El Salvador cuenta desde este sábado con el presidente más joven de América Latina.
Nayib Bukele asume las riendas del país centroamericano en un ambiente de expectación por saber qué rumbo tomará su gobierno, algo que no quedó claro durante la carrera por la presidencia.
Parte de la población reconoció haber acudido a las urnas el pasado febrero sin saber realmente lo que el futuro presidente proponía para solucionar sus principales preocupaciones.
Algunas de ellas, como la extrema violencia que reina en el país o la precaria situación económica y la falta de empleo, son las causas por las que miles de personas afirman verse obligadas cada año a abandonar El Salvador, en su mayoría con destino a Estados Unidos.
Analizamos cinco de los desafíos que Nayib Bukele afrontará como presidente, así como lo que se sabe de sus propuestas para solucionar algunos de los problemas que afectan a la sociedad de El Salvador.
1. La violencia
Según los informes de organismos internacionales publicados en 2018, El Salvador era el país más violento del mundo con base en su tasa de homicidios y muertes violentas.
Y aunque esta tasa está en descenso desde 2015, en el país aún se registraron el año pasado nueve asesinatos por día, según los últimos datos del gobierno.
Homicidios en El Salvador
Bukele se enfrentará a una compleja y enquistada cuestión, considerada un auténtico problema de seguridad nacional y que se traduce en la omnipresencia en la vida de los salvadoreños de las pandillas, quienes en ocasiones controlan barrios y colonias casi en exclusividad.
Sorprendentemente, pese a su extrema importancia, el tema apenas fue abordado durante la campaña.
«Que los candidatos evitaran tocarlo de manera directa creo que fue para no verse perjudicados por el accionar de las pandillas en elección», le dijo a BBC Mundo Rafael Castellanos, miembro del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana de El Salvador.
En su programa de gobierno, Bukele centra su propuesta en la prevención (brindar oportunidades para jóvenes en riesgo de ingresar a las pandillas), el combate al crimen (con mejora de las condiciones de las fuerzas de seguridad) y la reinserción de los exmiembros de estos grupos.
Castellanos subrayó que las pandillas «no se combaten a base de sangre y balazos, quien lo ha intentado siempre ha fracasado porque violencia genera violencia».
«La manera de combatirlas es con un 75% de prevención, rehabilitación y reinserción, y un 25% de persecución con inteligencia. El problema que se presenta después es la reinserción, porque ¿quién aquí quiere contratar exconvictos?», se preguntó el experto.
2. La corrupción
La corrupción es uno de los grandes lastres de muchos de los anteriores gobiernos en El Salvador, donde ni sus presidentes se salvaron de los señalamientos.
Es el caso de Mauricio Funes (2009-2014, FMLN), ahora asilado en Nicaragua y contra quien pesan varias órdenes de detención por presunta corrupción; o de Francisco Flores (1999-2004, ARENA), fallecido mientras se le investigaba por supuesta malversación de millones donados para los damnificados de los terremotos de 2001.
Más reciente es la condena por corrupción a diez años de cárcel a Antonio Saca, presidente entre 2004 y 2009 bajo las siglas de ARENA y que, tras su expulsión, acabó creando GANA (el partido bajo cuyas siglas se presentó Bukele a laselecciones).
Sin embargo, probablemente para evitar ser vinculado con este pasado, Bukele se cuidó de no hacer apenas mención en campaña al partido con el que concurría como candidato.
Bajo el lema «El dinero alcanza cuando nadie roba», Bukele destacó la lucha contra la corrupción como una de sus prioridades.
Una de sus propuestas para abordar este tema es la creación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (Cicies) con acompañamiento de la ONU y la OEA, como se hizo en las vecinas Guatemala u Honduras.
«Bukele plantea una nueva manera de ejercer el poder caracterizado por la eficiencia de los funcionarios públicos, que en el caso de El Salvador, es una cosa sanguinolenta. Si lograra esa eficiencia, casi ya sería suficiente», dijo Dagoberto Gutiérrez, analista y firmante de los Acuerdos de Paz por el FMLN.
3. La pobreza
La CEPAL destacó a El Salvador como el tercer país de América Latina que más redujo porcentualmente su pobreza entre 2015 y 2017.
Sin embargo, según un informe presentado en enero por este organismo, el 37,8% de su población sigue viviendo en la pobreza frente al 29,6% de promedio en la región.
Con una de las tasas de crecimiento económico más bajas de América Latina, mejorar la situación de los salvadoreños y la creación de empleo será uno de los desafíos del gobierno de Bukele ante la población, que reclama más oportunidades para no tener que plantearse la migración a otros países.
Para activar la economía, Bukele propone modernizar el sector agrícola de la franja norte del país, donde según su programa de gobierno se concentra el 75% de la pobreza extrema severa del país y es «una zona históricamente olvidada por todos los gobiernos».
Pero sus proyectos más ambiciosos se centran en la zona sur, la cercana a la costa del Pacífico, donde el nuevo presidente quiere construir un aeropuerto para activar el turismo y un sistema de trenes para pasajeros y mercancías.
El ferrocarril, que dejó de funcionar en El Salvador oficialmente hace cerca de 20 años, sería reactivado con este proyecto que aspira a conectarse con otros países centroamericanos.
4. La falta de inversión
Bukele, sin embargo, no ha aclarado cómo financiará estos proyectos estrella que, sin duda, requerirán grandes cantidades de inversión.
Expertos califican de deficiente la recaudación fiscal de El Salvador, por lo que el país suele recurrir al endeudamiento para completar buena parte de sus programas.
César Villalona, economista y representante del gobierno actual en el Consejo Nacional del Salario Mínimo, apunta a la probabilidad de que se produzca un «ahogamiento financiero».
Según el experto, la propuesta de mayor inversión y hablar a la vez de «un bloqueo a la finanza pública» es contradictorio.
«En su programa de gobierno se plantea la austeridad fiscal, que hay que reducir el gasto público para enfrentar el déficit»
«Así que hay una contradicción entre menos recursos públicos y una política fiscal no expansiva en un país dolarizado, que no tiene ni política monetaria ni cambiaria y donde lo fiscal es lo único que sostiene al gobierno», reflexionó.
5. Una Asamblea en contra
Y este desafío es, probablemente, el que puede incidir directamente sobre todos los anteriores: el hecho de que la Asamblea de Diputados esté dominada por la oposiciónliderada por ARENA junto a sus aliados del PCN y PDC.
La aprobación de un posible endeudamiento o la creación de la Cicies, por ejemplo, requieren del visto bueno de la mayoría de los parlamentarios. Y algunos de ellos ya mostraron su oposición a la comisión contra la impunidad al considerarla «una amenaza a la soberanía» del país.
Superar la resistencia de la Asamblea a sus iniciativas, por lo tanto, será uno de sus primeros obstáculos. Su partido GANA solo cuenta con diez de 84 diputados hasta que se celebren elecciones legislativas en 2021.
«Sería un gobierno de mucha debilidad, que vendría con desestabilización», pronosticó el economista Villalona.
El diálogo y conformación de alianzas, por lo tanto, será más clave que nunca si el nuevo gobierno salvadoreño quiere llevar adelante proyectos con los que afrontar estos y otros desafíos.
A esta necesidad ya hizo referencia Bukele en su primer discurso ante sus seguidores en febrero.
«Vamos a construir gobernabilidad y vamos a trabajar con todas las fuerzas políticas», dijo sin entrar en más detalles.
* Este artículo fue publicado en febrero con motivo del triunfo de Bukele en las elecciones y ha sido actualizado por su asunción como presidente de El Salvador este sábado.
fuente:bbcmundo