El clima de protestas no cesa en Bolivia «Tranquilidad le pedimos a Dios»

LA PAZ, BOLIVIA — Para doña Julia, una vendedora de ensalada de frutas en una calle de La Paz, Bolivia, que retorne la tranquilidad a su ciudad es casi una súplica.

Su petición se repite entre estudiantes, trabajadores y pobladores con los que conversó la Voz de América.

Todos lamentan que ni la renuncia del presidente Evo Morales ni el ascenso de un gobierno de transición alcanza hasta ahora para poner orden en casa.

«Después de las votaciones ha habido problemas, ya no hemos podido vender aquí», dijo la emprendedora Julia, apostada junto a la mercancía en su punto de venta, en alusión a las disputadas elecciones del pasado 20 de octubre.

Las protestas no han cesado desde octubre, con enfrentamientos violentos en las calles entre seguidores de Morales y opositores que catalogaron como «fraude» la pasada elección.

El viernes seguía el clima de tensión. El despliegue de los movimientos sociales están impidiendo el abastecimiento de alimentos y combustible a La Paz, como pudo comprobar un equipo de la VOA.

Sin embargo, muchos tenían esperanzas de que el país recupere paso a paso la tranquilidad, luego de que el gobierno de transición comenzara el jueves a dialogar con la oposición para destrabar la aguda crisis política que sufre Bolivia.

El viernes en La Paz las escuelas continuaban cerradas y había escasez de combustibles y alimentos por las interrupciones en el abastecimiento.

«Las negociaciones continúan. Muchos de ellos (aliados de Morales) son personas comprometidas con el país y manifiestan el deseo de llevar de manera conjunta este proceso», dijo a periodistas el viernes la presidenta provisional, Jeanine Áñez.

Entrevistados dijeron que todos se afectan con la crisis, tanto los habitantes del campo como los de la ciudad.

Los enfrentamientos de las últimas semanas han dejado un saldo de 10 muertos, 500 heridos y 460 detenidos, según datos oficiales. El Instituto de Investigaciones Forenses de Bolivia reportó que de 10 fallecidos, ocho murieron por disparo de arma de fuego.

«Los presidentes se escapan todos vivos», dijo Julia. «Tranquilidad le pedimos a Dios».

«Espero que se tranquilice todo, eso espero», indicó.

La estudiante de secundaria, Neiva Miranda, tiene sus propias demandas.

«Estamos exigiendo que se respeten nuestros derechos a la educación, porque se nos están vulnerando los derechos a la educación», dijo.

«Exigimos que se reanuden las clases, pero no podemos reaunudar en un conflicto donde se están viendo gasificaciones, enfrentamientos. Pedimos que se nos den las garantías», afirmó Miranda.

Daniel Calisaya, otro comerciante, vende a 10 bolívares la bandera Wiphala: «Hay que buscarse la vida de todas formas».

«Nosotros aquí tenemos nuestros puestos de venta y lamentablemente nosotros trabajamos con bancos, con plata prestada (…) nos han perjudicado», dijo Calisaya.

«La familia sufre»

Bolivianos consultados dijeron sentirse agobiados, en parte porque sus ingresos son diarios y se está afectando la alimentación de los niños y de la familia.

«Hemos sufrido un perjuicio tanto en el trabajo y en la parte económica», dijo un boliviano consultado en una calle de La Paz. «Hay personas que tienen su ingreso diario y la familia sufre (…) especialmente los niños».

Algunos mercados incluso están abriendo parcialmente, debido a la inseguridad, dicen los vendedores: «Estamos abriendo hasta mediodía por seguridad, tenemos miedo», dijo una vendedora del mercado de Lanza, en la Paz.

«Como no hay movilidad está todo peligroso, están acabando lo que tienen», afirmó en alusión a que no están llegando los abastecimientos. «Estamos muy preocupados con este problema que hay de las marchas, como están habiendo asaltos», agregó.

María Lucy, también boliviana se quejó de todo lo vivido en los últimos días: «Mucha gasificación, toda la ciudadanía yo creo que ha tenido que retornar a sus casas».

Crisis en el transporte

Las marchas que avanzan hacia La Paz afectan el sistema de transporte, según explicaron bolivianos a VOA Noticias.

«No podemos trabajar normalmente, (ni hacer) nuestros trámites normalmente», dijo Wilfredo Avila Galván. «Nos perjudica, vengo de la ciudad de El Alto y está todo congestionado», afirmó.

«He tenido que caminar fuerte. Ha sido un perjuicio que nos ha llevado, Dios quiera, a un objetivo muy claro», dijo otra boliviana consultada por la VOA.

(Colaboración: Karen Sánchez)

 

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