La base entera del acuerdo es el apaciguamiento. Este ‘llama’ solamente a Irán a no probar misiles.
La constante prueba de misiles por parte de Irán el sábado ha dado al Presidente Trump una razón más para hacer jirones el acuerdo de su predecesor con el régimen de Teherán. Después del lanzamiento de un misil balístico de Irán el 29 de enero, el gobierno de Trump respondió con nuevas sanciones y un duro discurso. Pero estos no tendrán un impacto material sobre Teherán o su campaña de décadas para adquirir armas nucleares.
La cuestión real es si Estados Unidos revocará el acuerdo de Barack Obama con Irán, admitiéndolo como una debacle estratégica, un resultado de la visión mundial y mala práctica diplomática del último presidente. Terminar el acuerdo subrayaría que Irán ya lo está violando, tiene claramente intención de continuar buscando armas nucleares, trabaja estrechamente con Corea del Norte en buscar armas nucleares y continúa apoyando al terrorismo internacional así como acciones militares provocadoras. Escapar del Pantano Serbio que crearon las negociaciones de Obama restablecería el liderazgo resuelto y claridad moral de los que ha carecido Estados Unidos durante ocho años.
Pero los que apoyaron el acuerdo con Irán, junto con incluso muchos que se habían opuesto a él, argumentan contra la anulación. En su lugar, ellos dicen que Estados Unidos debe ‘ejecutar en forma estricta’ los términos del acuerdo, y esperar que Irán se retire. Esto sería un error por dos razones. En primer lugar, los errores de cálculo estratégicos encarnados en el acuerdo ponen en peligro a Estados Unidos y sus aliados, no prestando legitimidad a los ayatolas, los banqueros centrales del mundo para el terrorismo.
En segundo lugar, “ejecutar en forma estricta” el acuerdo, es tan probable que tenga éxito como clavar gelatina en una pared. El acuerdo no sólo refleja apaciguamiento, sino que la diplomacia del Presidente Obama produjo léxico débil, ambiguo y confuso en muchas disposiciones específicas. Estas fallas en la redacción crearon enormes lagunas legales, e Irán está manejando ahora sus programas de misiles y nuclear directamente a través de ellas.
Consideren las pruebas recientes de misiles balísticos por parte de Irán. El gobierno de Trump las ve como violando el acuerdo. Irán discrepa. Veamos qué significaría en realidad “ejecución estricta”, teniendo en cuenta que el acuerdo bastardo tiene 104 páginas, que consiste de la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad y dos adjuntos: el Anexo A, el Plan Integral de Acción Conjunto (el acuerdo nuclear principal, conocido por el acrónimo JCPOA); y el Anexo B, que cubre otros temas incluidos los misiles balísticos.
El Anexo B no es de hecho un acuerdo. Irán no es una parte de él. Es en cambio una declaración por parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania, con intenciones de “mejorar la transparencia” y “crear una atmósfera conducente” a implementar el acuerdo. El párrafo clave del Anexo B dice: “Se llama a Irán a no emprender ninguna actividad relacionada a misiles balísticos diseñados para ser capaces de entregar armas nucleares” durante ocho años.
Noten el lenguaje que he puesto en letra cursiva. No se prohíbe a Irán participar en toda actividad de misiles balísticos, es meramente “llamado a” hacerlo. El alcance de la actividad proscripta es limitado en forma distinta, aplicándose solamente a misiles “diseñados para ser capaces” de cargar armas nucleares. La implementación es dejada al Consejo de Seguridad.
Las lagunas legales son más grandes que la actividad presuntamente proscripta. Irán simplemente niega que sus misiles estén “diseñados” para ojivas nucleares–porque, después de todo, no tiene un programa de armas nucleares. Esta es una mentira palpable, pero tanto el JCPOA como un Consejo de Seguridad unánime la aceptaron. La Resolución 2231 incluye un párrafo: “Dando la bienvenida a la reafirmación de Irán en el JCPOA que bajo ninguna circunstancia buscará jamás, desarrollar o adquirir cualquier arma nuclear.” Los ayatolas han estado haciendo precisamente eso desde su revolución de 1979.
Finalmente, la misma Resolución 2231 también “llama” meramente a Irán a cumplir con los límites a los misiles balísticos del Anexo B, aun cuando la misma oración dice que todos los estados “cumplirán” con otras disposiciones. Cuando el Consejo de Seguridad quiere “prohibir” , “demandar” o incluso “decidir”, sabe cómo decirlo. Aquí no lo hizo.
El resultado es muy simple: Irán no puede violar el lenguaje de los misiles balísticos porque ha reafirmado que no tiene un programa de armas nucleares. ¿Realmente, qué podría salir mal?
Estas son palabras engañosas del más alto orden, emparejadas con pura tergiversación por parte de Irán y ceguera voluntaria por parte de Estados Unidos. La gelatina no se pegará a la pared. El acuerdo no puede “ser ejecutado en forma estricta.” Y este es sólo un ejemplo de la redacción resbaladiza encontrada a lo largo del acuerdo.
Fuentes del Pentágono han dicho que el misil que Irán probó hace poco falló mientras reingresaba a la atmósfera de la Tierra. Esto es llamativo. Si el programa de misiles fuera, como afirma Irán, sólo para lanzar satélites climáticos y de comunicaciones, no habría ninguna necesidad de probar vehículos de reingreso. El objetivo sería poner los satélites en órbita y mantenerlos allí. Pero las ojivas nucleares obviamente tienen que reingresar a la atmósfera para alcanzar sus objetivos. Las pruebas recientes proporcionan aún más evidencia acerca de qué ha tratado siempre el programa de misiles balísticos de Irán, a saber suministrar vehículos de entrega para las armas nucleares.
El tiempo siempre trabaja del lado de los proliferadores nucleares, y el acuerdo con Irán está proporcionando camuflaje protector a los ayatolas. Cada día que Washington deja que pase sin hacer jirones el acuerdo es un día de peligro para Estados Unidos y sus amigos.
John Bolton es un miembro principal en el American Enterprise Institute y autor de “Rendirse no es una Opción: Defender a Estados Unidos en las Naciones Unidas y el Exterior.” (Simon&Schuster, 2007).
Fuente: The Wall Street Journal