John Carr no supo hasta los 12 años que su padre era judío y sobreviviente del Holocausto.
Una experiencia que, tras años de recabar testimonios y pruebas, acabó recogiendo en su primer libro, «El día que escapé del gueto», que pretender evitar que la historia se repita.
La obra, que ahora publica en España la editorial Catedral, tuvo un éxito inesperado en Inglaterra e Israel, resultado de un trabajo basado en entrevistas con su padre, testigos de la época y documentos.
«Yo soy hijo de un superviviente del holocausto, estoy obligado a contar esta historia porque, si no contamos las historias del nazismo, ocurrirán de nuevo», comentó el autor en la rueda de prensa de presentación.
Su padre, Chaim Herszman, también conocido como Henryk Karbowski y Henry Carr, mató a un centinela nazi del gueto de Lodz (Polonia) para proteger a su hermano menor y tuvo que huir para evitar represalias contra su familia.
«En ese momento crucial, eran tres los que estaban en la verja, mi padre (con 13 años), su hermano y su primo, pero él fue el único que huyó; los demás tenían miedo y el gueto, paradójicamente, era para ellos un lugar seguro y familiar», contó Carr.
SALIR DEL GUETO, UNA DECISIÓN SIN RETORNO
Según explicó el autor, su padre se vio obligado a huir de donde toda su familia vivía recluida, pero pensó que podría regresar esa misma noche.
«No pudo volver y no tuvo ocasión de despedirse de sus padres o sus hermanos», quienes fallecieron todos, a excepción de su hermano Nathan, en campos de concentración nazis.
Ese episodio, con el que comienza el libro, marcó el resto de su existencia y le hizo emigrar por toda Europa huyendo del ejército alemán.
Atravesó el continente y llegó a Gibraltar, desde donde viajó al Reino Unido para alistarse en las fuerzas armadas británicas y regresar a luchar a finales de la Segunda Guerra Mundial contra el bando que había desmembrado a su familia.
«Llegó al Reino Unido pensando que toda su familia había muerto, y tuvo que plantearse cómo y de qué vivir en un país extranjero, como lo estarán haciendo ahora miles de ucranianos», comparó el escritor.
VIVIR, CASI TODA SU VIDA, EN UNA MENTIRA
Después, ya establecido en Irlanda, conoció a la que sería su esposa y madre de sus hijos, y a quien tuvo que mentir sobre su religión para que se fijara en él.
«Imagino que pensaría que mi madre no iba a mirarlo dos veces si hubiera sabido que él era judío y, como era rubio de ojos azules, le dijo que era católico», y ella se lo creyó.
Así pasaron los años hasta que Chaim, obsesionado por confirmar el paradero de su familia, descubrió que su hermano Nathan también había sobrevivido y residía en Israel.
Este fue a visitarlo a Irlanda, bajo la apariencia común de ser polacos cristianos, pero unos vecinos alertaron a su mujer de que Nathan era judío y, con ello, ella también descubrió la identidad real de su marido.
«Cuando llegó al Reino Unido, había manifestaciones antisemitas, fue una forma de supervivencia que siempre le avergonzó; y el hecho de contar sus historias para el libro le hizo reconciliarse con su parte judía», celebra su hijo John.
Acompañado del «síndrome del superviviente» por pensar que podría haber hecho algo para proteger a su familia, murió de manera súbita debido a un infarto, pero con su identidad y su credo presente en su vida.
«El ascenso de la extrema derecha me preocupa profundamente, ya vemos ataques en sinagogas. Hemos de contar todas las historias para que la de mi padre no se repita», apostilló el escritor. EFE