Expertos advierten que las pandillas están aprovechando la vulnerabilidad de las comunidades más pobres para captar nuevos miembros.
MIAMI, FLORIDA – La seguridad, la violencia y el narcotráfico son algunas de las cuestiones que más han preocupado a las instituciones del hemisferio occidental en tanto que las bandas de crimen organizado y las pandillas representan una amenaza para toda la región.
Expertos en la región sostienen además que la irrupción de la pandemia, sin embargo, ha provocado que el crimen organizado se haya fortalecido a medida que más personas se han visto en la necesidad de unirse a las pandillas. Lo han hecho con un objetivo: sobrevivir y dar algún tipo de sustento a sus familias.
El Consejo de las Américas, en colaboración con la Universidad Internacional de la Florida (FIU en inglés), impulsaron una mesa redonda virtual con varios expertos para analizar y abordar el impacto de la pandemia en el crimen organizado en México y Centroamérica.
Luis Guillermo Solís, expresidente de Costa Rica y actual director interino del Centro Latinoamericano y del Caribe Kimberly Green de la FIU, expresó su “impresión” al comprobar que estos grupos de criminales habían reforzado su presencia en la región en medio de la pandemia.
Estudiantes en las calles y baja vigilancia policial
“Han podido prosperar porque hay más estudiantes en las calles y pueden agarrar miembros mucho más baratos, también hay lugares que ahora están vacíos y no están vigilados por la policía y los mercados de operación son mucho más grandes”, dijo durante su intervención.
Ante ese escenario, manifestó Solís, los actores políticos, gubernamentales y la sociedad civil en general deben plantear un debate a gran escala sobre “la salud de las instituciones, la fuerza de las organizaciones comunitarias, la capacidad de las fuerzas de seguridad y el impacto de los mercados internacionales de droga”, unos aspectos clave que podrían arrojar algo de luz sobre los efectos “positivos” de la pandemia en el crimen organizado.
Los estudiosos insisten en que la crisis sanitaria no solo no ha afectado a las actividades ilícitas, como el narcotráfico, sino que se han hecho mucho más fuertes gracias a que ahora muchas comunidades viven en una situación de vulnerabilidad porque no tienen ningún sustento económico.
“Lo hacen para sobrevivir”
“Hay varios informes que indican que los grupos organizados se han adaptado muy bien a las circunstancias de la pandemia”, comentaba Sonja Wolf, profesora asistente en el Programa de Políticas de Drogas en el Centro de Enseñanza e Investigación Económica (CIDE) en México.
A algunos les ha ido tan bien, recuerda ella, que incluso varios miembros de pandillas han estado repartiendo comida en comunidades pobres, lo que ha permitido ser un “gancho” para captar nuevos miembros a las gangas.
“El impacto de la pandemia nos tiene que hacer pensar en el impacto que está teniendo en las economías de los hogares, ya que la gente está acudiendo a estos grupos como método de supervivencia”, alertó Wolf aclarando que “es muy posible que la gente no quiera colaborar con las gangas, pero cuando lo hacen es por una cuestión de sacar adelante a su familia”.
Muchos se preguntan cuál es el trasfondo de todo esto para haber llegado hasta esta situación. Los expertos que participaron en el debate virtual coinciden al afirmar que la falta de injerencia por parte de las administraciones públicas y otros poderes del estado ha provocado que estas comunidades tengan que afrontar en solitario el fortalecimiento de las actividades criminales en medio de la pandemia.
Los inmigrantes, otro objetivo de las pandillas
La pandemia también ha tenido un impacto directo en los fenómenos inmigratorios. Las restricciones de viaje y el cierre de fronteras han hecho que, prácticamente, la inmigración quedara estancada.
“Ha habido una inmovilidad forzada en los últimos 10 meses para la mayoría de las personas”, comentó Andrew Selee, presidente del Instituto de Políticas Migratorias (MPI).
Pero los líderes de las bandas de crimen organizado han encontrado en los inmigrantes una oportunidad de oro para tratar de persuadirlos y captarlos para realizar actividades ilegales. Ellos, como pasa en las comunidades más vulnerables, tienen muchas necesidades y lo peor de todo es que no se vislumbra una solución temprana a la crisis sanitaria.
Lo más probable es que estén varados varios meses más. Eso hace, explican los analistas, que muchos también se vean obligados a ceder ante el narcotráfico a cambio de algo de dinero o de comida.
Es un fenómeno que está ocurriendo especialmente en la frontera entre México y Estados Unidos, donde el gobierno de Estados Unidos ha mantenido cerrada la entrada terrestre de inmigrantes. También está ocurriendo en otros países como Guatemala, Panamá y Costa Rica, “donde mucha gente lleva mucho tiempo esperando y sin recursos económicos”.
“Los hacen vulnerables a las peticiones de organizaciones criminales, están expuestos a las drogas y a la venta ilegal de estos narcóticos”, remarcaba Selee.
Más colaboración en la región
Por eso, los expertos que participaron en este encuentro virtual pusieron de manifiesto la necesidad de diseñar programas mucho más eficaces para mejorar el bienestar de las comunidades más desfavorecidas, combatir el crimen organizado y el narcotráfico y afianzar alianzas entre los gobiernos de la región para impulsar mejores políticas al respecto.