Fue un capricho del sorteo, pero en los duelos entre Liverpool y Manchester United está en juego mucho más que un resultado deportivo.
Para los dos clubes más grandes del fútbol inglés, que chocan por primera vez en un torneo europeo, el terreno de juego es un campo de batalla en el que se enfrentan dos culturas y una lucha industrial.
Liverpool contra Manchester United no es simplemente un partido de fútbol, es una rivalidaddesmedida que se ha intensificado con el paso de los años y que se repotencia con el regocijo de la desgracia ajena.
Fue así cuando Liverpool arrasó en los años 70 y 80, mientras los diablos rojos pasaban más penas que gloria.
Fue así cuando Alex Ferguson logró bajar de su percha al Liverpool y colocar allí arriba a Manchester United tras sumar 13 ligas en 20 años, ante el dolor impotente de sus vecinos del noroeste de Inglaterra.
Pero pese a esta enemistad histórica, hubo una tarde en que las aguas de navegación de ambas ciudades portuarias confluyeron en una misma dirección, dando pie a uno de los mayores escándalos del balompié en Inglaterra.
El viernes santo de 1915
En el último partido de la temporada, Manchester United y Liverpool se enfrentaban en un duelo menos glamuroso que el que está en disputa por los octavos de final de la Liga Europa.
Ese día, el 2 de abril de 1915, hubo «dos partidos en uno» con el fantasma del descenso sobrevolando ambos equipos.
United era el que corría más peligro de perder la categoría, algo que quería evitar a toda costa debido al estallido de la I Guerra Mundial y a la suspensión de la liga de fútbol para el año siguiente.
«Era un partido muy importante», recordó el historiador y periodista deportivo Graham Sharpe.
«Puedes elaborar el caso que los jugadores pensaron que cuando la temporada llegara a su fin no habría ninguna otra», concluyó Sharpe, quien investigó los pormenores del encuentro.
Los jugadores, que por la época percibían mucho menos dinero que en la actualidad, se enfrentaban a la posibilidad de no recibir sus salarios y años en las trincheras.
Fue por eso que un grupo de futbolistas de ambos equipos se encontraron en un pub de Manchester para discutir el desenlace del partido y los posibles beneficios que podrían obtener en las casas de apuestas.
Se acordó el marcador 2-0 y así fue que saltaron al campo.
Un penalti en el córner
La multitud de 18.000 espectadores presenció uno de los partidos más inverosímiles de la historia y una de las jugadas menos pensadas cuando United iba adelante en el marcador 1-0.
Hubo un penalti a favor de los locales para aumentar la cuenta y Patrick O’Connell, el capitán y defensa central del equipo, fue el encargado de cobrarlo.
Su disparo salió tan desviado que fue a parar al tiro de esquina, pero según cuenta Sharpe, el jugador ni se inmutó.
«Todos los informes del partido describen como regresó a su posición riéndose, como si no importara, igual sabía que podía anotar otro gol cuando quisiera».
Hay pistas que indican que hubo un enfrentamiento en los vestuarios en el entretiempo, por el disgusto de jugadores que no habían participado en la trama.
En la segunda parte, cuando United ya ganaba 2-0, la apuesta estuvo cerca de arruinarse cuando el delantero del Liverpool, Fred Pagnam, mandó un balón al travesaño.
«Varios de sus compañeros le hicieron gestos de reproche», contó Sharpe.
«Fue como si hubo dos partidos en uno».
Investigación
Las sospechas de que hubo algo irregular durante el partido surgieron de manera inmediata y poco después se anunció una investigación.
Tras comprobar los hechos, la Asociación Inglesa de Fútbol (FA) castigó de por vida a cuatro jugadores de Liverpool, Tom Fairfoul, Tom Miller, Bob Purcell y Jackie Sheldon, y a tres del United, Enoch West, Sandy Turnbull y Arthur Whalley.
También fueron sancionados Lawrence Cook, de Chester, y Fred Howard, Manchester City, por haber participado en la estafa, pero nunca se pudo capturar a los incitadores del amaño, las personas que habrían sugerido la idea a los jugadores.
Fue entonces cuando los futbolistas recibieron el llamado de pelear en la guerra.
Cuando regresaron, muchos de ellos vieron como sus sanciones fueron levantadas en reconocimiento a su contribución en el frente de batalla.
Turnbull recibió un perdón póstumo al morir en Arras en 1917, mientras que West, quien nunca admitió su participación en la trama y denunció a la FA por calumnia, nunca fue perdonado y permaneció suspendido por 30 años.
«Fue el primer gran caso de este tipo y el que advirtió a las autoridades de este tipo de comportamiento», resaltó Sharpe, quien considera que ese partido cambió para siempre la forma en la que opera la industria de las apuestas en Reino Unido.
«Por esa razón, nunca será olvidado».
fuente:bbcmundo