Los desafíos del canal de Panamá son climáticos

Las autoridades panameñas conmemoraron el martes los primeros 20 años de la histórica transferencia del canal interoceánico en momentos en que buscan atender un tema crítico para el futuro de la vía: asegurar nuevas fuentes o reservas de agua para el consumo humano y la operación marítima.

La fecha encuentra al canal enfrentando los niveles más bajos de lluvias en su cuenca hidrográfica, lo que impacta el nivel del principal lago artificial -Gatún- y otro más pequeño -Alajuela- que abastecen el agua que consume la mitad del país centroamericano de cuatro millones de habitantes y que permiten el funcionamiento del canal.

“En lo que va del siglo hemos visto nuevas oportunidades y amenazas, la mayor de ellas, el cambio climático que claramente nos afecta”, dijo el administrador Ricaurte Vásquez en un acto de conmemoración.

En esa ceremonia el presidente Laurentino Cortizo izó una bandera nacional gigante frente al edificio de la Administración del Canal y destacó la larga lucha panameña por lograr el control de la vía.

“Derribó la cerca que dividía un país”, manifestó el mandatario y agregó que la transferencia fue el fruto de “lo que conquistó un pueblo noble y nos unió”.

Estados Unidos traspasó el control del canal a Panamá el 31 de diciembre de 1999, luego de 85 años de administración del país norteamericano.

El Canal de Panamá es no solamente el paso de buques de carga, sino también de cruceros turísticos. El cruce de estas naves genera altos ingresos al gobierno panameño.
El Canal de Panamá es no solamente el paso de buques de carga, sino también de cruceros turísticos. El cruce de estas naves genera altos ingresos al gobierno panameño.

Pese a las preocupaciones sobre la capacidad de la nación centroamericana de operar la vía de manera eficiente, los administradores panameños lograron sacarle mayores réditos al cruce de barcos e impulsaron una costosa y monumental ampliación para permitir el tránsito de buques gigantes.

Ahora, los apuros son otros. La Autoridad del Canal -el ente autónomo que opera la vía desde la salida de Estados Unidos- está en la etapa final de una serie de estudios que espera entregar al gobierno a mediados de 2020, referentes a varios proyectos para crear nuevos reservorios de agua, plantas potabilizadoras y/o alimentar más agua a los lagos existentes desde otros lagos o ríos.

También se barajan otras posibilidades, como la construcción de una costosa planta para desalinizar el agua de mar, puesto que el canal -cuyo cruce se hace en agua dulce- conecta los océanos Atlántico y Pacífico.

Los expertos dicen que la vía de 105 años está siendo impactada por el cambio climático, con la disminución de las precipitaciones y un mayor calentamiento de las temperaturas de los lagos.

“Los niveles de lluvias sobre la cuenca hidrográfica del canal son insuficientes para mantener la operación del canal ampliado y atender una nueva expansión futura”, dijo a The Associated Press el analista político y experto en temas de generación hidroeléctrica, José Isabel Blandón. “Requiere que Panamá vea este problema porque, además, los lagos abastecen a dos millones de personas”.

A inicios de año las autoridades realizaron restricciones al calado en la vía ampliada que obligaron a los enormes barcos a pasar con menos carga en medio de una de las más prolongadas estaciones secas. Como prevención ante la próxima llegada de la temporada sin lluvias y el déficit que arrastran los lagos, las autoridades canaleras adoptaron medidas de conservación y uso más eficiente del agua.

El administrador Vásquez ha advertido sobre el profundo impacto que tendría para la vía si se hace permanente esta condición de bajas precipitaciones y una mayor evaporación de los lagos en la temporada seca.

“Nos lleva a un problema de sostenibilidad en la operación, y el Canal de Suez, que no tiene este problema, se convertiría en una alternativa mucho más atractiva y más confiable”, advirtió en un reciente foro empresarial.

El canal, cuyos mayores clientes son Estados Unidos, Japón y China, es considerado el motor de la economía de servicios de Panamá. Junto a todos los negocios marítimos, logísticos y financieros que impulsa, la vía aporta multimillonarias sumas a las arcas del Estado. En estos 20 años sus aportes fueron por casi 17.000 millones de dólares, que contrastan con los 1.878 millones entregados por los estadounidenses.

Panamá decidió ampliar la vía con un costo cercano a los 5.600 millones de dólares para atender a barcos gigantes que no podían cruzar las viejas esclusas. El canal expandido comenzó a operar en junio de 2016, aunque recientemente ha tenido que lidiar con el impacto del conflicto comercial de Estados Unidos y China y los efectos por las bajas precipitaciones.

El analista Blandón señaló que el segundo gran reto del canal sería diversificar sus negocios logísticos para bajar más carga en puertos aledaños y no sólo pasar barcos. “Para eso necesitamos más agua”, sentenció.

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