EL CEREBRO PUEDE INTEGRAR VISIÓN NATURAL Y ARTIFICIAL PARA TRATAR LA CEGUERA

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bar-Ilan y de la Universidad de Stanford revela que el cerebro es capaz de integrar la visión natural y la artificial, mientras mantiene y procesa información importante para la visión, informó el sitio The Times of Israel.

“La degeneración macular relacionada con la edad (DMAE), es causada por el envejecimiento de los receptores de luz (la capa fotorreceptora y la capa de soporte adyacente llamada epitelio pigmentario retinal), explica el profesor Yossi Mandel, director del Laboratorio de Ciencia e Ingeniería Oftálmica de la Universidad de Bar-Ilan y autor principal del estudio.

“La continua exposición de estas capas a la luz, al calor y al estrés oxidativo causa un daño crónico que eventualmente puede llevar a la pérdida de fotorreceptores y a la ceguera. La degeneración macular es la principal causa de ceguera en el mundo occidental entre personas mayores de 50 años, y su prevalencia aumenta con la edad”.

Aunque no hay cura para la degeneración macular, recientes avances significativos en implantes de retina artificial pueden conducir a un tratamiento efectivo.

La retina dentro del ojo contiene receptores de luz (fotorreceptores) que absorben la luz. La información es luego procesada y transmitida al cerebro. La mácula, localizada en el centro de la retina, procesa la mayor parte de la información que llega al cerebro desde el ojo, lo que permite ver mientras se lee y se conduce, o cualquier otra actividad que requiera una visión precisa. En la retina periférica, el área de la retina fuera de la mácula que ayuda principalmente con el juicio espacial, la visión es 10-20 veces menos precisa.

En personas que sufren de degeneración macular, la visión precisa se ve afectada por el daño al centro de la retina, mientras que la visión periférica permanece normal.

Cuando hay daño en las capas fotorreceptoras de la retina, se puede implantar una retina artificial, un dispositivo construido con electrodos diminutos de menor anchura que un pelo, explicaron los investigadores.

“Estos electrodos estimulan las células retinianas restantes, dando lugar a la restauración visual, aunque sea parcialmente. Los pacientes con AMD implantados con una retina artificial poseen una combinación de visión central artificial y visión periférica normal”.

Los pacientes con DMAE implantados con una retina artificial poseen una combinación de visión central artificial y visión periférica normal.

Los investigadores estudiaron cómo esta combinación de visión artificial y natural es procesada por el cerebro, y si puede integrarlas adecuadamente, con el fin de desarrollar productos que puedan ayudar a las personas con ceguera.

“La corteza visual de nuestro cerebro procesa la información de la retina. Queríamos saber si el cerebro es capaz de procesar y analizar e integrar la información procedente de la retina protésica y de la retina natural. Esto permitirá al paciente ver, aunque parte de la información proviene de un chip artificial”, destacó Mandel.

En su estudio, los investigadores colocaron a roedores implantes similares a los creados para los humanos y estudiaron la actividad del cerebro. El implante de retina, desarrollado por el Prof. Daniel Palanker de la Universidad de Stanford, está compuesto de decenas de células solares diminutas y electrodos.

“Descubrimos que el procesamiento básico o las capacidades de la corteza visual se conservan, y son capaces de combinar las señales artificiales y naturales, al igual que cuando ambas señales vienen de forma natural, cuando las personas tienen una visión natural”, explicó Mandel.

“Estos resultados pioneros tienen implicaciones para una mejor restauración de la visión en pacientes con DMAE implantados con prótesis de retina y apoyan nuestra hipótesis de que la visión protésica y natural puede ser integrada en el cerebro”, añadió.

El estudio, publicado en la revista Current Biology, se llevó a cabo en el laboratorio del Prof. Mandel en la Escuela de Optometría y Ciencias de la Visión, la Facultad de Ciencias de la Vida y el Instituto de Nanotecnología y Materiales Avanzados (BINA) de la Universidad Bar-Ilan, en colaboración con el Prof. Palanker de Stanford.

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