“Un pan muy tostado no debe romper un corazón”; “Facebook es un ticket a la fantasía del soltero(a)”, “Tengan una reunión de honestidad una vez al mes”. Estos consejos, basados en enseñanzas de sabios y de rabinos, pueden ayudarnos a conservar la armonía en pareja.
1- NO SER QUISQUILLOSO
Después de un largo día en el trabajo, mi mamá puso un plato de pan tostado muy quemado frente a mi papá. Recuerdo estar esperando a ver si alguien lo notaba… Sin embargo, aunque mi padre lo notó, tomó un pan, sonrió a mi madre y me preguntó cómo me había ido en la escuela.
No recuerdo lo que le contesté, pero sí recuerdo verlo untar mantequilla al pan tostado y comérselo todo. Cuando me levanté de la mesa esa noche, recuerdo que escuché a mi madre pedir disculpas a mi padre por los panes muy tostados.
Nunca voy a olvidar lo que le respondió:
“Cariño, no te preocupes, a veces me gustan los panes muy tostados”.
Más tarde, esa noche, fui a dar el beso de buenas noches a mi padre y le pregunté si a él le gustaban los panes bien tostados. Él me abrazó y me dijo:
“Tu mamá tuvo un día muy duro en el trabajo, está muy cansada y, además, un pan un poco quemado no le hace daño a nadie”.
La vida está llena de cosas imperfectas y gente imperfecta; aprender a aceptar los defectos y decidir celebrar cada una de las diferencias de los demás, es una de las cosas más importantes para crear una relación sana y duradera. Un pan muy tostado no debe romper un corazón.
La comprensión y la tolerancia es la base de cualquier relación.
Así como dijo la Rabanit Kanievsky, esposa de Rab Jaim Kanievsky shelitá: Es normal que las primeras comidas que cocina una mujer recién casada le queden mal: se queman, les falta o sobra sal, etc., pero el hombre deberá ceder y no reclamar o discutir por estos temas; incluso que coma piedras, pero que no pelee, aún si esto continúa pasando por muchos años.
2- ESTABLECER TIEMPOS DE ESTUDIO DE TORÁ
Los especialistas y más renombrados consejeros matrimoniales suelen utilizar infinidad de terapias, herramientas y recursos para tratar los problemas de armonía en la pareja. Si funcionan, aunque sea por un tiempo, está realmente bien.
Pero nosotros, como yehudim, tenemos la solución real y definitiva para resolver los casos más complejos. El secreto para conseguir que nuestro hogar se convierta en un lugar de paz y concordia, está en el estudio de la Torá.
Compartamos este relato de Rab Yosef Mashash que escuchó de su padre, el Rab Jaim Mashash:
Resulta que un día, apenas hubo terminado de estudiar, llegó a visitarlo Rabí Elishá Najmani junto a un hombre con cara de desdichado. El pobre hombre contó:
—Mi vida matrimonial es un infierno; ya recurrí a regalos, alhajas, consejeros, brujas, curanderos y espiritistas buscando resolver el problema, pero en lugar de mejorar, las cosas iban de mal en peor hasta que me encontré con Rab Elishá, quien trató de ayudarme sin lograrlo. Ayer él soñó dos veces con un hombre que le dijo que usted tiene la solución ¡Le suplico que me ayude!
Rab Jaim le respondió:
—El único que puede arreglar eso eres tú. Está escrito en los Tehilim: “Paz en abundancia a quienes aman Tu Torá”. Si quieres conseguir la paz en tu hogar, debes establecer tiempos de estudio de Torá de día y de noche; te puedo garantizar que todo se arreglará.
Dos semanas más tarde el hombre regresó con una sonrisa de oreja a oreja:
—Rabí, escuché su consejo y ese mismo día milagrosamente mi hogar se recompuso.
3-LA INFIDELIDAD EN LAS REDES SOCIALES
El judaísmo es muy claro en este aspecto: cuando decidimos casarnos, la tradición nos indica que el hombre debe unirse a su esposa con la fórmula: “Tú eres consagrada para mí…”. La palabra elegida para ello no es casual. Es: “Aré, at mekudéshet li…”. La palabra “mekudéshet” implica separación, es decir, que se pone un límite con respecto al resto de los hombres.
En el libro Shir Hashirim puede verse el mismo concepto: “Yo soy para mi amado(a) como mi amado(a) es para mí”. Yo escogí. Mi pareja me escogió. El resto debería dejar de ser una opción: un ingeniero no puede ser abogado y pensar al mismo tiempo en trabajar como periodista. Sería muy difícil que se desarrollara profesionalmente.
Si decidí pasar el resto de mi vida con alguien y ese alguien también estuvo de acuerdo y decidió pasar el resto de su vida conmigo, entonces, se acabó. No debería pensar también en coquetear con un(a) segundo(a) y/o platicar con un(a) tercero(a).
Hay una relación directa entre el uso de redes sociales y las tasas de divorcio.
A mayor uso de redes sociales, menor es la percepción de valor entre las parejas.
La pregunta es obvia: ¿Por qué Facebook (y todas esas redes sociales que día a día son creadas) podría afectar la vida de una pareja? Y la respuesta es fuerte: porque abre puertas en vez de cerrarlas. Facebook es un ticket a la fantasía del soltero(a).
En el mundo real, nuestras parejas se levantan despeinadas, con mal hálito, van al baño, se enojan y no proyectan necesariamente su mejor cara. No veríamos “ese” perfil en Facebook. A nadie le interesa esa realidad. ¡Pero en Instagram…! Es perfecto. Se puede ver a la persona con la que se soñaba de adolescente. Todo se ve como antes. Y piensan que podría resultar. Y se imaginan. Y hablan. Y se intercambian fotos. Y podría funcionar. Porque los dos perfiles son perfectos. Y ambos quieren vivirlo. Quieren que esa sea la realidad. Increíble. Pero ahí, justo en ese momento, es cuando debe mirarse hacia otro lado, donde está la pareja. Y es lo que es. ¡Uuuffff! Decepción.
Si no es fácil llevar una vida de pareja, ¿para qué hacerla aún más difícil? Cada vez que vemos la última foto de nuestras ex parejas o compañeros de la infancia nos ponemos una traba más. Cada vez que soñamos con esa fantasía abrimos una nueva puerta en vez de cerrarla, y hacemos que la persona que tenemos al lado pierda valor ante nuestros ojos. Es obvio: los perfiles en las redes sociales son perfectos… nuestras parejas no. Facebook e Instagram nos hacen ver el mundo como con esos lentes de colores que hacen que todo se vea más feliz. Y después, es difícil volver a ver con los mismos ojos a la pareja actual.
Creo que llegó el momento de reconocer que ver perfiles es un principio de infidelidad. Creo que llegó el momento en que debemos dejar de ocupar nuestros ojos con perfiles ajenos que nos impiden ver a la persona que más nos quiere y ama. La que nos abraza y escucha. La que nos entiende. ¡Cuidemos lo que tenemos! Cerremos puertas, porque eso, desde un punto de vista profesional y social, eso también se considera madurar.
4-DAR IMPORTANCIA A LA PAREJA
El hombre o la mujer que tiene ya varios años de casado puede llegar a perder su atractivo si no se preocupa por mantenerlo. No debe permitirse subir mucho de peso o ser aburrido. Así como cuando eran novios tenían muchos temas de conversación, asimismo deben tener temas de conversación cuando están casados. Es un error no tratar de querer satisfacer, agradar y complacer a nuestros cónyuges.
También es importante abrir los canales de comunicación. Una pareja de un año de casada se percató de que su relación estaba en mal estado. Decidieron hacer lo siguiente:
Cada uno escribiría una lista de cosas que le eran importantes y las calificarían. Por decir, ella escribió: “Que tengas acomodadas tus cosas en la casa”. Para ella tenía esto tenía un puntaje de 9.6; él creía que era poco importante. Él escribió: “que estés presentable cuando yo llegue a casa”. Le dio un puntaje de 9; ella pensaba que era más importante que la cena estuviera lista, pero para él era más importante verla bella.
Después compararon notas y cada uno empezó a mejorar en algún punto. Fueron tan exitosos, que terminaron siendo —ambos— consejeros matrimoniales.
Obviamente no debe pretender el marido verla arreglada siempre; ella tampoco debe pretender que él nunca este desarreglado.
5-EL SECRETO DE LA VERDADERA FELICIDAD EN LA VIDA MATRIMONIAL
Los Sabios comparan —para cierto aprendizaje legal— la transacción comercial entre Abraham Abinu y Efrón con la manera en que un hombre desposa a una mujer. Abraham quería comprar una cueva específica de Efrón para poder enterrar ahí a su esposa Sará, y éste le cobró un precio exorbitante.
Podríamos preguntarnos: ¿Por qué vieron nuestros Sabios apto comparar la operación comercial de cierto vil, con el sublime acto de contraer nupcias?
La respuesta es fascinante: a Abraham no le importaba pagar todo el dinero del mundo porque sabía que esa gruta era la entrada terrenal al paraíso. ¡En realidad era una ganga! Por otro lado, Efrón sintió que ganó muchísimo dinero, lo que fue cierto. En otras palabras, cada uno se fue contento a su casa sintiendo que hizo el mejor trato de su vida. Y desde el punto de vista de cada uno, es cierto.
La enseñanza para nosotros está clara: Cada uno de los integrantes de la pareja debe sentir como si hizo el negocio de su vida. Debe pensar: “¿Cómo aceptó casarse conmigo? Mi cónyuge es lo mejor del mundo, ¡mejor no pudo haberme tocado!”. Con una actitud se puede llegar a la verdadera felicidad en la vida matrimonial.
6- CÓMO DAR PLACER A LA PAREJA
Es increíble que la mayoría de las parejas no tienen idea de lo que les gusta o no a sus cónyuges. Para remediarlo, siéntate con tu pareja y haz una lista de todas las cosas que le dan placer y realiza una de esas cosas diariamente.
Sonríanse el uno al otro. Te asombrarás al ver cuánto placer se pueden dar el uno al otro al estar conscientes de sonreír lo más posible.
Antes de decir o hacer algo, pregúntate: “¿Esto me acercará a mi pareja o nos alejará más?”. Si te acerca, hazlo; si te aleja, no lo hagas.
Siempre pregúntale: “¿Qué puedo hacer por ti?”. Busquen maneras de ayudarse y estar el uno para el otro. Abre la boca y pregunta, seguro que no perderás oportunidades de ayudar.
Tengan una reunión de honestidad una vez al mes. Díganse el uno al otro cómo van, tanto en el área de dolor como en el de placer. El objetivo es obtener retroalimentación para que puedan mejorar sobre su efecto.
Por último, es crucial que cada día te vuelvas a comprometer con el objetivo de dar placer y no causar dolor, ya que en realidad los grandes matrimonios se crean día a día.
7-LAS FUNCIONES DE LA MUJER Y DEL HOMBRE EN EL MATRIMONIO
Para el hombre: Maimónides cita el dictamen talmúdico referente a la conducta del hombre para con su esposa: “El hombre debe honrar a su esposa más que a sí mismo y amarla como a sí mismo. Si tiene mucho dinero, debe honrarla de acuerdo con sus posibilidades. No debe hacerle sentir miedo de más, sino hablarle con tranquilidad, sin tristeza ni enojo”.
Para la mujer: Maimónides cita el dictamen talmúdico referente a la conducta de la mujer para con su esposo: “La mujer deberá respetar a su esposo más de lo normal. Lo deberá honrar y hacer todo lo que le pida. Lo deberá ver como un rey. Ella deberá alejarse de todo lo que él odie”.
Nuestros sabios declaran: “¿Cuál es la esposa apropiada? La que hace la voluntad de su marido.” Por más que parezca ser una definición machista, si prestamos atención veremos que no dice: “La que hace caso a su esposo”, sino “La que hace su voluntad”, es decir, que forja la voluntad de su marido haciendo que quiera lo que debería querer.
La mujer tiene la capacidad de lograr que su marido quiera y haga lo correcto, no por medio del enfrentamiento, sino usando su inteligencia para lograr que su marido esté motivado a hacer lo que debe.
Dijo Rab Shteinman: “Como vemos, Maimónides dictaminó en su libro de leyes las obligaciones del hombre y de la mujer. No son consejos ni recomendaciones. Son leyes que cada uno debe cumplir.
¿Acaso alguien podría pensar que por el hecho de que su esposa no prenda las velas de Shabat uno no se pondría tefilín? ¡Por supuesto que no! ¿Por qué? Porque cada uno tiene sus obligaciones.
Lo mismo aplica para las responsabilidades hacia la pareja. Si el hombre no cumple sus leyes hacia su esposa, ella no debería dejar de hacer lo que le corresponde, y viceversa, ¡ya que cada uno debe cumplir con sus propias obligaciones!
Si cada uno se enfoca en sus deberes, tendrán un hogar en armonía y paz toda su vida.
8- NO ENOJARSE
En cierta ocasión llegó una pareja con un rabino para divorciarse y fijar una fecha para el caso, a la vez que el rabino les ofreció un jarabe contra el enojo.
Se presentaron el día fijado y el rabino los recibió listo para divorciarlos, a lo que dijeron:
—¡Rabino, no venimos a divorciarnos, sino que venimos por más jarabe!
Con gusto se los dio, el cual les duró dos semanas. Volvieron por más y les duró un mes, pero cuando volvieron por la cuarta botella, el rabino dijo:
—¡No hay más jarabe, lo que siempre les di era miel, agua y azúcar! Lo que quise enseñarles es, simplemente, que aprendan a controlar el espontáneo impulso del enojo para así lograr shalom (paz conyugal).
Aun cuando haya ocurrido algún disgusto entre la pareja, la vida y rutina deberán seguir de manera normal; es decir, que la mujer prepare de comer, que coman juntos, que el hombre dé el gasto, que se saluden, se despidan, lleguen a la misma hora, se hablen durante el día, etc., ya que, de no ser así, se agrandan y agravan las cosas.
Del juzgado del Rab Shemuel Vozner se informó que el 90% de los divorcios que habían realizado se originaron por pequeñas ofensas, después no se supo frenar el desarrollo y crecimiento del pleito.
Sobre esto dijo Rab Aharón Leib Shteinman: Sabido es lo que dice el Talmud acerca de que Aharón Hacohén hacía la paz entre las parejas cuando estaban en el desierto, pero la pregunta es: ¿Sobre qué debía hacer la paz? ¿Acaso había pleitos entre las parejas en el desierto?
¿Cuáles eran los temas de discusión en el desierto para que una pareja se pudiera pelear, si no les faltaba nada?
Contesta Rab Shteinman: Se peleaban por tonterías; el hombre quería algo insignificante y la mujer lo contradecía, o viceversa.
9- DEJAR DE LADO NUESTRO ORGULLO
Rabí Nissim Yaguen solía decir:
“La mayoría de los divorcios y conflictos de pareja comienzan con una frase inoportuna o una palabra fuera de lugar, y aunque parezca mentira, el orgullo y la arrogancia no les permite retractarse. Así comienza todo: una palabra lleva a la otra y de allí a las peleas, terminando en el rabinato para divorciarse”.
Tanta es la tozudez que, con tal de justificarse y sentirse triunfadoras, las personas están dispuestas a perderlo todo. Y lo que promete ser un agradable sabor de victoria, se convierte en una infinita amargura para los desdichados hijos del matrimonio, para los dos cónyuges y, especialmente, para quien comenzó con “la palabra errada”.
La solución es muy sencilla. Dejar de lado el honor y el orgullo. Si nos equivocamos, hagamos borrón y cuenta nueva. Es mejor dejar que se rompa nuestro ego y seguir viviendo felices con nuestra pareja.