A principios de la década de 1960, 13 mujeres fueron sometidas a pruebas secretas en las instalaciones de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés) para evaluar si podrían ser astronautas.
Las miembros del Mercury 13, como se las conoce ahora, pasaron los mismos exámenes físicos y psicológicos que los hombres famosos del Mercury 7, el «grupo de astronautas 1» anunciado por la Nasa en 1959.
Pero ellas nunca llegaron al espacio.
Una de esas mujeres es Wally Funk.
En su casa de Texas, hay dos televisores, y uno de ellos está permanentemente conectado al canal de la NASA.
El espacio es una de las pasiones de Funk. La otra es volar.
Funk fue la primera mujer estadounidense que se convirtió en inspectora de la Oficina Federal de Aviación.
Y gracias a sus conocimientos de piloto, en 1961 fue seleccionada para ser una de las 13 mujeres que pasaron exámenes médicos secretos de la NASA para convertirse en astronautas.
Los héroes y las olvidadas
Sin embargo, mientras los miembros del Mercurio 7 (entre ellos John Glenn, el primer estadounidense en orbitar la Tierra) acabaron siendo héroes y tuvieron un papel importante en la carrera espacial contra la Unión Soviética, esas 13 mujeres no pasaron a la historia de la misma manera.
Aunque entre ambos grupos hay paralelismos.
Las pruebas a los que se sometieron los miembros del Mercury 7 llevaron a los hombres a sus límites físicos.
El hombre que los diseñó, William Randolph Lovelace, era el jefe del Comité Espacial de Bio-astronáutica de la NASA.
Lovelace había sometido satisfactoriamente a las pruebas a una mujer piloto,Jerrie Cobb, y ahora quería ver si éste había sido un caso especial o si otras mujeres podían también superar las pruebas.
La piloto Jackie Cochran ayudó a financiar el programa.
Y las mujeres elegidas eran todas buenas pilotos, algunas con más horas de vuelo que Glenn, y estaban preparadas para acudir de un día para otro.
La madre de Funk no había podido tener una carrera en el mundo de la aviación por ser mujer, así que ella no iba a dejar pasar su oportunidad.
«Lovelace dijo que estuviera allí el lunes y salí inmediatamente con US$10 en el bolsillo», explicó Funk para el documental para el Servicio Mundial de la BBC«Women with the right stuff».
Funk era la más joven y sobresalió en las pruebas.
En una de ellas, batió a todos los hombres y a todas las mujeres, tras permanecer en un tanque de aislamiento sin notar efectos perjudiciales por un tiempo récord de 10 horas y 35 minutos.
Energía
Es difícil imaginar a Funk en silencio durante tanto tiempo: es vivaz y locuaz y no para, le encanta charlar y sus niveles de energía son un desafío para sus más de 70 años.
Sospecho no está acostumbrada a sentarse en el asiento de pasajeros de ningún vehículo y también tiene la costumbre inquietante de no ponerse el cinturón de seguridad y saltar del coche en marcha antes de que se pare del todo.
El proyecto Mercury 13 en el que trabajó, sin embargo, nunca fue reconocido oficialmente por la NASA y perdió su financiamiento.
Además, la agencia espacial insistió en que era necesario tener experiencia en vuelos en reactores para poder entrenarse como astronauta, a pesar de que a las mujeres no se les permitía pilotar reactores en aquel momento.
Reconocimiento
A Funk y a las otras 12 pilotos y aspirantes a astronauta ahora sí se les reconoce su papel como pioneras.
La gente les escribe para mostrarles su admiración, o les manda fotos para que les firmen autógrafos, algo que Funk dejó de hacer al descubrir que se estaban vendiendo en el sitio de comercio por internet eBay por US$200.
Desde 1961, Funk no solo ha continuado pilotando e inspirando a otros, sino quemantiene su voluntad de convertirse en astronauta.
Hizo más pruebas con Lovelace y, recientemente, pasó una semana entrenándose con cosmonautas en Rusia.
Y como también hizo vuelos acrobáticos cuando era más joven, la centrifugadora y los vuelos en gravedad reducida fueron para ella pan comido.
La Unión Soviética superó a Estados Unidos en 1963 enviando a la primera mujer al espacio, Valentina Tereshkova.
Esa mujer podría haber sido Funk.
Pero la NASA no permitió a las mujeres formar parte del cuerpo de astronautas hasta 1978.
Ahora, Funk ha comprado un boleto para el primer vuelo comercial del SpaceChipTwo de Virgin Galactic.
Y se muere de ganas por subirse a la nave.
fuente.bbcmundo