El expresidente de Egipto Hosni Mubarak falleció este martes a la edad de 91 años en un hospital de El Cairo.
Mubarak, quien gobernó de 1981 a 2011 tras el asesinato de su predecesor Anwar Sadat, mantuvo una paz fría con Israel y un Egipto relativamente libre del extremismo islámico, señaló el sitio The Times of Israel.
Eli Shaked, embajador de Israel en Egipto entre 2003 y 2005, describió a Mubarak en 2012 como “una presencia fuerte, no carismática pero con un cuerpo pesado similar al de un soldado de combate, y muy sensato”.
Shaked comenta que Mubarak solía reunirse con funcionarios israelíes y al menos tres asesores a su lado, con los que consultaba a menudo y poseía un conocimiento detallado de la política israelí.
Al principio de su presidencia, Mubarak parecía iniciar una reforma democrática pero retrocedió hacia la dictatura que finalmente impulsó las protestas en su contra a partir del 25 de enero de 2011.
Fue arrestado a finales de ese año luego de ser acusado de incitar a la muerte de los manifestantes durante la revuelta de 18 días que lo derrocó, en la que murieron unas 850 personas.
Mubarak fue condenado a cadena perpetua en 2012, pero un tribunal de apelaciones ordenó un nuevo juicio, que rechazó los cargos dos años después.
Hosni Mubarak nació el 4 de mayo de 1928 en la aldea de Kafr el-Moseilha, en la provincia de Menoufia, en el delta del Nilo. Su familia, al igual que la de Sadat y la de Gamal Abdel Nasser, era de clase media baja.
Después de unirse a la fuerza aérea en 1950, se desempeñó como piloto e instructor de combate y ascendió a posiciones de liderazgo.
Fue aclamado como comandante de la fuerza aérea durante la guerra de Yom Kipur de 1973 – un conflicto que muchos egipcios consideran una victoria – y fue vicepresidente cuando Sadat fue asesinado. Mubarak, que se encontraba al lado de Sadat durante el asesinato sufrió una herida leve en la mano.
En sus primeros días, Mubarak hizo movimientos populares que mantenían la promesa de una sociedad más abierta, incluyendo la liberación de 1.500 políticos, periodistas y clérigos encarcelados durante los últimos meses del mandato de Sadat.
Pero las esperanzas de una reforma se desvanecieron. Mubarak fue reelegido en referéndums escenificados y en los que habitualmente obtuvo más del 90 por ciento de los votos. Fue considerado un líder distante, coreografiando cuidadosamente sus apariciones públicas, y su gobierno autoritario, reforzado por duras leyes de emergencia, alimentó el resentimiento.
La influencia de Egipto en el Oriente Medio disminuyó durante su mandato a medida que los grupos terroristas Hamás y Hezbolá, y su patrocinador Irán, ganaron fuerza y seguidores, al igual que los países ricos en petróleo como Arabia Saudita, Catar y los Emiratos Árabes Unidos.