El salvador: la Familia de anestesista fallecido por Coronavirus: “Queremos saber qué fue lo que pasó con mi papá, tenemos derecho”

A la esposa de José Guillermo Rivera, profesional de «primera línea», le avisaron que sería dado de alta, pero había fallecido días antes. Entre el dolor y la impotencia, la familia lamenta que dicha denuncia «se quedó en redes sociales» y exige una explicación al Ministerio de Salud.

La familia del anestesista José Guillermo Rivera, quien falleció por COVID-19 en el Hospital El Salvador, reiteró su indignación por cómo se les informó sobre el deceso del profesional de primera línea y denunció “irregularidades” en el caso, con el que pretenden sentar precedente para que este tipo de “errores” no se repita con otras personas, sobre todo en momentos de pandemia.

Días después de la tragedia, la familia vicentina habló con El Diario de Hoy. Exigen a las autoridades correspondientes una explicación sobre el deceso de su ser querido.

El hecho que conmocionó en El Salvador, y que también traspasó fronteras al ser retomado por medios internacionales, salió a la luz pública el pasado 28 de julio a través de una denuncia en redes sociales que posteó Daniela Rivera Roque, hija del trabajador de la salud.

En el escrito, ella plasmó su dolor, impotencia y frustración ante la forma abrupta en que conocieron que su padre había muerto, pues cuando recibieron la llamada desde el centro médico fue para que acudieran a recoger al paciente que sería dado de alta la tarde del 27 de julio, pero no fue así. En su lugar, les dieron la peor noticia de sus vidas.

“El problema real y que nos enoja y nos indigna es la mala información que tenían de mi papá. Del hospital nunca recibimos una llamada para explicar cómo estaba mi papá. Que se pongan del lado de la familia que esperamos milagro o noticia buena o mala. Todo mundo estamos consientes de dos llamadas por muerte o recuperación”, declaró Daniela a El Diario de Hoy.

Los Rivera Roque se habían preparado con ansias para recibir en su casa en San Vicente a don Memo, como era conocido cariñosamente el anestesista.

La familia Rivera Roque asegura que siempre acostumbraba a compartir junta. Según la hija del anestesista, él también disfrutaba de su fase de abuelo, pues tiene tres nietos. Foto: Cortesía de la familia

Lo esperaban con globos y comida para celebrar que había vencido el COVID-19 tras haber permanecido en estado crítico.

Fue Miriam Raquel Roque de Rivera, esposa del profesional, quien recibió la grata noticia el 27 de julio por la mañana, inmediatamente avisó a sus hijos de que su padre se había recuperado y saldría por la tarde.

En ese momento, la persona que llamó desde el hospital solicitó que llevaran copias del Documento Único de Identidad e información personal del paciente.

– “Su esposo es José Guillermo Rivera”, preguntaron por teléfono a Roque de Rivera.

– “Sí”, respondió ella.

– “Es que él ya tiene el alta”, le expresaron.

“A mí me extrañaba porque cómo pudo haber estado Memo con su oxígeno y de un día para otro, ya recuperado, eso es un milagro, y con alegría avisé a mis hijos”, para que fueran a recogerlo al hospital.

“Arreglé el cuarto, le puse sábanas blancas y sus dos almohadas, compré comida para recibirlo entre familia”, prosiguió la esposa de don Memo.

Mientras, se llevaban a cabo los arreglos para el recibimiento de don Memo en casa, Daniela, su hija, con otros parientes llegó al hospital con una bolsa de ropa para su padre. Sin embargo, tras una larga espera, la llamaron para llevarla a un cuarto aislado, donde recibió la mala noticia por parte del personal del centro médico.

Relató que le expresaron: “lamentamos decirle que hubo una equivocación”. En ese momento, afirmó que se “cortó”, pero “tenía una esperanza de que le dijeran que (su padre) seguía mal y que no sabían cuándo le iban a dar el alta”.

No obstante, le dijeron que hubo “una equivocación, (que) su papá está, pero en la lista de fallecidos, yo no le creía y le llevaba la contraria. Nosotros tenemos todo preparado en la casa”, reaccionaba la joven.

Pero le reiteraron que “lamentaban informarle que su papá es fallecido”. Entonces ella preguntó: “¿A qué horas murió?, yo esperaba que me dijeran que después de la llamada se complicó y murió, pero lo más indignante y lo que más me dolió como hija es que mi papá murió dos días antes, ¿Cómo es posible eso?, dos días que ya estuviera enterrado, él también era de primera línea.”, lamentó.

El argumento que le dieron a la joven fue que por “falta de datos de contacto” no les habían avisado sobre el deceso, pese a que el profesional iba referido del hospital de San Vicente.

“Por suerte, no lo enviamos a una fosa común porque no tenía datos”, narró que le comentó uno de los trabajadores del hospital, quien le agregó que fue él que “no lo permitió, porque dije sigamos buscando a ver si conseguimos algún contacto”.

“Mi denuncia se quedó en redes sociales… De hecho, yo ya pedí explicaciones a un correo que me mandaron de una autoridad del Ministerio de Salud, queremos saber qué fue lo que pasó con mi papá, tenemos derecho”,

expresó Daniela Rivera Roque, hija de anestesista.

La confusión generada en el hospital ha despertado dudas también en la familia, quien se cuestiona si realmente su pariente falleció el 25 de julio a las 4:00 de la tarde como les han planteado, ya que esta envió mensajes al WhatsApp el día 26 y estos quedaron en visto.

“Por esas irregularidades que se dieron nos quedaba la duda que se había muerto el 25. Le dije al doctor que cómo era posible que mi papá haya leído el mensaje un día después. Él me dijo que en el hospital hay gente pícara que se queda con los celulares”, acotó.

La joven lamentó no haber tenido la oportunidad de ver con vida a su padre, no poder abrazarlo para despedirlo, pues tenía cuatro meses de no visitarlo a él y a su madre ante la emergencia por el COVID-19 y solo se conformaba con hablar por videollamada.

“Nosotros teníamos dudas, Dios mío y si no hubiera muerto ese día (25 de julio) y si no es él, mis hijos me decían: ‘mamá cómo saber si es mi papi’… A mí me da el corazón que es él les dije yo, para tranquilizarlos, tras que ya estábamos dañados”,

dijo Miriam Raquel Roque de Rivera, esposa del anestesista.

La angustia de no recibir noticias

El profesional fue atendido en un primer momento en el hospital Santa Gertrudis de San Vicente, donde él laboraba junto a su esposa. Pero tras complicarse su estado de salud fue remitido hacia el Hospital El Salvador, en la capital, desde el pasado 18 de julio.

Después del traslado, la familia mantuvo contacto con Rivera a través de WhatsApp, donde él se reportaba con breves mensajes.

– “¿Cómo es el hospital, mi amor?”, preguntaba la esposa a Rivera.

Don Memo, así era conocido el anestesista que se formó desde la época de la guerra en el país. Foto: Cortesía

– “Calidad”, respondía Rivera. “Eso quiere decir que se sentía bien dentro de tanta máquina, que con el pasar del tiempo se sintió, quizá, hasta acorralado cuando comenzó a perder la batalla”, indicó Roque de Rivera.

El solo mandaba caritas, corozancitos, besitos, la chorrera, quizá con el mismo dedo los mantenía presionado, quizá por tanto monitor, no podía escribir… Nos mandaba fotos. Quizá él ya presentía el último daño que nos iban a hacer emocionalmente, pero él en ningún momento nos dijo me voy a morir, estoy agonizando”, detalló la vicentina, quien aseguró que siempre le envió palabras de aliento para que soportara el tratamiento.

El último recado que Roque de Rivera recibió por parte de su esposo fue el 24 de julio: “Se necesita plasma”, decía. “A mí del hospital jamás me llamaron que necesitaban plasma, me enteré porque él me puso en el mensaje”, señaló.

Pero tras perder contacto con su esposo, Miriam Raquel Roque de Rivera dijo que comenzó a llamar con insistencia a los números telefónicos asignados para información sobre pacientes en ese hospital, sin tener suerte de que les contestaran.

Don Memo junto a su esposa Miriam Raquel Roque de Rivera. Ambos laboraban en el Hospital Nacional Santa Gertrudis de San Vicente. Foto Cortesía

Ella trabaja como supervisora en el Hospital Santa Gertrudis, por lo que se las ingenió a rebuscarse con los contactos de amigos, para lograr tener información, aunque sea escueta, de su esposo.

Una de sus fuentes les consiguió un día antes de la mala noticia un reporte de que el paciente estaba “estable, con oxígeno, con saturación limítrofe y con antibiótico”.

Un hombre muy querido en su comunidad

Don Memo era un anestesista graduado de la Universidad de El Salvador, comenzó su labor como empírico en la época de la guerra civil en el país. Tenía 59 años. Trabajó en el Hospital Nacional Santa Gertrudis de San Vicente y le faltaban tres meses para jubilarse.

“Tanto como profesional, como hijo, como padre, como esposo, lo máximo, eso es lo que nos duele tanto con mis hijos. Un hombre muy reconocido que yo les digo que, si lo hubiéramos postulado para alcalde, Memo hubiera ganado, si ha salido tanta gente expresando sus sentimientos”, describió la viuda.

Contó que quería ser médico, pero por problemas económicos tras la muerte de su padre, don Memo optó solo por quedarse como anestesista. Pero para su familia y vecinos, era todo un doctor que les daba atención cuando la necesitaban. Incluso asistió hasta a las mascotas.

Ahora, aunque su familia descarta proceder legalmente para aclarar la muerte del anestesista, piden a las autoridades de Salud que coloquen personas capacitadas para evitar este tipo “errores” que dañan emocional y psicológicamente a las personas.

Don Memo junto a sus hijos, Guillermo, Daniela y Vladimir. Foto: Cortesía de la familia

Daniela aseguró que ha enviado un correo al Ministerio de Salud para solicitar explicaciones sobre el caso de su padre. Agregó que hasta el momento ninguna autoridad se les ha acercado ni ha llamado por teléfono para tratar la situación.

También solicitan que les entreguen las pertenencias del anestesista, las cuales consisten en el celular y los lentes, que desean guardar como “algo simbólico”.

“Quiero dejar claro que no nos quejamos de los médicos y sabemos el esfuerzo, el trato que le dieron a mi papá, calidad de atención”, sostuvo la joven.edh

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