Médicos y enfermeras, mensajeros, dependientes de tiendas, agricultores, comerciantes y periodistas, son algunos de los oficios y profesiones que han tenido una revaloración durante los 46 días de emergencia sanitaria en el país.
Ernesto Rafael Mejía López, de 47 años de edad, trabaja en el área de Medio Ambiente en el municipio de Sensuntepeque. Desde hace 16 años hace el ornato de los parques y actualmente fue reasignado a la labor de desinfección en la entrada del municipio. “Para mí todo lo que es trabajo es bueno», dice.
Cesar Pérez, de 41 años de edad, pertenece a una familia de panaderos. Durante la tarde se encarga de la venta del producto en los alrededores de la colonia La Rábida. Pérez comenta que antes esperaban a sus clientes en un punto pero ahora también reparten hasta la puerta de las casas de las personas que buscan comprar el pan. Según el panadero el valor de su trabajo ha cambiado para bien durante la emergencia, «la gente no sale así que vamos a vender pan a la zona de la Rábida, la gente se muestra más agradecida porque llevamos el pan, aunque quisimos acatar las medidas de cuarentena no pudimos pues no fuimos beneficiados con el bono, re abrimos luego de unos día y nos dimos cuenta que el trabajo que realizamos no solo es para subsistir sino que ayudar a los demás».
Esmeralda Martínez es vendedora de frutas y verduras en un mercadito ambulante. Comenta que este servicio en tiempos de emergencia sanitaria representa el doble de trabajo y presión porque tratan de cumplir las medidas de limpieza mientras atienden. «Pero al mismo tiempo da satisfacción que las personas logran suplir sus necesidades de productos básicos aunque a veces por lo tedioso de los procesos digamos que no vamos a salir a trabajar», dice Esmeralda.
Axa Emperatriz López, de 30 años, es enfermera. López fue inspirada por su abuela para seguir sus pasos en la profesión de la enfermería, «mi abuela atendía a las personas con devoción, era muy apasionada al realizar su trabajo». Para López ser enfermera actualmente si es un trabajo riesgoso por estar directamente expuestos al contagio «pero es un riesgo que tomo conscientemente y lo hago con mucho esmero, me satisface ver como se recupera un paciente por medio del trabajo que realizamos. Miguel Cruz, 33 años, es doctor Especialista en Medicina Interna, decidió seguir los pasos de su madre quien es una enfermera de profesión que siempre tenía disposición a ayudar a su comunidad. Para Cruz es un deber de profesión poner a disposición los conocimientos que obtuvo en sus años de estudio en los tiempos de emergencia sanitaria, «el deber de la profesión es más grande de cualquier otra situación, aunque es un riesgo no tengo miedo, al contrario, cumplo mi trabajo con esmero y con más valor para encarar el problema».
Everson Iraheta, de 32 años, estudia para ejercer la docencia y lo ha hecho como maestro de música. También es un emprendedor al laborar en la mensajería independiente para sostener a su familia y pagar sus estudios. Él piensa que el servicio que ofrece es útil e importante, no se ha valorado lo suficiente y también es un trabajo de riesgo porque nos exponemos no solo al virus; sino también a muchas cosas». “El mensajero le da la comodidad al cliente de no salir y da seguridad que el producto llegue bien a la casa, aquí se ve que la máquina jamás sustituirá al hombre porque las aplicaciones nunca dan la ubicación exacta”.
El Agente de seguridad Ramos asegura que nunca se le ocurrió servir como agente de seguridad del ámbito privado. Esta una oportunidad surgió luego del conflicto armado. Para el ex integrante del servicio militar es importante en este rubro al igual que el de los policías, soldados y CAM, «nuestro servicio a pesar que es más específico es igual de importante, pues protegemos muchas instituciones que aportan al funcionamiento del país durante esta crisis, además de otras áreas de trabajo que no están funcionando». Aunque Ramos considera también que de alguna manera están expuestos al contagio. Comenta que los agentes de seguridad privados al igual que los agentes públicos de seguridad, no han tenido licencia por varios días para poder cuidar de sus familias y descansar.
José Raúl Flores, de 50 años de edad, se quedó desempleado a principios del año, pero desde hace dos meses trabaja como repartidor de agua en San Salvador. Para Flores su trabajo es importante y necesario, a pesar del riesgo que hay en él. “Sin importar el tiempo que se vive, uno siempre tiene la necesidad de trabajo porque hay que subsistir y mantener a la familia”.
José y Elvia Escobar forman parte de una familia de comerciantes. Para ambos pertenecer a los negocios pequeños es algo que les llena de satisfacción, porque llevan alimentos de primera necesidad a colonias de San Salvador para evitar que los encargados de familias salgan lejos de casa y se expongan siendo víctimas del alza de precios. José Escobar considera que su trabajo ha tenido una nueva valoración, «hace más de un mes pocas personas valoraban a los comerciantes micro que venden en la calle, ahora son los que están al frente y que están supliendo las necesidades de la gente, es un esfuerzo que uno hace y que ahora los demás reciben agradecidos». Escobar reconoce que ahora este trabajo es más tedioso y estresante por los controles y el alto precio de algunos productos orgánicos, ahora incluso deben comprar un día antes.
Juan José Gómez Rivera es asesor de servicios fúnebres de emergencia. Comenta que llegó a este rubro de casualidad hace 12 años, su labor trata de el levantamiento de cadáveres, ya sea en escenas de homicidio, accidentes o muertes naturales. Gómez comenta que su trabajo siempre es delicado y es un riesgo pues en cualquier momento puede contraer algún virus o infección al tener contacto con cadáveres. Sin embargo, él está consciente del riesgo, pero al mismo tiempo dice que es un servicio que da consuelo a los familiares, “me da satisfacción poder ayudar a que las personas se despidan dignamente de sus familiares, llueve o truene aquí estaremos sirviendo» comenta. El asesor afirma que actualmente debido a las medidas de emergencia el duelo es un proceso aún más doloroso para las personas que pierden un ser querido, «ahora los velan solo 3 horas, una noche y entierran temprano en la mañana, hay personas que se molestan no poder hacer mayor cosa, es duro y es difícil».
Alexander Aparicio, 23 años de edad, es parte del equipo de trabajo que mantiene limpias y libre de basura las calles y avenidas de San Salvador. Aparicio reflexiona que su labor es parte importante de los trabajos que ayudan a contener el coronavirus, pero también otras enfermedades, “Controlamos que no haya proliferación de basura y, aunque no combatimos el virus directamente, tratamos de minimizar el contagio y que no surjan otras enfermedades aparte del virus”.
Roberto Alas, es periodista de El Diario de Hoy. Para él, el periodismo es investigar, señalar los abusos de los poderes del Estado, mostrar que la pobreza y otras problemáticas sociales son parte de las erradas políticas de Estado elegidas. Lissette Monterrosa fotoperiodista de El Diario de Hoy, comenta que desde joven sintió interés por el periodismo, ya que esta profesión brinda la oportunidad de observar los sucesos relevantes que pasan en el país en el momento que ocurren. Para Monterrosa, que también es madre de familia, el fotoperiodismo es un deber importante, “mi familia es lo primero, es lo más importante, pero la labor periodística es parte de mi vida».
Miguel Ayala, de 28 años, reside en Santa Marta, Cabañas. Este joven posee un Técnico en Procesamiento en Lácteos y Carnes, pero se ha dedicado a lo que más le gusta: la investigación de la agricultura orgánica para mantener la alimentación saludable de la comunidad. “Mi trabajo es un deber que me da orgullo, desde que empezó a verse los efectos colaterales de la pandemia en el área de abastecimiento se toma en cuenta hasta los pequeños productores, porque nosotros ayudaremos por medio de nuestro trabajo a sacar adelante la demanda que hay en alimentos”.
Elder Andrade, de 48 años de edad, es conductor de ambulancia en Comandos de Salvamento desde hace 32 años. Para él, el deber está sobre el riesgo, por eso se protegen con equipo biomédico y hacen uso de las medidas para evitar el contagio. «Actualmente las emergencias han disminuido, si es un riesgo más la enfermedad para el trabajo que a diario hay que hacerlo, no sabemos lo que viene en nuestro trabajo pero estamos en las buenas y en las malas para servir porque nos gusta esta labor».
Juan José Rodríguez, de 42 años de edad, es parte del servicio de transporte público desde hace 22 años. «Mi trabajo es un oficio que yo elegí por falta de empleo». Rodríguez es conductor de la ruta 202 y viaja a diario de Ahuachapán a San Salvador. «El trabajo es un deber, pero en este tiempo es un riesgo para mí y mi familia; riesgo que debo tomar para que se movilice la fuerza de trabajo del país».
Orci Cortez de 50 años de edad se dedica desde hace 33 años a ser TEM-B, Técnico de Emergencias Médicas Básicas en Comandos de Salvamento.
José Callejas es dependiente de mini súper en San Salvador. Callejas comenta que la oportunidad laboral que se le presentó en un momento de necesidad y que actualmente en su lugar de trabajo luchan contra el desabastecimiento y el aumento de precios de algunos insumos. “El temor siempre existe pero hemos guardado las medidas de seguridad, el problema del abastecimiento es lo que más nos preocupa; sin embargo, mi labor es importante porque en esta zona proveemos de alimento a la gente que trata de evitar ir lejos”.
por.edh y radioworld