Ha pasado un mes y medio desde que el Senado de Chile, mediante una iniciativa elevada por parlamentarios de derecha como Iván Moreira y Francisco Chahuán, aprobara de forma abrumadora un proyecto de acuerdo, pidiendo al presidente de Chile, Sebastián Piñera, una legislación de explícito boicot y sanciones a Israel, en el marco del movimiento antisemita BDS. Todo envuelto y arregladito en un paquete con la palabra “anexión” muy remarcada.
45 días después, los delirios mediáticos han bajado, la promesa de campaña del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, nunca se presentó como proyecto en la Knesset, nunca se exhibió un mapa desde algún sector político oficial en Israel, en lugar de esto, esta promesa de aire que robó titulares alrededor del mundo y alimentó a los antisemitas asumidos y a los por asumirse, se convirtió en un acuerdo de paz con un Estado que hasta hace unos días era un enemigo declarado de Israel, los Emiratos Árabes Unidos.
¿Es posible que un país islámico como Emiratos Árabes Unidos, hostil a Israel por décadas, tenga una apertura política hacia Israel mucho más evidente que Chile en 2020? Lamentablemente, es un hecho.
Resulta impactante la diferencia de intenciones desde planos tan distantes y con realidades tan ajenas. Por dar un ejemplo, quien hoy es Ministro Secretario General del Gobierno de Chile, Jaime Bellolio, el pasado 20 de junio explayaba en una conferencia online que “Israel y Estados Unidos se aprovechan para decir que, para evitar los ataques terroristas…. tienen que hacer todo esto otro en Cisjordania” o que “Yo creo que el BDS, como bien dice Jorge (Brito Hasbún), en ningún caso es una medida extrema, es una medida de justicia … por eso mismo nos hemos juntado con Jorge (Brito Hasbún) y otros y la apoyamos plenamente.”
Tanto Egipto, como Jordania han sido enemigos de Israel en guerras reales y sangrientas, Emiratos Árabes ha sido un enemigo técnico de facto, sin embargo, ninguno de estos Estados boicotea activamente a Israel, a diferencia de las intenciones de parlamentarios y actuales ministros chilenos, como podemos observar.
Los chilenos israelíes nos quedamos con la satisfacción de ver el globo antisemita reventar en la cara de aquellos parlamentarios que invirtieron tiempo remunerado por recursos de todos los chilenos en buscar perjudicar a un Estado democrático a 13.000 kilómetros de distancia, basándose en rumores mediáticos, rumores que se transformaron en condicionamientos para un acuerdo de paz.
Esperamos que el nuevo Chile, post estallido social y post pandemia, sepa vigilar a sus representantes políticos, esos que buscan la belicidad política como moneda de pago ante algunas facciones extremistas locales, en lugar de la cooperación y el avance de los pueblos. Emiratos Árabes Unidos escogió un camino, esperemos que los parlamentarios chilenos sepan escoger uno similar.
Gabriel Colodro
Presidente Comunidad Chilena de Israel