En bicicleta y con su pizarrón, Wilfredo Negrete recorre zonas rurales de Bolivia para ayudar a los estudiantes que no tienen acceso a internet para que sigan aprendiendo.
Montado en su bicicleta y con un pizarrón, el profesor boliviano Wilfredo Negrete se desplaza por el campo tres veces por semana para dar clases a niños en cuarentena por el COVID-19.
«Como tengo la bicicleta y salíamos al mercado, he agarrado mi pizarrita y me he lanzado a las casas de los estudiantes», dice el docente de 35 años.
Desde que la enfermedad llegó a Bolivia en marzo, la asistencia a las escuelas quedó suspendida. En este país de 11 millones de personas hay más de 19.000 casos de coronavirus, con 632 decesos.
Negrete, aficionado al ciclismo y padre de dos hijos pequeños, no solo visita las comunidades campesinas donde viven sus alumnos sino que también los recibe en su casa. Para ello habilitó mesas para el distanciamiento físico y les ofrece alcohol en gel para desinfección antes y después de las clases.
Si bien las autoridades han recomendado la educación virtual a través de internet y teléfonos móviles, tales herramientas no están a disposición de las familias rurales, lo que deja a niños y adolescentes del campo al margen de toda cobertura escolar mientras dure el aislamiento.
Las madres de los niños, mayormente campesinas quechuas, acogen con elogios la iniciativa del profesor, quien puso un remolque en su bicicleta para transportar su pizarrón por caminos vecinales de tierra.
«Es bien que está enseñando a las «wawas» (niños, en quechua), dando su tiempito», celebra Ovaldina Porfidio, madre de dos pequeños, uno de los cuales no pertenece al curso del maestro.
El maestro, que no percibe ningún pago adicional por su trabajo, relata que algunos de sus alumnos reciben las tareas escolares a través del WhatsApp, pero la mayoría de ellos carece de celulares e internet.
«Las wawas están olvidando» los contenidos escolares, refiere Ovaldina Porfidio, que lleva a sus hijos casi diariamente a casa del maestro caminando al menos dos kilómetros. «Están más de dos meses sin clases y están recordando poco a poco» gracias al profesor, comenta la mujer.
El maestro, que no percibe ningún pago adicional por su trabajo, relata que algunos de sus alumnos reciben las tareas escolares a través del WhatsApp, pero la mayoría de ellos carece de celulares e internet.
«Estoy haciéndoles reflexionar sobre la enfermedad. Por ejemplo, sobre la pirámide de los alimentos para enseñarles a reforzar su alimentación y combatir las enfermedades» ante la proximidad del invierno austral, explica el profesor.