Como cada 12 de marzo, hoy se celebra el Día Mundial del Glaucoma, cuyo fin es sensibilizar a la población sobre la importancia de prevenir ese mal que no tiene cura y puede llevar a la ceguera total si no se trata a tiempo. Aquí te decimos cómo ponerle un alto a esa sigilosa dolencia.
El glaucoma es una enfermedad que va robando la visión de forma gradual y que ocurre cuando el sistema de drenaje del ojo se tapa y no puede drenar el fluido intraocular. Dicha acumulación causa un aumento de presión en el interior del ojo que daña el nervio óptico, llevando a la pérdida de la visión, asegura el sitio glaucoma.org.
La misma entidad señala que este mal suele estar presente en ambos ojos, pero casi siempre la presión intraocular se empieza a acumular en uno solo. Este daño puede causar cambios graduales en la visión y, posteriormente, pérdida de la misma.
Es importante señalar que lo primero que afecta es la visión periférica (lateral), sin embargo, la alteración es tan pequeña que la persona no lo nota. De hecho, los cambios se perciben hasta que afectan el campo de visión central.
¿Cuántos tipos hay?
Existen dos tipos, siendo el más común el glaucoma crónico de ángulo abierto. El desarrollo de este es gradual y se debe a que el ojo no drena el fluido tan bien como debería. Entre sus características están que no es doloroso y tampoco causa cambios en la visión cuando inicia.
El otro es el glaucoma de ángulo cerrado, y se produce cuando el iris de una persona está muy cerca del ángulo de drenaje en el ojo y lo bloquea por completo.
Cuando esto ocurre, la presión ocular aumenta rápidamente y se llama ataque agudo. Se trata de una verdadera emergencia ocular que requiere atención oftalmológica inmediata, pues de lo contrario la persona puede perder la vista. Para evitar esto es que son importantes los controles anuales.
Los síntomas de un ataque agudo
La visión se vuelve borrosa de repente.
Hay dolor intenso en el ojo.
La persona presenta dolor de cabeza.
También hay dolor de estómago, náuseas y vómito.
Se ven anillos o aureolas de arcoíris de color alrededor de las luces.
¿Quiénes están en riesgo?
Según la AAO, son más propensas:
Las personas mayores de 60 años.
Quienes tienen parientes con glaucoma.
Quienes tienen presión ocular alta.
Aquellos que padecen hipermetropía o miopía.
Las personas que han sufrido una lesión en el ojo.
Los que han usado esteroides de forma prolongada.
Quienes tienen córneas delgadas en el centro.
Los que sufren de estrechamiento del nervio óptico.
En general, quienes padecen de diabetes, presión alta, migrañas, mala circulación de la sangre u otros problemas de salud que afectan a todo el cuerpo.
¿Cómo se previene?
De acuerdo con efesalud.com, la mayor prevención se hace al realizar controles oftalmológicos anuales.
La AAO recomienda que todas las personas deben hacerse exámenes para descartar el mal alrededor de los 40 años, y luego cada dos o cuatro años. Sin embargo, si hay mayor riesgo para desarrollar la enfermedad, debe hacerse el examen cada uno o dos años a partir de los 35.
Importante
La pérdida de visión causada por el glaucoma es irreversible, pero si se detecta a tiempo y se sigue un tratamiento con cuidado y constancia, se puede conservar la visión. Existen tratamientos médicos (colirios), láser y quirúrgicos. La efectividad es alta sobre todo si se aplica a tiempo, indica efesalud.com.
fuente:edh