La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 1º. de noviembre de 2005, el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
La fecha fue elegida porque el 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas entraron y liberaron el campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau lugar al que al menos 1,3 millones de personas fueron enviadas durante la guerra. De ellos más de 900.000 judíos fueron asesinados, así como unos 74.000 polacos, 21.000 gitanos rumanos, 15.000 prisioneros de guerra soviéticos y cerca de 15.000 ciudadanos de otras nacionalidades.
Se trataba del mayor complejo de campos de concentración creado por el régimen nazi y administrado por las SS. Situado cerca de Oswiecim, Auschwitz tenía como finalidad la reclusión de los considerados como enemigos del régimen nazi, el suministro de mano de obra forzada y la eliminación física de los recluidos. Fue en el principal de los tres campos mayores que formaban Auschwitz, en el que se empleó por primera vez el mortífero gas Zyklon B como medio de exterminio.
Primo Levi, uno de los sobrevivientes más famosos, estaba en un hospital de campaña con fiebre escarlatina cuando llegaron los libertadores. Aquellos hombres lanzaron “miradas sorprendentemente avergonzadas a los cuerpos amontonados, a los refugios destrozados y a los pocos que quedábamos vivos”, escribió más tarde.
“No nos saludaron ni sonrieron; parecían angustiados no solo por compasión sino por… el sentimiento de culpa de que tal crimen hubiera existido”.
“Vimos gente demacrada, torturada y empobrecida”, dijo el soldado Ivan Martynushkin sobre la liberación del campo de exterminio. “Podríamos decir por sus ojos que estaban felices de ser salvados de aquel infierno”.
Y no hay duda alguna que la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas tomó una decisión muy acertada, particularmente cuando percibimos diariamente que el nazismo no pereció ni fue derrotado y que en muchos países del mundo sigue actuando con total impunidad.
Sabemos también que este tipo de resoluciones por sí mismas no son suficientes para educar a las personas, incluso en los países donde la sociedad civil realiza actos conmemorativos. El Holocausto representa la inhumanidad del hombre hacia el hombre en una escala desconocida en la historia. Es un agujero negro único que no se puede olvidar. Cuando lo hacemos, es cuando aparecen las desgracias de Biafra y Darfur y vuelven a atacar a minorías en muchos países del mundo frente a nuestras raíces sin que haya una respuesta adecuada para detener las agresiones que degeneran en matanzas.
Tristemente, no existe consenso entre los judíos sobre la fecha en la cual conmemoramos unidos la peor pesadilla de la historia universal y la infamia mayor contra nuestro pueblo, por lo que no debemos quejarnos si la Asamblea, eligió un símbolo en fecha diferente a la que se recuerda en Israel. Lo importante es que no pase desapercibido en ninguna nación incluso aquellas alejadas de los acontecimientos.
Iom Hashoá, fue establecido por un acto de la Knéset israelí en 1951 y observado el 27 de Nisan, El día 27 fue escogido y la ley fue aprobada por David Ben-Gurión e Yitzjak Ben-Zvi. Es hoy día ampliamente observada por los judíos de todo el mundo, pero no todos estuvieron de acuerdo en que la elección de la fecha fue acertada.
Recordemos que el Gran Rabinato de Israel decidió que el Décimo de Tevet, que marca el comienzo del antiguo asedio de Jerusalén, debería ser el día nacional de conmemoración de las víctimas del Holocausto y hoy es el Día del Kadish por las víctimas cuya fecha de fallecimiento es desconocida. Los rabinos también habían sugerido que Tishá Beav, el día de duelo por la destrucción del Primer y Segundo Templo, era un día apropiado para conmemorar la Shoá. El rabino Joseph B. Soloveitchik, creía que todas las tragedias judías se conmemoran adecuadamente en Tishá Beav y que no se debía agregar otro día: “Esta tragedia no se puede arrancar del contexto de la historia judía”, dijo, y señaló que durante el tiempo de la destrucción del Templo, una tercera parte de la población judía murió. Y, dijo, las consecuencias de esa destrucción “fueron enormes”.
Además, aunque originalmente se propuso que Iom Hashoá coincidiera con el aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia, esta idea fue finalmente rechazada, ya que coincidiría con Pésaj.
Como compromiso, la Knéset eligió un día entre el aniversario del levantamiento del gueto y Iom Haatzmaut, el Día de la Independencia de Israel.
Muchos otros señalaron que la elección de un día separado era muy importante para marcar un evento que llevó el mal “a un nuevo nivel” ya que el Holocausto se diferenciaba de los desastres anteriores en el uso de la tecnología y la devastación que trajo.
Otros más alegaban la inconveniencia que Iom Hashoá caiga durante el mes de Nisán, el mes de la liberación de la esclavitud, porque se diferencia de otros meses, y “si durante este mes muere el padre, la madre, el hermano o el hijo de alguien… el servicio fúnebre no es el mismo que en otras ocasiones”. Por lo que no parecía adecuado. Al señalar que “Nisan tiene un aura de santidad porque el mes en el que celebramos el precioso regalo de la libertad de Dios para nosotros, el mes en el que nacimos como pueblo, merece su santidad especial”.
El rabino Israel Meir Lau hablando en nombre de los sobrevivientes del Holocausto en la ceremonia de Yad Vashem, que conmemoró el 75º- aniversario de la Liberación. El rabino Israel Meir Lau, quien fuera enviado con su hermano al campo de concentración de Buchenwald cuando era niño, fue liberado a la edad de 8 por las fuerzas estadounidenses y se convirtió en el rabino principal de Israel y una voz moral imponente de su generación, dijo que a la edad de 7 años, no tenía nombre, solo un número. “Vine especialmente para decirles que no puedo perdonar”, dijo, “porque no estoy autorizado”.
Dijo que sus padres, antes de que se los llevaran, “no me pidieron que perdonara. Me pidieron que continuara con la cadena, para que la cadena judía no se rompa, no se rompa para siempre”. El rabino Lau agregó: “Nunca podré olvidar”.
Y hoy todos los habitantes del mundo, tienen la obligación de reunirse y proclamar lo mismo que el rabino Lau, la misma idea de los sobrevivientes al Holocausto, judíos y gentiles, para colocar una valla al avance de quienes desean negarlo, y preparar el terreno para repetir las acciones de los asesinos.