El aclamado y crudo documental grabado por una joven siria que parió en medio de la guerra

El joven médico que tomó los signos vitales a su hija Sama murió tras un bombardeo. También murieron otros amigos y allegados. Waad al Kateab lo registró todo con su cámara.

Un demoledor documental cuenta la historia de cómo la ciudad siria de Alepo se convertía en un campo de batalla frente a la lente de una joven camarógrafa, que en medio de todo eso, se casa y queda embarazada.

«For Sama», cuyo estreno comercial fue en septiembre, ha recibido excelentes críticas y está amasando premios, entre ellos el galardón al mejor filme independiente en los British Independent Film Awards el 2 de noviembre.

Al Kateab capturó momentos íntimos y terribles en su vida y la de su esposo, un médico activista que regentaba un improvisado hospital en el este de la ciudad.

La documentalista filmó, entre otras escenas dolorosas, a niños gravemente heridos que morían mientras sus madres lloraban con desespero.

En medio del conflicto, la documentalista parió a su primera hija, a quien está dedicado el filme codirigido por el británico Edward Watts.

Pese a los grandes peligros que enfrentaban, la pareja permaneció en Alepo en el último hospital que quedaba en pie administrado por los rebeldes opositores al gobierno de Bashar al Asad.

La familia abandonó la ciudad en 2016, se refugió en Turquía y ahora vive en Londres.

Al Kateab conversó sobre la experiencia de grabar su vida en medio de una guerra.

Esta es una versión editada de la entrevista para facilitar la lectura.

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Waad al Kateab
El documental de Waad al Kateab, codirigido por el británico Edward Watts, ha sido reseñado como «una de las representaciones más íntimas del conflicto en Siria».

¿De qué se trata su documental?

Fueron 5 años de amor y muerte y de esperanza. Es una carta de amor a mi hija Sama, a quien le intento explicar lo que pasaba en Siria con nuestras propias voces. También es una carta de amor a Alepo, el lugar que amo y en el que me gustaría pasar el resto de mi vida.

Nadie puede darse cuenta de las vidas y el amor que hay detrás de una guerra y a quiénes afecta realmente: a las madres, a los niños. La gente puede pensar que se trata de un combate y se enfocan en eso.

Además lo ven como si fuese un conflicto en las que las dos partes se miden de modos iguales, pero olvidan que hay personas allí tratando de vivir una vida mejor.

¿Por qué decidió hacerlo y por qué en video?

Creo que nadie podría describir lo que pasó. Creo que no podía haberle mostrado a la gente mejor Alepo que en video. Traer a la gente dentro de Alepo y hacer que vivan esta experiencia y que se adentren en los detalles. Dejé la cámara encendida las 24 horas por años porque quería que esa cámara capturara las circunstancias de lo que vivíamos.

Cargaba las baterías mientras dormía, jamás se me ocurrió cargar las baterías mientras estuviese despierta.

Nunca hablamos de filmar un documental ni de filmarnos a nosotros mismos. Nunca pensamos en expresarnos antes de la revolución. Crecimos en un país en dictadura donde todo lo controlaba el gobierno, así que no podíamos hablar como queríamos, no éramos libres.

La pareja está de pie frente a un grafiti que pintaron sobre unas ruinas y que dice: "No queremos irnos, fuimos obligados a hacerlo".
La pareja abandonó Alepo a finales en 2016 y dejó un grafiti sobre ruinas que dice: «No queremos irnos, fuimos obligados a hacerlo».

¿Cuándo se dio cuenta de que la situación empeoraba a un punto de no retorno?

Sabíamos que era una situación de no retorno desde el minuto uno de la revolución siria y nos pareció lo mejor, no queríamos que hubiese retorno. La vida antes de eso no era vida. Ahora podíamos buscar lo mejor para nosotros y para el país, sentíamos que éramos seres humanos.

Después de la revolución, todo lo que nos habían dicho cuando éramos más jóvenes era mentira, era lo que el régimen quería que supiéramos. Así que este era un momento en el que tenía que grabar esa historia, lo que estábamos haciendo.

Después de tener a su hija Sama, ¿cambió su percepción de lo que estaba viviendo?

Sí. Creo que para cualquier mujer joven que tiene su primer hijo el mundo entero cambia ante sus ojos. Ahora imagínese una madre en esta circunstancia.

Tenerla se convirtió en una verdadera razón por la que luchar. Ahora tenía una hija y quería asegurarme de que estuviese bien, de protegerla pero también hacer que crea en nuestro país y en unas mejores circunstancias para él.

Luchábamos con nuestros sentimientos y con nuestra razón pero siempre me sentí clara. Nunca tuve ese sentimiento de «me quiero ir» o de preguntarme si debía irme. Muchas veces claro que tuve mucho miedo pero nunca al punto de cuestionarme por qué seguía ahí.

Hamza al Kateab junto al equipo médico del hospital al Quds, fundado en el este de Alepo en 2012.
Hamza al Kateab junto a su hija Sama y el equipo médico del hospital al Quds, fundado en el este de Alepo en 2012.

¿Cómo hizo para mantener la compostura y seguir grabando en momentos tan profundamente terribles en el hospital, al presenciar la muerte de niños? ¿En algún momento paraba de grabar?

No sé cómo explicarlo, no sé cómo hice para aguantarme, para mantenerme fuerte y para seguir haciendo esto. Tenía a Hamza (su esposo y el médico director del hospital), un hombre maravilloso, que me apoyaba, y a otras personas que entendían la importancia de estar ahí y que sabían que estábamos haciendo lo correcto. Algo pasaba cada día, a veces me sentía muy desesperada y otras veces muy feliz y llena de esperanza.

Voy a darle dos ejemplos sobre cosas que pasaron.

Cuando estaba filmando el caos de la gente en el hospital empecé a grabar a una madre que acababa de perder a su hijo y me miró y me preguntó si estaba grabándola, y aparté la cámara un poco hacia abajo porque pensé que no quería que la filmara, pero entonces ella empezó a rogarme que siguiera grabando porque creía que esa cámara era la ventana por la que el mundo podía mirar lo que pasaba.

Me sentía tan triste, estaba destruida, pero tenía una gran responsabilidad con esta mujer. Tenía que continuar, sin importar lo que estaba sintiendo.

Waad Al Kateab y Hamza Al Kateab

 

El otro ejemplo fue el de un bebé que nació en la sala de emergencias luego de que su madre fuese herida tras un ataque. Estaba filmando y pensaba que estaba muerto. En ese momento mi hija Sama tenía apenas tres meses de nacida. Pensé que necesitaba seguir filmando porque esto era una clara evidencia al mundo exterior de que un bebé no podía morir así.

De repente el bebé abrió los ojos. Haber vivido eso me dio un sentimiento poderoso de esperanza para el resto de mi vida. Necesitaba seguir capturando la vida, la resiliencia y la esperanza.

¿Cómo le afectó ese momento en el que todo parecía mejorar en su ciudad, se casó, consiguió una nueva casa, y la situación volvió a empeorar?

Diría que preferíamos estar en una situación mala. Cuando la pasábamos bien y vivíamos momentos agradables sabíamos que no era para siempre. Cuando sabes que tu enemigo es un dictador, una persona o un gobierno que no se detendrá hasta destruir a la gente junto a sus sueños… estábamos conscientes de que las cosas se pondrían peor.

En todos estos momentos bonitos reunimos la fuerza para seguir luchando. Y cuando empezaban a pasar cosas malas, encontrábamos una forma de adaptarnos.

Waad al Kateab capturó los momentos más íntimos de su vida, como el nacimiento de su hija Sama.
Waad al Kateab capturó los momentos más íntimos de su vida, como el nacimiento de su hija Sama.

¿Por qué decidió entrevistar a niños y preguntarles acerca de sus sentimientos?

No fue realmente una decisión, sino que tuvo más que ver con cómo yo estaba viendo la situación, cómo estaba escuchándolos curiosos y cómo ellos entendían lo que pasaba.

Mi cámara era muy libre, nunca tuve un plan. Me sentí muy libre simplemente siguiendo mi intuición, grababa cuando algo me asustaba o cuando sentía que algo me daba esperanzas.

¿Cómo fueron esos primeros meses como refugiados en Turquía? ¿Decidió revisar todo el material que había grabado o se distanció de él mientras procesaba lo que había vivido?

El día después de habernos ido (de Siria) ya estaba intentando abrir todos los discos duros. Pensaba: «Si puedo hacer este documental mañana, lo haré».

Los primeros seis a nueve meses de estar en Turquía estaba muy molesta porque quería poder editar todo rápido y sacarlo. Era ese sentimiento de que lo perdimos todo y que la única cosa que teníamos ahora era este material.

Siempre lloro cuando veo las grabaciones. Creo que en ningún momento lo he repasado sin que se me salgan las lágrimas. Pero esto es tan importante para nosotros. Cada vez que veo a alguien viéndolo eso significa que están entendiendo por lo que pasamos.

Waad al Kateab
La joven capturó el caos y las trágicas muertes en el hospital improvisado que regentaba su esposo y también registra momentos alegres junto a sus amigos.

¿Qué cree que muestra este documental sobre Siria que el público general no haya visto?

Creo que hay más tiempo para contarle a la gente lo que estábamos viviendo, pudimos profundizar, ir al detalle y con más sentimiento de lo que la gente puede ver en reportes de noticias de dos o tres minutos. Da la oportunidad de ver más de cerca a estas personas y de escucharlas sin el formato tradicional de las noticias. Da la oportunidad de entender la situación, por qué pasó, las razones.

Es una situación complicada, pero a la vez es tan simple. En la revolución la gente quiere una vida mejor para ellos. La situación se complica al hablar de Estado Islámico o de la crisis de refugiados, pero en últimas la gente quiere una vida mejor.

¿Cómo es su vida ahora? ¿Cómo le ha afectado estar fuera de Siria?

(Mi esposo y yo) hablamos de eso todo el tiempo y creo que lo que estamos haciendo es tratar de arrojar luces sobre lo que está pasando en Siria. Ahora estoy viajando para mostrar el documental y creo que es la única cosa que me mantiene viva ahora. Esto es por Siria y no vamos a rendirnos.

¿Qué cosas está enseñando a sus hijas para que tengan a Siria presente?

Siempre intentamos enfocarnos en el lenguaje, de hablar en árabe para que nos escuchen y aprendan. También tenemos un súper mapa de Siria en nuestra casa donde señalamos dónde queda Alepo.

También hemos mantenido el contacto con varias de las personas que aparecen en el filme y todo el tiempo hacemos cosas relacionadas con Alepo. Mis hijas no podrán olvidar que esto pasó ni podrán decir que no pertenecen a esto.

 

fuente:bbcmundo

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