«¿Por qué hay tanto racismo en Perú?», fue una de las preguntas que más se repitió cuando les pedimos a nuestros lectores sugerencias de cara al Hay Festival de Arequipa.
«En toda Latinoamérica el racismo es un problema vivo, pero en Perú incluso más», nos dijeron algunos.
Así que para dimensionar y entender mejor ese problema, recurrimos a la nueva generación de escritores peruanos.
Y estos inmediatamente nos remitieron a dos de los viejos maestros: Mario Vargas Llosa y José María Arguedas.
«El nudo colonial»
Efectivamente, para Jeremías Gamboa, un gran punto de partida para entender mejor a Perú y los peruanos es «Conversación en la catedral» de Mario Vargas Llosa.
«Todos nosotros en Perú -desde Vallejo, que decía que le fregaban los cóndores, hasta nosotros, que somos los escritores del nuevo siglo- lidiamos con eso que el sociólogo peruano Gonzalo Portocarrero llama el nudo colonial«, explica el joven novelista.
«Y ‘Conversación en La Catedral’ muestra muy bien ese nudo», dice de la obra que Vargas Llosa una vez identificó como la que salvaría de un hipotético fuego si sólo pudiera rescatar una de sus novelas.
El nudo en cuestión, como explica Gamboa, se formó hace más de cinco siglos, cuando los conquistadores españoles «instalaron un sistema de dos repúblicas: una de blancos y una de indios«.
«Eran repúblicas con sistemas tributarios diferentes, regímenes legales diferentes, derechos diferentes», describe Gamboa.
«Y desde entonces hemos vivido obsesionados por saber en qué lado de la república vivimos»
Para el autor de «Contarlo todo», esa situación generó «una enfermedad, vamos a decirlo así, un trauma, con el que hemos lidiado todos durante siglos: la enfermedad del racismo«.
Una enfermedad que sin duda también está presente en otros países latinoamericanos pero que, para Gamboa, en Perú tiene un acento muy particular: «el acento de la sospecha de uno mismo».
El problema de «cholearse»
«Lo que hay en Perú es una gran mayoría mestiza que no se asume como tal. O se asume mestiza de la boca para afuera, está obsesionada por ver cuán cholo es el otro, que porcentaje de choledad tiene», asegura el escritor.
«Es una cosa, creo yo, que mantenemos de la colonia, donde se imponía la necesidad de ser lo menos indio posible para pertenecer a la república que te daba mayores beneficios: la de los blancos», explica.
«Y uno de los grandes asuntos de Santiago (el protagonista de ‘Conversación en la catedral’) es precisamente cholearse«, apunta.
El tema también está presente en muchas otras obras de Vargas Llosa.
«Especialmente en sus primeros libros, uno percibe que una característica de la forma de ser del peruano es su entraña discriminatoria«, explica Renato Cisneros.
«Eso se aprende leyendo a Vargas Llosa: los peruanos convivimos juntos a pesar de nosotros mismos», dice.
El mestizaje como problema
Para el autor de «La distancia que nos separa», si bien la diversidad es un valor, en Perú esta «tiene también esa contraparte perniciosa que es la diversidad entendida como jerarquía social«.
«Eso lo ve uno muy bien en Vargas Llosa, junto al realismo de la ciudad, el Perú más contradictorio», apunta.
Como complemento de la obra esencialmente urbana del Nobel peruano, sin embargo, Cisneros recomienda también la lectura de José María Arguedas.
«En la literatura de Arguedas -explica Cisneros- está sobre todo el hombre andino, su mirada respecto de la ciudad, la permanente duda de sí mismo».
Y, de su obra, Gamboa sugiere «Los ríos profundos» como un libro fundamental para entender, desde otro registro, «esa gran herida peruana que es el dolor de ser mestizo, la casi imposibilidad de ser mestizo».
Para Gamboa, a diferencia de México -que tuvo regímenes populares muy fuertes que crearon un discurso de reivindicación de lo indígena allá en los 1920- Perú llegó «muy tarde a esa forma de imaginar lo mestizo como el centro de la nación».
«Hemos vivido más bien en contra de lo mestizo», apunta.
Y «Los ríos profundos» de Arguedas trata precisamente «de este chico mestizo que es criado ente indios y no sabe dónde instalarse, donde ubicarse, y vive esta condición con dolor, desde la incomprensión y la dificultad», resume.
«‘Los ríos profundos’ es, justamente, el centro de todo ese asunto desde una visión andina«, explica el novelista.
Tiempo de cambios
El mundo andino retratado por Arguedas se vería sin embargo violentamente sacudido, años después, por la guerra con el grupo maoísta Sendero Luminoso, que dejó unos 70.000 muertos entre 1980 y 2000.
Y las grandes oleadas de migrantes que llegaron a la capital huyendo de esa violencia terminarían convirtiéndose en los protagonistas de un proceso de cambio en el que los escritores peruanos contemporáneos también están participando.
«Las clases mestizas han hecho el milagro peruano», dice Gamboa de los migrantes que llegaron de la sierra y terminaron creando emporios textiles como los de la zona de Lima conocida como Gamarra.
«Son un grupo que se está educando, que está leyendo, que ha generado incluso un boom editorial en el Perú y ha creado un público masivo para el teatro y las películas peruanas que antes no había», apunta.
«Y todo esto ha ayudado a romper las antiguas barreras de las generaciones anteriores de creadores que se dividieron entre criollos y mestizos, los del bando de Vargas Llosa y los del bando de Arguedas, el Perú de la república de blancos y el de la república de indios»
«Vargas Llosa era el cosmopolita que se va a Florencia y Arguedas el mestizo que se duele y se va hacia al interior y no se integra», explica.
«Pero me parece que el Perú -quiero creerlo- está cambiando», dice.
No en balde, el protagonista de la primera novela de Gamboa -apadrinada por Mario Vargas Llosa y Carmen Balcells, la agente de los escritores del llamado boom latinoamericano- es un chico mestizo.
«‘Contarlo todo’ es un primer intento por imaginar a un chico mestizo de un barrio de las afueras de Lima, hijo de migrantes -que es un poco mi propio background– que asume sin temores, al final de su recorrido vital, el ser mestizo«, explica Gamboa.
«Y que asume que está bien ser mestizo», concluye.
fuente.bbcmundo