La zona donde ocurrió el terremoto en Italia, la columna vertebral montañosa central, es a la vez hermosa y precaria.
Los antiguos pueblos salpican las cimas de las montañas. Es un área popular entre los italianos que buscan escapar del calor del verano.
Las ciudades históricas de piedra se alzan en lo alto. Para llegar a ellas se suben estrechas y sinuosas carreteras, y se zigzaguea por calles antiguas angostas.
Estos son lugares llenos de casas e iglesias antiguas.
Pero por debajo de ellos se encuentra una falla geológica.
Desde que ocurrió el terremoto el pasado miércoles, las réplicas se sucedieron. A veces son pequeñas y el suelo bajo los pies solo se agita por un segundo o dos. Sólo unos pocos fueron más duraderos, un balanceo perceptible que se extiende un poco más, y luego desaparece.
Con cada nuevo sismo las personas se congelan y esperan, con el temor de que los movimientos presagien algo más grande. Varios de estos pequeños temblores ocurrieron mientras estábamos con los equipos de rescate cavando entre los escombros de Pescara del Tronto.
Incertidumbre
Roberto Bartola, un especialista en rescate cubierto de pies a cabeza en el polvo, hace una pausa en su excavación y me dice: «Un edificio cayó durante nuestro trabajo».
«Fue como ese», mientras señala una casa de dos pisos, aún en pie, pero con la parte frontal severamente dañada. «Yo había estado en el interior, pero salí y luego cayó».
Pescara del Tronto era un diminuto sitio histórico. Una pequeña agrupación de antiguas casas de piedra y madera apretadas que sobresalían por encima de un valle. Tenía una población permanente de poco más de 100 habitantes.
«El problema ahora», Roberto Bartola me dice, «es que nadie sabe cuántas personas están enterradas aquí».
Algunos tienen casas de vacaciones, otros simplemente vienen durante el verano para quedarse en el pueblo. Pero nadie está seguro de cuántas personas estaban allí en el momento del sismo.
Pescara del Tronto había sido construido en lo alto, aferrado a una pendiente pronunciada, hace cientos de años, ya que, en la Edad Media, su ubicación proporcionaba seguridad, un refugio fortificado de los bandidos.
Sin embargo, las antiguas construcciones y la ubicación fueron su ruina cuando ocurrió el terremoto. Las hermosas casas antiguas se desmoronaron, y luego derrumbaron por la colina.
Un trabajo minucioso
Ahora todo lo que queda son enormes montones de rocas gigantes, polvo, vigas de madera y muebles astillados y triturado sobre la pendiente.
En cualquier momento, una gran réplica podría hacer que todos los equipos de rescate terminen enterrados si las casas continúan deslizándose en la ladera de la montaña.
Dos filas de hombres se pasaban grandes piedras mano a mano y luego rodaban por la colina. Estaban tratando de cavar, mientras los perros rastreadores buscaban señales de vida en las ruinas.
Al final de la línea, estaba Marco Pelatroni, con el torso desnudo y sudando por el calor. Vive en el valle y el terremoto lo despertó mientras dormía en su casa.
«Vi a mi madre y padre gritando», dijo. «Después de dos minutos salimos fuera de la casa y subimos al coche, al igual que todos en nuestra ciudad. Fuimos hasta un gran parque, sin edificios alrededor y nos quedamos allí toda la noche», me dijo.
Marco y sus amigos, todos miembros de un equipo local de rugby, fueron inmediatamente a Pescara del Tronto para ayudar en la búsqueda de sobrevivientes. Mirando la devastación, hizo un gesto de negación con la cabeza.«Será un milagro si encontramos a alguien con vida aquí», dijo.
Perro rescatado
En un agujero debajo de él, dos bomberos habían excavado profundamente en los escombros en busca de un sobreviviente. Estaban en un pequeño espacio debajo de las piedras. «Es un perro», gritó uno de ellos.
Durante media hora, los hombres siguieron excavando. Le dieron agua al animal. Y, finalmente, pudieron liberarlo y llevarlo a la superficie. Hubo una ola de felicitaciones a través de la multitud.
«No nos importa si es una persona o un animal, lo salvamos», dijo Gianni Macerata, oficial de bomberos a cargo del equipo.
Después levantó la mano y pidió silencio. Una sonda para detectar sonidos y una cámara volvieron a ser introducidas entre los escombros, en busca de signos de vida.
Así, la excavación continúa. Pero con lo poco que queda de Pescara del Tronto es poco probable que se encuentren más sobrevivientes.
Parece poco probable también que este antiguo y pequeño lugar, que se ha mantenido en pie durante siglos, pueda ser reconstruido. Cientos de años de historia terminaron en un instante.