El presidente ruso Vladimir Putin envió el miércoles 9 de noviembre a su primer ministro Dmitry Medvedev a Israel como un gesto para conmemorar el 25o aniversario de la reanudación de relaciones diplomáticas entre los dos países.
Su casi primera acción de Medvedev al llegar fue una visita simbólica al Muro Occidental, el eterno santuario judío en Jerusalem. Medvedev eligió este gesto para subrayar el comentario que hizo la semana pasada: “Rusia nunca negó los derechos de Israel o del pueblo judío en Jerusalem y en sus sitios santos, y el tema ha sido sacado de proporción.”
El primer ministro ruso demostró así el reconocimiento de Moscú de los derechos judíos en Israel, Jerusalem y sus sitios santos–más que todos el Monte del Templo–no sólo para los palestinos. Fue un mensaje dirigido por el Kremlin a las organizaciones musulmanas extremistas, las cuales se han propuesto el objetivo de “liberar Jerusalem de la ocupación israelí.”
En el nivel más general, Putin estuvo diciendo al mundo a través de Medvedev, y a Estados Unidos en particular, que Rusia estaba preparada para actuar como una pacificadora entre el mundo árabe e Israel, con mayor flexibilidad en la cuestión de Jerusalem que la que ha exhibido Washington.
Desde que tuvo lugar su visita al Muro Occidental el jueves, el día después de que Donald Trump, quien reconoce a Jerusalem como la capital del estado judío, fue electo presidente de Estados Unidos, el primer ministro ruso estuvo extendiendo a la nueva administración también la mano de la cooperación en una larga lista de cuestiones meso-orientales.
En Moscú, algunas horas después, el viceministro del exterior ruso, Sergei Ryabkov, hizo esta revelación en relación al presidente electo: “Hubo contactos antes de la elección. Continuamos este trabajo, por supuesto.”
Otra fuente oficial se explayó diciendo que representantes de la embajada rusa en Washington se habían reunido con miembros de la campaña de Trump, mientras los asesores de Hillary Clinton se habían negado a reunirse.
Tanto Putin como el presidente estadounidense entrante habían mostrado por lo tanto que estarían abiertos a hacer negocios juntos.
Esto no impidió que Moscú hiciera otro tipo de gesto fuerte. En el día de la elección de Estados Unidos, se anunció que el grupo de portaaviones de ataque de la flota norte de Rusia, junto con buques adicionales de la flota del Mar Negro se estaban dirigiendo al Mediterráneo para dar inicio a un bombardeo aplastante con misiles crucero contra los rebeldes sirios que resisten en el oriente de Alepo.
Esta flota es liderada en forma formidable por el portaaviones “Almirante Kuznetsov”, el crucero con misiles guiados “Pedro el Grande”, y la fragata de misiles guiados “Almirante Grigorovich”.
Fuentes militares y de inteligencia de DEBKAfile informan que esta demostración de poderío naval ruso y su misión no tomaron por sorpresa al gobierno estadounidense. Hace algunas semanas Putin informó al Presidente Barack Obama que él estaba determinado a seguir adelante con la captura de la segunda ciudad de Alepo y entregarla a Bashar Assad.
Casi con seguridad Moscú movió estas piezas en el tablero en preparación para la elección de Hillary Clinton en lugar de Trump. Los barcos habrían iniciado un bombardeo infernal sobre Alepo tan pronto como fuera anunciada la victoria de ella. El presidente tiene hace tiempo un ajuste de cuentas con Clinton desde que ella era Secretaria de Estado de Estados Unidos, y especialmente cuando a principios del 2011, ella rechazó su solicitud de cooperación para salvar la vida del gobernante libio Muammar Qadafi después que fue depuesto por una operación de la OTAN manejada por Washington.
La operación rusa para reclamar Alepo para el régimen de Assad fue establecida originalmente para mostrar a la presidente estadounidense entrante que los rusos no tienen ningún escrúpulo acerca de usar la fuerza militar en otros teatros de confrontación también, si eso es lo que hace falta para lograr sus fines.
Pero como la mayoría del mundo, el Kremlin estaba seguro que Hillary ganaría la presidencia y fue tomado por sorpresa cuando Donald Trump se llevó el premio. En vista de esta sorpresa, Putin ahora puede decidir hacer una pausa para reflexionar antes de bombardear a los rebeldes sirios en Alepo, o sólo esperar hasta su primera reunión o contacto directo con el presidente electo Trump.