Cobra más importancia disponer de semillas de diversas partes del mundo en caso de que sea necesario «repatriarlas».
En el corazón de las montañas selváticas del centro de Costa Rica hay un tesoro de semillas recolectadas y almacenadas durante décadas en caso de que sean necesarias para enfrentar crisis alimentarias o ante la amenaza del cambio climático.
El Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) cercano a la localidad de Turrialba, a unos 60 km al este de San José, acumula, desde 1976, 6.201 muestras de 14 familias botánicas, 61 géneros y 125 especies, siendo la segunda colección más amplia del mundo en cuanto al género cucurbita (calabaza).
Un banco de germoplasma es un recurso para el uso actual y futuro. Principalmente se compone, en el caso de semillas ortodoxas, de material que va a estar almacenado en frío, y en el caso de otros cultivos, como frutales, con plantas vivas en campo».
William Solano,
investigador de recursos fitogenéticos del Catie
Estas semillas, que pueden conservarse a bajas temperaturas hasta por 40 años sin dañarse, pueden ser utilizadas en investigación, mejoramiento genético o abastecimiento, dice Solano a las puertas de la cámara frigorífica, a unos -20 ºC, donde conserva la colección.
En su interior, cientos de sobres plateados se apilan en estanterías con semillas de diferentes tipos de maíz, frijoles, chiles o tomates. Una reserva alimentaria cuyas muestras pueden ser solicitadas por cualquiera para hacer uso de ellas en caso de necesidad o estudio.
Hay semillas procedentes de 57 países, recolectadas en mercados, carreteras o fincas de producción (90% procedente de Mesoamérica).
Seguridad alimentaria
Solano, de 51 años, explica que almacenan variedades «que se han adaptado muy bien a zonas húmedas, otras que están tolerando sequía. Entonces, en respuesta ante el cambio climático, aquí hay materiales de importancia para la seguridad alimentaria».
La Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) calcula que el 9,2% de la población mundial padeció hambre en 2022, unos 735 millones de personas, con incrementos en África, Asia occidental y el Caribe.
El cambio climático afecta cada vez más a los cultivos y eso repercute en la producción de alimentos, por lo que las semillas tradicionales son esenciales para «dar sostenibilidad a los sistemas agroalimentarios», comenta Solano.
«Cada vez es más importante en términos de cambio climático justamente porque esta variabilidad que existe entre las semillas nativas les da la capacidad de poderse adaptar a condiciones distintas que puedan estar imperando en un momento determinado».
Ester Vargas,
experta en semilla de la Universidad de Costa Rica.
La investigadora de 36 años ve los bancos de semillas como una garantía de «disponibilidad» para futuros cultivos de alimentos de alto valor nutricional.
Variedades mejoradas
Además de la vital función de repoblación en caso de desaparición de especies, el banco de semillas del Catie también funciona como un archivo genético de especies que, debido a la introducción de semillas modificadas para aumentar la productividad de los cultivos, han desaparecido de tierras de siembra, comenta a la AFP el ingeniero agrónomo del Catie, Daniel Fernández.
«Reúnen una gran información genética que determinan tanto características que podemos observar, cómo diferentes colores de frutos, tamaños, sabores y las otras condiciones», señala el ingeniero de 35 años mientras deshidrata semillas de ají antes de introducirlas en la cámara frigorífica.
Con la llegada de las semillas «híbridas, variedades mejoradas», agrega el experto, los productores dejaron de lado las tradicionales porque las modificadas «son una solución a la problemática de bajo rendimiento en producción, dan resistencia a plagas y enfermedades».
Por ese motivo, dice el ingeniero del Catie, cobra más importancia disponer de semillas de diversas partes del mundo en caso de que sea necesario «repatriarlas».
«Mucho o un alto porcentaje de germoplasma conservado ya no está en los lugares de colecta por esa misma razón de que los productores han ido dejando de lado sus variedades locales y les han reemplazado por variedades mejoradas», lamenta.