DE QUE DEPENDE NUESTRA SALVACIÓN

En el momento más crítico de la historia de Purim, Mordejai le pide a la Reina Esther que apele al rey Asuero para anular el decreto genocida de Hamán. Esther duda, puesto que acercarse al Rey sin haber sido llamada es una ofensa tan grande que es sancionada con la muerte.

La respuesta de Mordejai es impactante. No intenta convencerla de lo importante que es para ella tomar acción en ese momento; no le ruega que arriesgue su vida para salvar al pueblo judío. En cambio, le dice “Si permaneces en silencio en este momento, alivio y salvación llegaran a los judíos de otro lado; pero tú y la casa de tu padre perecerán. Quizás la razón por la que te hiciste reina era para actuar en este tiempo” (Esther 4:14).

Esther era tan sólo un acento en el plan divino de D-os para salvar al pueblo judío. Estaba siendo llamada a actuar por el bienestar de los demás, pero Mordejai le dice que D-os salvara al pueblo judío del decreto incluso sin ella. Ya sea que escuche el llamado o no, la perdida es sólo para ella.

Cuando nos encontramos en un aprieto, cuando vemos que los caminos que tenemos son limitados o nulos, naturalmente tendemos a poner todas nuestras esperanzas en una sola solución, o llegar a la desesperanza total cuando no vemos opción. Mordejai nos recuerda que no hay nada que D-os no pueda hacer (Sefer Otzoros HaTorah).

Cuando Mordejai escuchó el decreto de Hamán, su reacción inmediata fue salir a las calles de Shushán e incitar al pueblo a rezar. Si aún podemos rezar, aún hay esperanza. El hecho de que una mujer judía, su propia prima, fuera puesta en una situación tan influyente no lo impresionaba; pues estaba segura que el pueblo judío sería salvado a través de la plegaria, con o sin la Reina Esther. “¿En quién podemos confiar? En Nuestro Padre que está en el Cielo – Avinu Shebashamayim” (Mishna Sotah 9:15)

Fuente: Project Genesis

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