Estado de emergencia por disturbios en Santiago

Un ambiente caótico se apoderó de la capital de Chile el viernes después de que protestas estudiantiles contra un alza en las tarifas de los autobuses y el tren subterráneo derivaron en una serie de disturbios e incendios, ante lo cual el presidente Sebastián Piñera declaró el estado de emergencia.

Centenares de miles de habitantes de Santiago volvieron con muchas dificultades a sus casas luego de que la empresa operadora del metro suspendió el servicio debido a los actos violentos.

Al anochecer, los manifestantes prendieron fuego a los ingresos de varias estaciones del subterráneo, saquearon tiendas, colocaron barricadas encendidas, atacaron vehículos policiales y quemaron al menos un autobús, así como el edificio institucional de la empresa de electricidad ENEL, cuyo principal accionista es ENEL Energy Europe, según imágenes transmitidas por el canal de noticias 24Horas.

El incendio comenzó después de que el edificio fuera atacado por desconocidos, señaló ENEL en un comunicado, lo que obligó a retirar a los 40 empleados que permanecían en el lugar. Algunas escaleras y oficinas de los pisos superiores se quemaron, precisó Gabriel Huerta, comandante de los bomberos de Santiago.

Los noticiarios difundieron imágenes de amplios destrozos dentro de varias estaciones, incluidos mobiliario, techos, puertas y vidrios.

En un discurso desde el palacio de gobierno, Piñera dijo que con el estado de excepción busca asegurar el orden público y “la seguridad de los habitantes, proteger los bienes y derechos de cada uno de los compatriotas que se han visto complicados por la acción de verdaderos delincuentes”.

El mandatario hizo el anuncio pasada la medianoche luego de regresar al palacio de gobierno y reunirse con varios de sus ministros. El estado de emergencia permite restringir las libertades de reunión y locomoción, y designó al general del ejército, Javier Iturriaga, a cargo de supervisar su cumplimiento.

Afectará a las comunas (sectores) de Santiago, Chacabuco, Puente Alto y San Bernardo, en la Región Metropolitana, y es decretado “en caso de grave alteración del orden público, daño o peligro para la seguridad de la Nación”, por 15 días prorrogables.

En una rápida reacción, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional anunció la postergación de los partidos de primera y segunda división el fin de semana.

Los desórdenes y actos vandálicos se extendieron desde el centro de Santiago a sectores de la periferia, donde los manifestantes, ya no sólo estudiantes secundarios, atacaron los ingresos de estaciones e iniciaron ruidosas protestas por toda la ciudad. En algunas áreas, la policía se retiró.

Una de las estaciones quemadas fue la de Trinidad, en el sur de la ciudad, mientras que de la estación San José de la Estrella, en la misma zona, salía mucho humo.

La ministra de Transportes, Gloria Hutt, que más temprano descartó una reducción en el precio de los pasajes, dijo que “es posible que durante la próxima semana recuperemos el funcionamiento (del subterráneo), de forma gradual”.

La tarifa del metro subió de 800 a 830 pesos (de un dólar a 1,16 dólares).

Los santiaguinos estaban divididos entre los que apoyan las manifestaciones y los que se quejaron porque se les dificultó regresar a casa tras salir de sus trabajos.

“Es inaceptable que por culpa de los escolares no podamos volver a nuestra casa”, dijo Daniel Fuentealba, trabajador bancario, a The Associated Press.

El ministro del Interior, Andrés Chadwick, anunció que el gobierno presentó una querella por Ley de Seguridad Interior del Estado contra los responsables de causar daños a los bienes del tren subterráneo y de impedir su funcionamiento normal. La norma prevé condenas de entre tres a cinco años de cárcel a los infractores.

Chile carece de combustibles fósiles y debe importar todo el petróleo y gas natural que necesita para funcionar, lo que se traduce en pasajes del transporte público caros, elevados precios de gasolinas, diésel y energía eléctrica, entre otros.

Las revueltas de los estudiantes de secundaria empezaron masivamente el lunes con centenares de jóvenes que irrumpieron en diversas estaciones saltando o metiéndose por debajo de los validadores de pasajes.

El jueves por la tarde muchos manifestantes incrementaron las acciones violentas, rompieron controladores de ingreso y vidrios, y el viernes lanzaron escombros a las líneas electrificadas e hirieron a un conductor al arrojar vidrios sobre el ventanal del vagón guía.

Al menos 16 funcionarios sufrieron lesiones de diversa magnitud, dijo Eric Campos, dirigente sindical de los trabajadores del subterráneo.

Diariamente se realizan tres millones de viajes en el metro, informó la empresa. Centenares de miles de personas que lo utilizan para regresar a sus casas vieron muy dificultado el retorno, y el refuerzo de 100 autobuses del transporte público fue insuficiente.

La policía incrementó su presencia en las estaciones, y en muchos casos reprimió con chorros de agua y gases lacrimógenos a los manifestantes, los cuales seguían protestando al anochecer y levantaron barricadas en las cercanías de algunas estaciones del centro de la ciudad.

La Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios, una de las dos agrupaciones que aglutinan a los estudiantes de ese nivel, exhortó a mantener las protestas.

El sistema Metro, que a media tarde suspendió el servicio en tres de sus seis líneas, cerró todas al anochecer.

El presidente del directorio de Metro, Louis De Grange, indicó que los manifestantes ocasionaron daños en el subterráneo por 400 a 500 millones de pesos, entre 558.000 y 698.000 dólares.

El Metro sube el valor de las tarifas cuando se suman factores como el alza del dólar, del petróleo y el desgaste en los materiales. El pasaje subió a comienzos de mes en casi un 4%, aunque el costo para adultos mayores y escolares no se incrementó.

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