En la mañana del domingo 28 de agosto de 1821, hace doscientos años, en un pueblo de Chiapas fue proclamada y suscrita la primer acta de independencia del Reino de Guatemala.
Desde el siglo XVI hasta el año 1821, el Reino de Guatemala iniciaba en la zona chiapaneca del Soconusco y se extendía hasta la frontera sur de la Gobernación de Costa Rica con la Tierra Firme, Panamá o Reino de la Nueva Granada.
Para 1820, los afanes a favor de la separación de esos territorios de la corona española estaban más que evidenciados en diversos movimientos insurreccionales, desde el de junio de 1810 liderado en San Alejo (ahora parte del departamento salvadoreño de La Unión) por Gregorio Melara, Valentín Porras y Justo Zaldívar.
Tras el restablecimiento de los valores políticos derivados de la Constitución de Cádiz (1812-1814 y 1820-1821), los trabajos de los grupos independentistas se aceleraron en diversas partes del Reino de Guatemala. En muchas de sus localidades principales, las élites criollas de corte político, económico, religioso y cultural veían peligrar sus privilegios frente al crecimiento poder liberal emanado desde el Madrid del monarca Fernando VII.
Desde febrero de 1821, un militar al servicio de la monarquía española en el Virreinato de la Nueva España había cambiado de bando y se unió a la causa de los insurgentes separatistas mediante el Abrazo de Acatecampa. Así, el brigadier Agustín de Iturbide y Aramburu (1783-1824) daba los primeros pasos para el crucial Plan de Iguala y la fundación del poderoso Ejército de las Tres Garantías o Ejército Trigarante, con el que infringió varias derrotas a las tropas realistas y continuó su marcha hacia la ciudad de México. El 23 de agosto de ese mismo año, el último virrey Juan de O’Donojú aceptó la rendición y suscribió los Tratados de Córdoba con el brigadier Iturbide. De esa manera finalizaban tres siglos de presencia española en el vasto territorio novohispano.
Para mediados de agosto de 1821, en diversas localidades de Chiapas se tenían noticias de los avances militares del Ejército Trigarante en su ruta hacia la capital de la Nueva España. Mientras tanto, en la ciudad de Guatemala también se le daba seguimiento estrecho a esas mismas noticias, por las múltiples implicaciones que pudiera causar en los tres niveles de dirección del Reino (Capitanía General, Real Audiencia y Real Hacienda).
Animado por esas nuevas llegadas desde dentro del territorio novohispano, en la madrugada del domingo 28 de agosto de 1821, el intelectual y sacerdote chiapaneco Matías de Córdova y Ordóñez (1766-1828) hizo un llamado al pueblo desde el púlpito del templo de San Sebastián, para que a partir de las 8 horas se congregara en la nave central de Santo Domingo de Guzmán y suscribieran un documento que proclamara la separación de Comitán de Guatemala y España.
Descrito como un hombre cuyo “cuerpo es de tamaño y carnes regulares, pelo castaño [o rubio], cargado de hombros, ojos [grandes] medio azules, párpados encarnados por el mal habitual de los mismos ojos que padece, poca barba, la cara y manos algo pecosas, color algo caído, y su voz naturalmente apagada”, fray Matías incitó a los pobladores con el lema “A los cobardes, Dios los castiga con la esclavitud”.
En esa misma jornada, durante una sesión de notables de la localidad, reunidos en la sala capitular del convento dominico, varios expresaron sus dudas acerca de dar un paso tan importante, porque temían la reacción política y militar desde la ciudad de Guatemala. Ante esas dubitaciones, una leyenda cívica muy extendida sostiene que Josefina García Bravo (de quien no existen referencias biográficas concretas) gritó que los hombres permanecieran en Comitán para proteger propiedades, niños, ancianos y enfermos, mientras que las mujeres se marcharían a la frontera interna con Verapaz y Guatemala para defender a Chiapas de esa posible invasión represiva.
Fuera de la veracidad o no de esa leyenda, lo cierto es que aquella junta de notables se trasladó al cabildo comitaneco, para redactar y suscribir la primer acta de independencia del Reino de Guatemala, cuyo texto se transcribe a continuación, con respeto de la ortografía de la época:
Una Cruz.- Dos Sellos.- Un quartillo.- Sello quarto.- Un quartillo.- años de mil ochocientos veinte y veinte y uno.
Sala Capitular de Comitán, veinte y ocho de Agosto de mil ochocientos veinte y uno.
Los loables sentimientos que animaron á los mexicanos á reclamar su Derecho a la madre España, entrando en pacífica poscesión de la Independencia, con firmes protextas de conservar la Religión Católica, respetar á sus ministros, protexer los bienes de sus avitantes vaxo de unas leyes justas, y moderado Govierno, son los mismos que generalmente nos animan, y compelen á recordar y reconocer que tenemos igual indisputable Derecho.
Mobido pues, este Noble Ayuntamiento, no de la consideración de la debilidad de sus fuerzas ni del temor de las victoriosas armas de Independencia que tenemos en nuestra frontera, sino del pleno conocimiento del Derecho que la naturaleza nos ha dado para nuestra conservación y libertad, mobido por ultimo de las instancias de los Sindicos Procuradores de esta Ciudad, por pedirlo con vivas ancias el Público; y hechose cargo de lo expuesto por el vezindario, habiendo oido al M.R.P. Cura [Matías de Córdova], al Comandante accidental del Escuadron, y empleados públicos, adopta el sistema del Govierno Imperial y desde luego declara Libre é Independiente á la Ciudad de Comitán, y comprencion, vaxo las mismas protextas de conservar inalterable nuestra santa Religión respetar á sus ministros que son los mediadores entre Dios y los hombres, sugetarse a las Leyes de la Nación, y obedecer á sus Magistrados, evitando la desunión y ribalidad, mantener perfecta unión y fraternidad entre sus moradores, sin distinción de clase ni de origen en su consequencia, manda que el primero del próximo Septiembre se proclame con la solemnidad necesaria y á efecto de que llegue a noticia de todos para su satisfacción, se publique por vando, y se dé cuenta al Señor Jefe Político de la Provincia, y a los Nobles Ayuntamientos de ella. Y por convenir para su firme establecimiento con los auxilios que necesite en cualquier caso, pongase en noticia del Excelentisimo Señor Primer Jefe del Exercito de las Tres Garantías [Agustín de Iturbide] por medio del Señor Comandante de Oaxaca Don Antonio Leon.
Pedro Célis, Ygnasio Ruiz, Domingo Antonio Solorzano, Juan Garcia, Ricardo Armendaríz, Manuel Ulloa, Manuel Gordillo, José Castañeda, Mariano Solorzano, Miguel José Ortiz y Bitoriano Cansino.
A partir del 29 de agosto, se remitieron copias de esa acta a los ayuntamientos de San Bartolomé, Tuxtla (hoy Tuxtla Gutiérrez), Oaxaca, Ciudad Real (ahora San Cristóbal de Las Casas), Quetzaltenango y las ciudades de México y Guatemala. En respuesta, Ciudad Real y Tuxtla proclamaron sus propias actas separatistas, de las que también remitieron copias a la capital del Reino de Guatemala, como se consignó en los considerandos del acta suscrita en la mañana del sábado 15 de septiembre de 1821, en la Nueva Guatemala de la Asunción, bajo los lineamientos del Plan Pacífico.
El 3 de septiembre, en Comitán (ahora Comitán de Domínguez) se desarrollo el acto formal y solemne de proclamación de la independencia del Reino de Guatemala. Tras una misa oficiada por fray Matías, en el cabildo se leyó el acta de independencia del 28 y el pueblo se lanzó a las calles para festejar la ocasión, entre casas adornadas, cohetes, vítores, cantos, bailes y demás manifestaciones públicas de alegría, que no decayeron hasta ya muy entrada la noche.
Pese a esa proclamación separatista y sin temor ante “las victoriosas armas de la independencia que tenemos en nuestra frontera”, no resultó fácil la pretensión de algunos personajes locales por unirse al naciente Imperio del Septentrión, esa primera monarquía americana anhelada por un sector del pensamiento independentista dentro del Reino de Guatemala. Lo cierto es que esa anexión resultaba atractiva nada más que para Ciudad Real, porque podría acceder a los puertos y rutas comerciales de Veracruz, Oaxaca, Yucatán y Tabasco. Sin embargo, para Comitán, Tuxtla, Chiapa de Corzo, Chiapa de los Indios, Tapachula y otras localidades chiapanecas y del Soconusco era más atractivo anexarse al proyecto político republicano de corte federativo que ya se gestaba en la capital guatemalteca.
La élite dirigente de Ciudad Real presionó más a partir del 28 de septiembre, cuando ratificó su independencia del Reino de Guatemala. El 23 de octubre, los diputados provinciales chiapanecos designaron al párroco Pedro José Solórzano para que marchara a la ciudad de México a solicitar la anexión al Imperio del Septentrión. El brigadier Iturbide y su Ejército Trigarante habían ingresado a la ciudad de México desde el 27 de septiembre, en un acto que marcó la culminación formal de la separación novohispana de la monarquía ibérica.
Mientras el padre Solórzano conducía dichas negociaciones políticas (que culminarían el 16 de enero de 1822), el brigadier Gabino Gaínza consultaba a los pueblos, corregimientos, alcaldías mayores e intendencias del antiguo Reino de Guatemala y decretaba su anexión al Imperio mexicano, mediante el acta del 5 de enero de 1822, a la que se opusieron San Salvador y San Vicente.
El imperio de Iturbide duraría desde mayo de 1822 hasta su abdicación forzosa y exilio, en marzo del año siguiente. Ante ese desmoronamiento político, Chiapas entró en la disyuntiva de si debía seguir como parte de México o integrarse a las Provincias Unidas del Centro de América, entidad federal iniciada desde el 1 de julio de 1823. Mientras, gracias al Plan Chiapas Libre (suscrito, entre otros, por fray Matías), la región chiapaneca mantuvo su independencia durante casi dos años, hasta que al final decidió convertirse en la frontera sur mexicana desde el 9 de septiembre de 1824.