El anciano de 81 años que murió defendiendo a su vecina de pandilleros que la violaban

La comunidad donde el miércoles mataron a don Manuel es un puñado de pequeñas champas de láminas herrumbrosas, recicladas. Las casas de ladrillo son la excepción.

 A don Manuel lo recuerdan en la comunidad 15 de Marzo, Soyapango, como un anciano de figura delgada, de andar encorvado, pero aún sin bordón… y de lucha diaria por ganarse honradamente el sustento junto a su mujer, Carmen García.En la comunidad 15 de Marzo sus vecinos solo lo conocían por Manuel, pero en realidad, según la Policía, se llamaba Manuel de Jesús Jurado. Ya tenía 81 años de edad y unos ocho de vivir en el lugar donde al final de la tarde del miércoles lo mataron varios pandilleros.

La comunidad 15 de Marzo está al costado poniente del hospital Lamatepec, del Seguro Social. La entrada principal de ese vecindario está a solo cruzar el carril del bulevar del Ejército que lleva hacia Soyapango. Enfrente está una estación del Sitramss, custodiada por cuatro militares encapuchados y armados con fusiles M-16.

La comunidad donde el miércoles mataron a don Manuel es un puñado de pequeñas champas de láminas herrumbrosas, recicladas. Las casas de ladrillo son la excepción.

Las calles angostas más parecen veredas encharcadas por las aguas usadas por cada familia. De agua potable sólo tienen un chorro público.

En una de esas champas de lámina vivía don Manuel Jurado junto a su mujer, Carmen García.

¿Por qué mataron al anciano?

A la par de Manuel y Carmen, vivía Flor con sus dos hijos en una champa igual a la de los dos ancianos.

El miércoles, como a las 5:30 de la tarde, cinco pandilleros irrumpieron en la casa de Flor y de inmediato la sometieron para violarla. El hijo mayor de Flor, de 14 años, intentó defender a su madre, pero lo sacaron a golpes de la casa.

Los pandilleros continuaron con el ultraje sexual mientras el hijo de ella continuaba siendo golpeado. Ella gritaba por ayuda.

Fue en ese momento en que Manuel, al escuchar los gritos de auxilio de su vecina, cogió un machete y caminó a a ver en qué peligro estaba.

Aparentemente, a fuerza de machetazos, el anciano logró desarmar a uno de los pandilleros, pero el resto se le abalanzó y lograron someterlo.

Los pandilleros golpearon a Manuel con un martillo y una gruesa cadena de hierro hasta matarlo.

En la comunidad 15 de Marzo los vecinos se limitan a señalar el lugar donde ocurrieron los crímenes. Nada más.

Es comprensible que mientan cuando dicen que ellos no estaban en sus casas a la hora de los hechos. Tienen temor a ser blanco de represalias de pandilleros que controlan la vida de todos en el vecindario.

De acuerdo con la escasa información que ha proporcionado la Policía, una patrulla de la Unidad de Emergencias 911 que andaba cerca del lugar fue alertada del hecho.

Cuando llegaron los policías aún hallaron desnudo a Nicolás B. M., uno de los pandilleros, quien trataba de escapar al percatarse de la presencia policial.

Momentos después capturaron a Jonathan A. V. y José G. M., todos mayores de edad y miembros de la pandilla 18 Sureños, según la Policía.

Cuando los agentes llegaron, don Manuel ya estaba muerto. Cerca de su cadáver estaba una arma de fuego, que cargaba uno de los delincuentes.

La Policía evacuó a la mujer del anciano, que también fue golpeada por los pandilleros. Igualmente se llevaron a Flor y a los hijos de ella.

De los tres pandilleros capturados, dos viven en la Comunidad 15 de Marzo. De acuerdo con las autoridades, uno de ellos es mecánico, trabaja en un taller automotriz, mientras que el otro, aparentemente es estudiante, este último es a quien capturaron desnudo, según fuentes policiales.

Posiblemente, Manuel Jurado sea una de las víctimas de mayor edad que miembros de pandillas hayan asesinado en El Salvador por tener el valor de encararlos y defender a una mujer.

Lo cierto es que muchos vendedores ambulantes del sector del parque Bolívar, en San Salvador, a partir de hoy extrañarán la presencia de don Manuel, aquel anciano quien se ganaba la vida vendiendo tostadores de tortillas artesanales y pequeñas linternas de a 25 centavos de dólar, a la vez que recogía latas.

Por su parte,  Carmen, su compañera de vida, tendrá que sobrevivir sin la ayuda de aquel hombre que el peso de 81 años le habían encorvado un poco la espalda, pero no la capacidad de trabajar ni la valentía; muestra de ello es que no pudo permanecer indiferente ante los gritos de auxilio de Flor, su vecina.

fuente.EDH

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