El presidente electo Donald Trump anunció el jueves por la noche que nombrará al abogado David Friedman como el próximo embajador de Estados Unidos en Israel.
“David Friedman mantendrá la relación especial entre nuestros países. Él es un antiguo amigo y asesor de confianza. Sus fuertes relaciones en Israel formarán la base de su misión diplomática y serán un tremendo recurso para nuestro país a medida que fortalecemos los vínculos con nuestros aliados y nos esforzamos por lograr la paz en Oriente Medio. Nada es más crítico que proteger la seguridad de nuestros ciudadanos en el país y en el extranjero,” manifestó Trump en un comunicado.
Friedman, judío nativo de Long Island, de 57 años, se desempeñó como asesor de Trump sobre asuntos relacionados con Israel durante la campaña presidencial.
“Estoy profundamente honrado y agradecido por la confianza que el presidente electo Trump ha depositado en mí para representar a Estados Unidos como su embajador en Israel,” dijo Friedman en un comunicado el jueves. “Trabajaré incansablemente para fortalecer el vínculo inquebrantable entre nuestros países y promover la causa de la paz en la región, y esperamos hacer esto desde la embajada de Estados Unidos en Jerusalem, la capital eterna de Israel”.
Friedman, socio fundador de Kasowitz, Benson, Torres & Friedman LLP, se refería a la promesa de Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalem.
El experto en derecho de litigios y quiebras sustituirá a Dan Shapiro, quien ha servido como embajador de Estados Unidos en Israel desde 2011.
En una entrevista previa a las elecciones a principios de noviembre, Friedman dijo que un gobierno de Trump no esperaría que Israel desaloje a sus ciudadanos que ahora viven en Cisjordania y Jerusalem oriental como parte de un futuro acuerdo de paz con los palestinos.
“Es inconcebible que pueda haber una evacuación masiva de esa magnitud, en el improbable caso de que hubiese un acuerdo de paz global”, dijo Friedman. “no tiene sentido que la zona de Judea y Samaria sea Judenrein, ni que Israel sea Arabrein. No es justo”.
Este concepto marcaría una desviación de la administración que Obama, que criticó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu cuando expresó que el principal obstáculo para la paz era la demanda de los palestinos de una “limpieza étnica” en Cisjordania.
“Es fundamental reconocer que no habrá ningún avance hacia el establecimiento de un Estado palestino hasta que los palestinos renuncien a la violencia y acepten a Israel como un Estado judío. Antes de esto, en realidad no se puede hablar de un proceso político,” manifestó Friedman.
Lo que un gobierno de Trump no haría, dijo Friedman, “es poner el dedo en la llaga y tratar de imponer políticas, sino más bien apoyar a Israel para llegar a su propia conclusión sobre cómo lograr la paz con sus vecinos”.
“Confiamos en Israel”, continuó. “Creemos que está haciendo una excelente labor tratando de equilibrar entre su respeto por los derechos humanos y sus necesidades de seguridad en un barrio tan difícil. Israel es socio de Estados Unidos en la guerra mundial contra el terrorismo. Y queremos que nuestro socio se encargue de esa tarea sin que otros países lo distraigan diciéndole qué hacer. Esa es realmente la premisa general de nuestra política: respetar a Israel como socio y no interferir en sus decisiones”.
“Lo único que tiene sentido ahora es dar pequeños pasos para tratar de mejorar la situación sobre el terreno, ayudar y estimular a los palestinos que no persiguen la agenda del odio”.
Fuente: The Algemeiner