La batalla por Alepo ha terminado. El régimen de Assad y sus aliados rusos, iraníes y paramilitares chiís han logrado la victoria.
El proceso de evacuación de civiles y rebeldes aún no se ha completado. Los opositores sirios alegan que las milicias que apoyan al régimen están cometiendo atrocidades en las zonas conquistadas. La ONU acusó a las fuerzas paramilitares, que están a favor del régimen, de ejecutar sumariamente a 82 civiles. Mientras que esto es significativo; estos detalles no pueden oscurecer las cuestiones principales. El control de los rebeldes sobre este de Alepo, mantenido durante cuatro años, ha dejado de existir.
¿Qué significa esto para Siria y la dirección de la guerra siria?
En primer lugar y lo más obvio, ya no hay ninguna perspectiva de que el régimen de Assad sea derribado por la fuerza. De hecho, cualquier posibilidad de ese tipo terminó el 30 de septiembre de 2015, con la entrada de la Fuerza Aérea rusa en la guerra. La rebelión no ha tenido y no tiene nada en su arsenal capaz de desafiar el poder de una fuerza aérea de primera clase. Desde el momento de la entrada de Rusia; la supervivencia de Assad quedó asegurada. Con la destrucción del este de Alepo rebelde, el ascenso del régimen quedó sellado.
Assad ganó ahora el control de todas las ciudades principales del centro de Siria. El régimen aún controla solamente alrededor de un tercio del territorio total del país. Esto incluye a la mayoría de la población, toda la costa, y la capital, Damasco.
En segundo lugar, la caída de Alepo no significa el fin inmediato de la rebelión siria. Con la ciudad de Alepo perdida, la rebelión mantiene el control de la provincia de Idlib, en el noroeste, partes de las provincias de Deraa y Quneitra, en el suroeste, partes del Alepo rural y bolsones aislados en otros lugares.
Por el lado del régimen, es probable ahora que ponga su atención en Idleb. Uno de los núcleos originales de la revuelta, la provincia de Idleb está controlada actualmente por dos poderosas milicias jihadistas salafistas: Ahrar al Sham y Jabhat al Sham Fateh.
El régimen se dispone a presentar sus acciones allí como parte de la guerra contra al Qaeda. Estos organismos jihadistas dominan también el área controlada por los rebeldes en la zona sur de la ciudad de Alepo.
Pero mientras que habrán pocos en Occidente que saldrán en defensa de estos organismos, Ahrar al Sham tiene una estrecha relación con Turquía. Este apoyo parece que va a continuar.
Mientras tanto, en la campiña del norte de Alepo, los rebeldes operan en cooperación directa con el ejército turco, y los grupos no jihadistas tienen una presencia más significativa.
El apoyo continuo y la cooperación turca con los rebeldes en esas áreas complica el panorama para el régimen y los rusos, y es probable que impida el eclipse total de la rebelión en el futuro inmediato.
En el sur del país, la rebelión está dominado por grupos no jihadistas, apoyados por Jordania y Occidente. En esa área, sin embargo, en los últimos meses, Amman ha reducido su apoyo a los rebeldes, y ha comenzado la coordinación con Rusia. A los rebeldes se les ha instruido operar únicamente contra las fuerzas del Estado Islámico.
Desde el punto de vista de Israel, la perspectiva de un retorno del régimen a la frontera es una gran preocupación. Se puede suponer que Israel se busca utilizar los canales de comunicación con Rusia para asegurar que la esperanza de Irán/Hezbollah de construir una nueva línea de confrontación al este del cruce fronterizo de Quneitra no se avecine en el período de avance del régimen que comienza.
Vale la pena señalar que los avances del régimen en Alepo se lograron en gran medida con la ayuda de combatientes no sirios. Una cuestión importante sigue siendo la observación respecto a la capacidad del régimen para volver a conquistar y pacificar en forma permanente a las zonas de mayoría árabe sunita aún controladas por la rebelión.
En tercer lugar, la guerra contra el Estado Islámico en el este de Siria no ah sido afectada inmediatamente afectada por la caída de Alepo. La sorprendente reconquista de Palmira por parte del Estado Islámico de manos del régimen, inclusive cuando las fuerzas de Assad, avanzaban en el este de Alepo, es testimonio de la continua amenaza planteada por los jihadistas, así como la muestra, una vez más, de la escasez del régimen de efectivos disponibles.
Amplias zonas del este y el norte de Siria que permanecen fuera del control del régimen, son controladas o por el Estado Islámico o por las Fuerzas Democráticas de Siria, dominadas por los kurdos sirios y apoyadas por Estados Unidos.
Es probable que ahora el régimen se ofrezca como el candidato adecuado para el apoyo mundial para la derrota del Estado Islámico en Siria. Sin embargo al menos en el futuro inmediato, es probable que la guerra en el este se mantenga en gran medida fuera del alcance del régimen.
Por último, mucho dependerá de la postura adoptada por la nueva Administración de Estados Unidos después del 20 de enero. La política sobre Siria de la actual Administración se ha caracterizado principalmente por una alocada ineficacia. Los tonos de la embajadora en la ONU Samantha Power, preguntándoles a los representantes rusos si el sufrimiento en Alepo no “les pone los pelos de punta” ha sido un epítome perfecto de esto.
La Administración entrante tiene halcones de línea dura que, en particular, sospechan profundamente de las ambiciones de Irán y sus aliados en Oriente Medio. Los generales Mattis, Kelly y Flynn ejemplifican esta tendencia. Pero el propio presidente electo Trump ha hablado de la necesidad de coordinar con Rusia en la lucha contra el Estado Islámico (y Rusia, por supuesto, es aliada de Irán y Assad en Siria). Los estrechos vínculos del secretario de Estado entrante Rex Tillerson con Rusia son un factor aún más notable a este respecto.
Si el elemento escéptico con respecto a Irán dentro de la nueva Administración gana, esto puede marcar el comienzo de una política decidida para contener las ganancias del régimen de Assad, alineado con Irán, y mantener el apoyo a la lucha contra el régimen y el respaldo a las fuerzas que combaten al Estado Islámico en Siria.
Sin embargo, si gana el deseo de “coordinar” con Rusia contra el Estado Islámico, esto plantea la posibilidad real de que las fuerzas pro-iraníes, pro-rusas tomen un papel clave en la lucha en curso contra el Estado Islámico y, al hacerlo, el lanzamiento de un verdadero una apuesta para reunir a Siria bajo su propio control.
Si este último escenario sucede, no será inmediatamente inminente, dado los problemas de falta de efectivos del régimen y las prioridades que permanecen en su guerra contra los rebeldes más al oeste. Pero va a ser un motivo de preocupación para todos los elementos regionales, incluido Israel, que están observando de cerca los avances realizados por los iraníes y sus aliados en Irak y Siria, en los últimos meses.
Por lo tanto, la caída de Alepo oriental marca el final de las esperanzas de la victoria rebelde en la guerra civil siria. Pero en lo que se refiere a otros procesos en curso en el país -un mayor avance del régimen, la supervivencia de la rebelión, la guerra contra el Estado Islámico-, aún no se ha dicho la última palabra.
Fuente: Jpost.com