«Mi relación con Thom parecía un cuento de hadas, de esos que solo ves en las películas».
Así comenzaba el estremecedor testimonio de Anna*, quien le contó cómo su relación pasó de ser una historia de amor de película a una pesadilla.
Y es que era aparentemente perfecta, pero a las pocas semanas comenzó a sentir que lo que parecía un amor desmedido y romanticismo eran las formas que tenía su pareja de controlarla.
«Hubo tantas señales de advertencia que dejé pasar en ese momento…».
El suyo era un ejemplo perfecto de lo que los expertos llaman relación tóxica, aquella en la que una o varias de las partes sufren de forma constante a causa de ella y están sometidas a un gran desgaste por tratar de sostenerla, y que puede llegar a desembocar en violencia física, incluso el asesinato.
Aunque no todas las relaciones tóxicas tienen un final fatal, toda violencia doméstica comienza como una relación de ese tipo, subrayan los expertos.
Habló con varios de ellos y les preguntó cómo se pueden identificar y, sobre todo, qué se puede hacer para salir de ellas.
Toxicidad subestimada
Todos podemos tener comportamientos considerados tóxicos, sin importar la identidad de género o la orientación sexual, coinciden los expertos.
En algún momento todos podemos celar, intentar que una persona no nos abandone o «prefiera a otro», de diversas maneras.
Estas actitudes, además, no son exclusivas de la pareja o la familia, también se dan entre amigos o incluso compañeros de trabajo.
«Pero cuando te enfrentes a los rasgos tóxicos, que todo el mundo tiene, hay que estar muy al pendiente de que esos rasgos no crezcan», advierte el psicólogo y sexólogo mexicano César Galicia. Y asegurarse de que queden «en un nivel en el que pueda haber diálogo, sanación, comprensión».
Con él coincide Emma Puig de Bellacasa, consultora internacional para el programa regional Spotlight de ONU Mujeres, al decir que en el concepto caben muchos comportamientos, aunque quien esté sumido en este tipo de relación no necesariamente es consciente de ellos.
Son actitudes «que hemos aprendido el modelo romántico y patriarcal de relacionarnos, que glorifica y normaliza muchas de ellas», dice el psicólogo y sexólogo mexicano César Galicia.
Como consecuencia, en muchas ocasiones «se subestima la toxicidad de una relación», añade.
Consciente de ello, ONU Mujeres, la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, diseñó un instrumento que refleja cómo puede escalar el nivel de toxicidad y que recomienda qué hacer al respecto.
Se llama el «violentómetro» y según éste, los síntomas de alerta son que tu pareja:
- Te intimida o amenaza.
- Te humilla o ridiculiza.
- Te cela.
- Te miente.
- Destruye objetos.
- Controla tus amistades o relaciones con tu familia.
- Te indica cómo vestir o maquillarte.
El organismo llama a reaccionar cuando:
- Te insulta.
- Te empuja o te pellizca.
- Te golpea «jugando».
- Maneja y dispone de tu dinero, tus bienes o tus documentos.
- Te prohíbe usar métodos anticonceptivos.
La situación se vuelve más urgente y ONU Mujeres recomienda salir de la relación cuánto antes, si:
- Te golpea o agrede físicamente.
- Te obliga a mantener relaciones sexuales.
- Te amenaza de muerte.
- Te encierra o te aísla de tus seres queridos.
Desenlace trágico
Aunque no todas las relaciones tóxicas terminan en violencia doméstica, esto último siempre está antecedido por una relación tóxica, insisten los expertos.
En esa línea Puig de la Bellacasa advierte además del alto número de casos en América Latina en los que el desenlace es trágico.
«No hay que olvidar que 14 de los 25 países con mayor tasa de feminicidio en el mundo están en América Latina y el Caribe. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que entre el 27 y el 40% de las mujeres entre 15 y 49 años han sufrido violencia por parte de sus pareja en la región».
Ambos expertos vinculan los comportamientos abusivos al modelo de amor romántico que vemos en películas y en historias infantiles.
Puig busca su origen en la más temprana infancia, con la asignación de roles de género sustentados en estereotipos.
«Las niñas crecen creyendo que su lugar en el mundo está relacionado con las tareas domésticas, y la maternidad, y los niños reciben mensajes de masculinidad que debe ir acompañada de actitudes violentas», le explica Puig .
«A ellas se les pide que estén tranquilas, que no hagan ruido, que sean delicadas, mientras que a ellos se les potencia que ocupen los espacios públicos y accedan a deportes y juegos activos», agrega.
El modelo nos hace, además, altamente dependientes de nuestra pareja, señala por su parte Galicia, porque es en ella donde buscamos ser aceptados.
«Necesitamos que nuestra parejanos valide la existencia como nadie más lo hace en el mundo, y es en ese espacio donde sentimos que vamos a ser reconocidos. Así que, a veces inconscientemente, dices, ‘prefiero quedarme en esta relación tóxica, a quedarme sola, o desvalorada'», ejemplifica el mexicano.
Vía de salida
Galicia cree que, como punto de partida, es importante aprender a escuchar lo que el cuerpo nos está diciendo.
«Por muy normalizado que tengas el abuso, el cuerpo se da cuenta de que está siendo agredido. Entonces, debes agarrarte a esa sensación», dice.
También es fundamental contar con la familia o el entorno más cercano, y socializar lo que te esté ocurriendo, añade.
Es que, una de las primeras consecuencias de las relaciones tóxicas es la pérdida de los grupos de apoyo.
Y ese aislamiento mismo hace después muy difícil salirse de ese tipo de relaciones, «porque (quienes la sufren) no tienen a nadie en quien sostenerse o quien los apoyen económicamente».
Puig añade que muchas veces son las organizaciones de mujeres u ONG las que acompañan a mujeres y niñas que viven extrema violencia.
«Pero sigue siendo un desafío, ya que las estructuras estatales que deben garantizar la protección de las mujeres y de las niñas con frecuencia están debilitadas y no funcionan».
fuente:bbcmundo