En principio, solo deberían quedar poco más de dos semanas para que Reino Unido deje de pertenecer a la Unión Europea.
Pero cada vez parece más difícil que el Brexit pueda consumarse el próximo 29 de marzo, tal y como estaba previsto bajo los términos del Artículo 50 del Tratado de la UE que rige el proceso.
De hecho, después de los acontecimientos de esta semana, hay quienes creen incluso que el Brexit podría no producirse (aunque, por el momento, esa sigue pareciendo una posibilidad bastante remota).
Por lo pronto, el pasado martes 12 de febrero el parlamento británico decidió rechazar -por segunda vez- el acuerdo de salida negociado por la primera ministra Theresa May y Bruselas.
Un día después, los diputados votaron en contra de la posibilidad de que Reino Unido pueda salir de la UE sin un acuerdo previo (lo que se conoce como Brexit duro).
Pero ¿significa eso realmente que se aplazará el Brexit, aunque sea temporalmente?
Insuficiente
La respuesta sencilla es que un aplazamiento del Brexit parece bastanteprobable, pero no está -ni mucho menos- garantizado.
Para empezar, cualquier solicitud de ampliación del Artículo 50 tiene que ser aprobada de forma unánime por los otros 27 estados miembros del bloque europeo.
Pero además, la votación de este miércoles no es legalmente vinculante y por sí sola no impide la salida abrupta de Reino Unido, como recordó en Westminster la primera ministra británica, Theresa May.
«Voy a repetir lo que ya he dicho antes. La posición legal por defecto (…) sigue siendo que Reino Unido va a salir de la UE sin un acuerdo a menos que acordemos algo«, insistió May.
Y lo mismo dijo la Unión Europea: «Para evitar la posibilidad de una salida sin acuerdo no basta votar en contra de esa posibilidad – tienen que aprobar un acuerdo», les recordó a los diputados británicos la Comisión Europea a través de uno de sus voceros.
«Reino Unido al votar para descartar una salida sin acuerdo es como el Titanic votando para que el iceberg se aparte«, fue, por su parte, la fórmula que utilizó uno de los negociadores de la UE para destacar el carácter fundamentalmente simbólico del voto.
Por lo demás, Bruselas también ha insistido hasta la saciedad en que, antes de conceder una prórroga, Reino Unido necesita explicar para qué la quiere y cuánto duraría.
Pero sobre eso tampoco hay consenso en Londres.
Una cuestión de plazos
May favorece una prórroga «técnica» bastante corta, que aplazaría el Brexit hasta el próximo 30 de junio.
Pero, para que eso ocurra, los parlamentarios deben aprobar un acuerdo antes del 20 de marzo, dijo la primera ministra, en lo que muchos han interpretado como una señal de que volverá a someter el suyo a una votación.
A su favor May ahora tiene que la alternativa sería solicitar una prórroga mucho más extensa, «que requeriría la participación de Reino Unido en las elecciones parlamentarias europeas de mayo de 2019».
Esta es una opción que numerosos parlamentarios británicos consideran inaceptable, por lo que algunos ahora parecen estar reconsiderando su oposición al acuerdo ya negociado con Bruselas.
Otros, sin embargo, sí favorecen una extensión significativa del Artículo 50 -algunos han llegado a hablar de un plazo de casi dos años- suficiente para contemplar otras alternativas incluidas unas nuevas elecciones o un segundo referendo.
Y todo parece indicar que los parlamentarios podrían forzar una serie de votos indicativos sobre todas las opciones disponibles, para identificar el tipo de salida con más posibilidades de consenso en Westminster.
Mientras tanto, entre los proponentes del «Brexit duro» todavía hay quienes creen que, de no haber consenso, Reino Unido todavía podría terminar saliendo del bloque el 29 de marzo, tal y como estaba previsto originalmente.
Y, para ello, algunos han llegado incluso a pedirle a algunos gobiernos europeos de derecha que veten cualquier solicitud de prórroga del Artículo 50.
«¡Si nuestros políticos traicionan a Brexit y votan por una extensión, (el vice primer ministro italiano) Matteo Salvini puede defender a los 17.4 millones (de británicos que votaron a favor del Brexit) y vetar!», advirtió en Twitter la cuenta Leave.eu.
Temor
Hasta el momento, sin embargo, la Unión Europea se ha mantenido unida en su manejo del Brexit.
Pero, por todo lo anterior, para el jefe negociador de la UE, Michel Barnier, el riesgo de una salida desordenada de Reino Unido de la UE «nunca ha sido tan alto».
Y es precisamente el temor a esa salida desordenada lo que hace creer a muchos que la UE sí aprobará una extensión del Artículo 50, aunque esté claro que una extensión por sí sola no solucionaría el problema.
Efectivamente, para evitarlo, Londres y Bruselas tendrían que aprovechar el plazo para lograr lo que no han sido capaces de conseguir durante los últimos dos años: un acuerdo aceptable para el parlamento británico.
Pero, para entonces, el parlamento podría haberle arrebatado el control del proceso a May, lo que permitiría contemplar opciones descartadas por la primera ministra.
Como ya se dijo, esas opciones incluyen un posible segundo referendo que les dé a los votantes la posibilidad de decidir permanecer en la UE.
El referendo, sin embargo, sigue sin ser la opción favorita del opositor Partido Laborista, que ha dicho que primero intentará que se negocie un acuerdo de salida que contemple una relación con la UE mucho más estrecha que la propuesta por la actual primera ministra.
Y a la formación laborista también le resulta mucho más atractiva la posibilidad de forzar nuevas elecciones.
Aún así, en febrero Jeremy Corbyn, líder de los laboristas, se comprometió a apoyar «un voto popular para evitar un desastroso Brexit conservador o un resultado sin acuerdo».
Y con todas las opciones de nuevo en la mesa, esta posibilidad ha vuelto a recuperar fuerza.
¿Segundo referendo?
Para devolver la decisión al mismo electorado que en junio de 2016 decidió la salida de Reino Unido de la UE, sin embargo, sus defensores todavía tienen mucho trabajo por hacer.
Y es que incluso si la Cámara de los Comunes se pronuncia a favor, una nueva votación popular -incluso una consultiva y legalmente no vinculante, como la de 2016- tampoco tendría lugar automáticamente.
Entre otras cosas, la Comisión Electoral necesitaría tiempo para considerar y hacer recomendaciones sobre la pregunta que se sometería a consulta de los ciudadanos.
Y la misma, seguramente, sería objeto de encendidos debates con algunos insistiendo en que la decisión tendría que ser entre el acuerdo de May o una salida sin acuerdo, y otros insistiendo en que una de las opciones debería ser la permanencia en la UE.
Además, una vez solucionado esto, se tiene que dejar tiempo para hacer campaña a favor o en contra de las opciones en la boleta.
Según expertos de la Unidad Constitucional del University College London, el período mínimo requerido para todo esto es de aproximadamente 22 semanas.
Y a todo eso también habría que sumar el tiempo necesario para que una mayoría de parlamentarios se convenza de que una segunda votación es la mejor -o la única- opción disponible.
Muchos han advertido que un segundo referendo podría tener consecuencias desastrosas para la democracia británica, pues podría ser vista como un intento de desconocer la voluntad popular que alienaría a los más de 17 millones de ciudadanos que en su momento votaron a favor del Brexit.
Otros, sin embargo, argumentan que es los más democrático que se puede hacer, especialmente si el parlamento no logra ponerse de acuerdo.
Por lo pronto, las últimas encuestas sugieren que, de producirse un segundo referendo, una pequeña mayoría votaría por la permanencia de Reino Unido en la UE.
Pero un resultado en ese sentido tampoco está garantizado.
Y, por el momento, en Westminster tampoco parecen existir los votos para un segundo referendo.
fuente:bbcmundo