La psicóloga Erin Sweeny lleva más de 20 años tratando a pacientes que han cometido delitos sexuales. Dice que es importante separar el comportamiento de la persona y tratar de descubrir qué es lo que ha llevado a cada uno a cometer un abuso o una violación. Aquí.
«Mi trabajo me ha abierto los ojos al comportamiento humano. Todos las personas que cometen delitos sexuales son diferentes en muchos aspectos, pero lo que tienen en común es que han tenido una infancia triste. Por lo general, con padres abusivos, negligentes, no comprometidos o ausentes.
Como su apego más temprano es en general con la madre, la mirada materna contribuye a definir cómo comenzaron a experimentar y a ver el mundo, especialmente en el caso de las mujeres.
Muchos delincuentes se creen con derechos adquiridos sobre las mujeres y el sexo. Muchos tienen problemas con la noción de intimidad: la quieren, pero no pueden lograrla. Muchos luchan con las emociones y la única que pueden expresar de manera fiable es la ira. Muchos están motivados por la venganza.
Pero este tipo de delitos no hace distinciones de riqueza o clase, vienen de todos los ámbitos de la vida en términos de educación, empleo, religión y dinero.
En una sesión típica, me dedico a explorar la historia de mi paciente pero también a identificar factores de riesgo. Necesito ser cálida y empática, pero también genuina… y eso con algunos de ellos se hace muy difícil.
Me toca explorar las ofensas cometidas en detalle: sus pensamientos, sus sentimientos y las conductas que condujeron al abuso propiamente dicho, También trabajo en cuestiones como el consentimiento sexual, la educación sexual o los problemas con la intimidad bien entendida.
La manera en que los medios presentan el sexo y a las mujeres son en parte responsables, por volverlas un objeto. Especialmente en videos que son de fácil acceso para hombres jóvenes y adolescentes que están atravesando las confusas sensaciones de la pubertad.
Si un hombre joven con un pasado problemático empieza a asociar pensamientos e imágenes violentas con excitación sexual, luego necesitará poner en marcha una «cadena de refuerzo» que confirme esta asociación (en la realidad).
Uno de mis pacientes había violado a una mujer frente a su pareja y les había dado una golpiza salvaje a ambos. En apariencia, era simpático, bien parecido y sociable, pero debajo albergaba pensamientos negativos perturbadores, de venganza, y los agravios se desencadenaban cuando se sentía rechazado, estaba estresado o rumiaba sobre los daños que otros le habían hecho.
También se excitaba sexualmente con fantasías violentas. Y cuando bebía alcohol, su razonamiento se deterioraba aún más.
Sobra decir que puede ser muy difícil convivir con estas personas. Lo que han hecho es a veces imposible de creer.
Pero yo he aprendido a separar las conductas aberrantes de las personas y siempre me enfoco en buscar alguna cualidad redentora desde la que pueda trabajar.
A veces es muy difícil. A veces ellos son los que disparan mis pensamientos más profundos y debo admitir que en ocasiones he llegado a pensar toda clase de cosas horribles que me gustaría hacerle a ellos como castigo.
La redención es posible
La sexualidad adquiere otro significado cuando te enfrentas a diario a este tipo de trabajo, pero quizá me ha ayudado el ya haber estado casada cuando empecé a dedicarme a los delincuentes sexuales.
Tengo un vínculo muy estrecho con mi pareja y discuto algunos casos con él (obviamente sin revelar detalles, por respecto a la confidencialidad que exige mi profesión). Así, él tiene claro el impacto que estas historias causan en mi propia psiquis.
Por lo general, cuando salgo estoy mucho más pendiente que la media de la gente de las situaciones que me rodean, siempre busco si hay mujeres en situación de vulnerabilidad o miro quién está hablándole a un niño.
Pero es duro escuchar las condenas de la comunidad frente a los abusadores, «¡Mátenlos, enciérrenlos para siempre!» Yo sé que el público en general odia el trabajo que yo hago y no puedo hablar de ello con mis amigos porque no lo entienden.
Pero la investigación científica sugiere que el tratamiento, si se siguen los principios adecuados, puede llevar al cambio y que los delincuentes sexuales no reinciden en la medida en que todo el mundo cree que lo hacen.
Creo que, en algún lugar de mí, siento que toda persona puede redimirse, algunas con mayor dificultad. Mis pacientes no se levantaron un día y de la nada comenzaron a tener estas conductas horribles, siempre hay una serie de hechos y decisiones que los lleva a cometer estos delitos.
Así, siempre hay cosas que se pueden cambiar para que tengan una vida mejor, si es que ellos la eligen.
No todos los hombres a los que atiendo están listos para hacer los cambios que se requieren y algunos están muy afectados y son peligrosos.
No conocemos todas las respuestas todavía sobre cómo enfrentarnos a estos casos, pero yo continuaré trabajando con aquellos que pueda para tratarlos y así garantizar la seguridad de tantas mujeres ahí afuera.»
fuente.bbcmundo