécula.
«El agua se expande cuando se congela. Es lo único en la naturaleza que cuando se enfría se vuelve más grande«.
«No tiene sentido. El agua es rara», declara Jha.
«Lo más extraño del agua es lo que nos puede parecer menos extraño: que es líquida a temperatura ambiente«, le dice a la BBC Tom Welton, profesor de Química Sostenible en el Imperial College de Londres.
«Si predijéramos el punto de ebullición del agua de acuerdo a su peso molecular, sería muchísimo más bajo que los 100º centígrados. El ácido sulfhídrico pesa casi exactamente el doble que el agua y a temperatura ambiente es un gas», explica Welton.
Omnipresente y, a veces, peligrosa
El agua es tan común que se torna casi invisible.
«Hay una fórmula química que la mayoría de la gente del mundo sabe -sólo una-: H2O«, apunta Welton.
Hay agua en lo que bebemos, en los ríos, en las nubes que flotan en el cielo -un cúmulo de gotas de agua- y, en un día frío, hasta la vemos salir de nuestros pulmones cuando exhalamos.
Sin embargo, a pesar de ser el líquido que da vida, también es muy destructiva. Piensa en el daño que le hace a los buques que quedan descuidados flotando: es una batalla entre el metal y H20 en la que la última gana.
«Las cosas son muy solubles en agua. A veces se le llama ‘el solvente universal’«, confirma Martin Chaplin, profesor emérito de Química Aplicada de South Bank University, Londres, ha dedicado décadas a estudiar las sorprendentes propiedades del agua.
Y hasta puede ser peligrosa.
«Lo es, pero hemos aprendido a vivir con el riesgo pues es importante que haya erosión, por ejemplo, o que ocurran reacciones químicas», señala Chaplin.
«El agua es la sustancia que tiene las propiedades más extremas. El agua talló el Gran Cañón a lo largo de millones de años. ¡Sólo hay que darle el tiempo! Pero es crucial para todas y cada una de las cosas», añade Jha.
Crucial pero ¿por qué tan extraña?
«Es especialmente pegajosa y tiene lo que se llama ‘enlace de hidrógeno’ o ‘fuerza por puente de hidrógeno’. Muchos compuestos los tienen pero los del agua son particularmente fuertes. Y están muy bien organizados, de manera que permiten que el H2O forme una estructura realmente muy extendida», explica Welton.
Durante muchos miles de años, antes de que los científicos entendieran los enlaces de hidrógeno que hacen del agua algo tan especial químicamente, la gente ya creía que era especial… pero espiritualmente.
La hemos adorado, la hemos usado para purificar almas, para lavar pecados y le hemos tenido fe a fuentes especiales para curarnos.
Y esas ideas perduran hasta el día de hoy, en santuarios religiosos y en la medicina alternativa.
«La homeopatía, que es algo que yo practico, que tiene una larga historia de unos 200 años y se usa en todo el mundo, es un sistema de medicina complementaria muy controvertido», dice Peter Fisher.
En esencia, la homeopatía es la creencia de que el agua puede, de alguna manera, tener memoria. Que puede recordar un compuesto que alguna vez tuvo adentro pero que fue removido diluyendo y agitando repetidamente.
Es una premisa que muchos científicos desestiman completamente, pero Fisher no es un curandero: es el director clínico del Hospital Real de Londres para Medicina Integrada y médico de la reina Isabel II.
«A mí no me gusta la frase ‘memoria del agua’, pero tiene algo atractivo», declara Fisher. «Muchas de las medicinas homeopáticas que se usan son diluidas hasta el punto en que no queda nada de la sustancia cuyo nombre aparece en el tubo. Claramente eso es problemático».
Pero, ¿cómo se mantiene la memoria?
«Lo que sabemos es que quedan nanoburbujas de gas. De hecho, uno puede pensar que agitar un tubo de agua es algo inocuo pero no es así: se liberan temperaturas y presiones extremadamente altas», explica.
«La hipótesis principal es que la estructura que rodea estas diminutas burbujas es muy organizada y es eso lo que guarda la información«, dice Ficher.
«No, el agua no tiene memoria», diverge Welton, quien concuerda con muchos científicos que piensan que la homeopatía sencillamente no puede funcionar.
El agua, aunque especial, no es mágica.
«El agua es altamente estructurada y uno puede verlo. Pero un fugaz momento después, la estructura es completamente distinta, en términos de cuáles moléculas están dónde, cuáles están enlazadas con otras».
«El agua es un sistema muy dinámico. No hay ningún mecanismo mediante el cual puede retener memoria«, asienta Weldon.
«Pero puede tener memoria de cosas que le han sucedido recientemente«, difiere Chaplin.
«Si por ejemplo tienes dos vasos con agua y revuelves uno puede detectar después cuál revolviste pues habrá más vidro disuelto en ese».
¡Un momento! ¿Vidrio disuelto?
«El vidrio se disuelve en agua. Se puede ver en las ventanas viejas que gradualmente se van volviendo borrosas y se van disolviendo, al punto que se puede medir».
«Lo que no se puede decir es que va a recordar eso para siempre pues una vez llega al río se mezcla con todo lo demás».
Ante tal reacción, ¿se siente bajo ataque el doctor Fisher?
«Efectivamente. Y generalmente el ataque viene de gente que se rehusa a ver la evidencia. Pero por otro lado me consuela el hecho de que mucha gente la usa y en todo el mundo, incluso en sitios en los que no hay vínculos históricos con la práctica».
Parte de nuestra esencia
Quizás siempre hemos entendido que el agua es especial.
En muchas mitologías, es en los ríos, los lagos y en los manantiales sagrados y secretos que los dioses -y a veces los monstruos- habitan.
«En términos del ritual, todas y cada una de nuestras religiones baña y unge con agua, refresca y revitaliza con agua. Sabemos que está en nuestra esencia», dice la artista Amy Sharrocks, creadora del Museo del Agua en Londres.
«Pensamos que la podemos controlar pero podemos quedarnos sin ella de repente, en una crisis total por no tenerla, y es entonces cuando nos damos cuenta de cuán poco control tenemos», añade.
«Yo soy ateo -advierte Jha-, pero si algo me fuera a convencer de la existencia de un creador sería la rareza del agua».
«Yo también soy ateo -dice Fisher-, pero te hace pensar de que hay un gran plan en algún lugar porque no tiene sentido que esta molécula tan, tan, tan simple pueda tener un efecto tan enorme en el Universo«.
fuente.bbcmundo