La brecha entre países pobres y los que están en desarrollo o tienen menos ingresos, ha salido a flote tras la distribución de vacunas contra el COVID-19.
Los gobiernos de las naciones ricas se están interponiendo en el camino de los países de ingresos bajos y medianos que buscan un mejor acceso a las vacunas COVID-19, denuncian los defensores de la equidad sanitaria.
Sudáfrica y la India han liderado un esfuerzo en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que las compañías farmacéuticas renuncien a sus derechos exclusivos para acelerar la fabricación de vacunas durante la pandemia de coronavirus.
Los países con importantes industrias farmacéuticas -incluidos EE. UU., varios países europeos y Japón- se han opuesto a la exención. La OMC, el organismo regulador del comercio mundial, opera por consenso, por lo que la propuesta está abocada al fracaso sin el apoyo unánime.
«Es vergonzoso que la política de Estados Unidos dé prioridad a las ganancias por encima de la vida, y lo haga en nombre del pueblo estadounidense», dijo en un comunicado Emily Sanderson, coordinadora principal de defensa de base del grupo activista Health GAP.
Sin embargo, la industria farmacéutica dice que las patentes no son las mayores barreras. Los suministros y la experiencia son las principales limitaciones, dicen los ejecutivos. Además, la industria asegura que las alianzas novedosas que ya existen satisfarán la demanda de vacunas.
El lanzamiento de vacunas ha sido muy desigual hasta ahora. Si bien las entregas se están acelerando en muchos países de ingresos más altos, «hay más de 100 países donde no se ha administrado ni una sola vacuna», dijo Matthew Kavanagh, director de la Iniciativa de Política y Políticas de Salud Global de la Universidad de Georgetown.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció planes el jueves para vacunar a suficientes estadounidenses antes del 4 de julio para que la vida vuelva casi a la normalidad y los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) exhibieron el viernes la ostentosa cifra de más de 100 millones de vacunas administradas.
Mientras tanto, la iniciativa COVAS, un programa respaldado por la Organización Mundial de la Salud para ayudar en el reparto equitativo de las vacunas, aspira a vacunar a solo el 3% de la población de los países participantes en el programa.
Tanto la Organización de Estados Americanos (OEA) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han insistido en la forma equitativa de la distribución de vacunas para lograr una mayor inmunización y salir del estado de pandemia declarado un año atrás.
Esta semana el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo en entrevista con la Voz de América que la distribución equitativa de la vacuna es clave.
Tedros sostuvo que la pandemia “está afectando al mundo entero y el mundo entero solo puede levantarse junto».
«Si hay áreas donde la respuesta es débil, debido, por ejemplo, a la falta de equidad de las vacunas, entonces el virus tendrá la oportunidad de circular. Y es por eso que dije que es de interés para todos usar cualquier medio que tengamos para poner fin a esta pandemia”, sentenció.
Más allá de la solución rápida para enfrentar el virus, aparece la problemática de la propiedad intelectual.
Las compañías farmacéuticas dicen que la protección de la propiedad intelectual fue la forma en que la industria pudo producir vacunas seguras y efectivas contra un virus nuevo en menos de un año. “Socavar las mismas políticas que han ayudado a las compañías de investigación a actuar tan rápidamente contra la pandemia no brindará alivio a las personas y nos dejará a todos menos preparados para enfrentar futuras amenazas a la salud pública”, dijo Megan Van Etten, portavoz de la asociación de Investigadores y Productores Farmacéuticos de Estados Unidos (PhRMA).