Los microbios que causan infecciones son complejos, dinámicos y están en constante evolución. Se reproducen rápidamente, mutan con frecuencia y logran ir de una especie a otra adaptándose con facilidad a sus nuevos ambientes. Sin embargo, el comportamiento de la sociedad ante ellos tiene un efecto determinante en el desarrollo de este fenómeno natural.
Claro que no son comparables la propagación de la plaga en Europa medieval, la pandemia del virus del VIH, las epidemias de Ébola en África y el reciente brote del nuevo coronavirus que lleva hasta este momento más de 630 casos confirmados y 17 muertos. Todo reside en cómo reaccionamos ante un reto así.
Según un estudio reportado ayer, 22 de enero, en la Revista de Virología Médica, este nuevo coronavirus, nombrado por la Organización Mundial de la Salud (WHO) como 2019-nCoV, es resultado de una mezcla de coronavirus de murciélago y otro coronavirus de origen aún no definido. Al parecer, el virus híbrido se hospedó en una serpiente que, en el mercado de animales de Huanan en la ciudad de Wuhan, China, infectó al primer humano. A este primer infectado se le conoce como paciente cero. Ahí comenzó la epidemia de un virus antes no descrito y que aún no entendemos realmente cómo se propaga, cómo se controla y qué tan virulento es. Incluso, analizando los síntomas de los pacientes que han dado positivo, algunos ni siquiera han cursado la enfermedad con fiebre.
Pero, ¿qué es una epidemia?, según la definición de la Organización Mundial de la Salud, la epidemia ocurre cuando el número de casos de una enfermedad excede la expectativa normal. Existen epidemias causadas por la exposición a sustancias químicas o toxinas, como en el caso de un pozo de agua contaminado que enferma a toda una población, o bien, las epidemias causadas por un agente infeccioso, bacterias, virus, hongos, que como en este caso, logra contagios con relativa facilidad.
La película hasta el día de hoy. El 31 de Diciembre de 2019, China emitió el primer reporte sobre la existencia de una enfermedad respiratoria grave de causa no conocida. La mayoría de los 40 pacientes inicialmente infectados tenían un vínculo con un mercado de animales en Wuhan, por lo que éste fue cerrado el 1 de enero. Doce días después, Tailandia había confirmado la detección del virus en una persona originaria de la misma ciudad. Ese mismo día, China avisó sobre la muerte de los primeros pacientes e hizo pública la secuencia genética del virus comprobando que se trataba de un agente nuevo.
A su vez, el Centro para Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) confirmó que si bien esta epidemia comenzó cuando el virus pasó de un animal al humano, el contagio ya era aparentemente de persona a persona. Japón y Corea del Sur notificaron presencia de un caso cada uno, ambos importados de China. Hong Kong tiene dos casos aún por confirmar. El 22 de enero, Estados Unidos encontró el virus en un pasajero que había regresado siete días antes de Wuhan, el primer paciente positivo en el continente americano. Al día siguiente, China anunció que cerraría todos los accesos a la ciudad de Wuhan; cancelando trenes, aviones, metro, ferris y camiones que tenían programados viajes desde el epicentro de la crisis.
Hoy, dos ciudades más de China han cortado vías de entrada y salida, sumando un total de 20 millones de personas atrapadas en sus respectivas urbes, en cuarentena. En una junta de emergencia, la Organización Mundial de la Salud decidió no declarar una crisis de salud pública global ya que “los países tienen los sistemas para detectar, manejar y contener al virus por sí mismos”. Esto al 23 de enero. Todo está sucediendo muy rápido.
QUÉ ES EL CORONAVIRUS
Los coronavirus causan un tercio de los resfriados comunes, y son un tipo de virus que tienen en su exterior una capa de moléculas rígidas que, como antenas sobre una cápsula, forman una corona (de ahí su nombre), y en su interior, tienen un trozo de ARNm (ácido ribonucleico mensajero: material genético) que contiene las instrucciones precisas para construir nuevos virus idénticos.
Sin embargo, el virus es tan sencillo, que ni siquiera tiene la capacidad de replicarse a sí mismo, debe infectar a una célula viva (en este caso humana) para producir más ejemplares iguales. Así, el coronavirus se introduce a una célula del tracto respiratorio, abre su cápsula y deja salir el material genético de su interior que es leído por la ingenua maquinaria celular.
De esta forma, la célula humana infectada obedece la receta viral para ensamblar nuevas copias idénticas, que una vez empacadas en sus nuevas cápsulas, rompen la célula para escapar y seguir su invasión.
EL CORONAVIRUS EN MÉXICO
Para nuestra egoísta tranquilidad, el Comité Nacional para la Vigilancia Epidemiológica (CONAVE) emitió un aviso el 21 de enero aclarando que en México no se habían presentado casos confirmados de la infección respiratoria asociada al 2019-nCoV. Las autoridades de los aeropuertos del país, principalmente Monterrey, Cancún y Guadalajara que reciben vuelos directos desde China, están poniendo especial atención en los pasajeros a su arribo. Lo mismo en la frontera norte y la Ciudad de México.
En México se pensó tener un caso importado en Tamaulipas, pero hoy por la mañana las autoridades de salud confirmaron que el paciente no posee el nuevo coronavirus.
Generalmente, nuestro sistema inmunológico es capaz de generar anticuerpos que controlan una infección viral. Incluso, muchos de nosotros seguramente albergamos anticuerpos específicos contra el coronavirus, sin embargo hay tantos serotipos que algunas veces no estamos preparados para combatirlos todos. Medicamentos son capaces de mitigar los síntomas de esta enfermedad mejorando las condiciones de los pacientes.
Por si fuera poco, la actual epidemia de coronavirus se presenta especialmente en un mal momento: justo en las vísperas del Año Nuevo Lunar Chino, que comienza el 25 de enero y que representa la mayor migración humana con cientos de millones de viajeros chinos que se trasladan para las festividades. El reto para las autoridades chinas es el de contenerlo en esta época de tanta movilidad, situación que tendrá sin duda consecuencias económicas para distintas industrias, especialmente la del turismo. El gobierno chino ha asumido con gran seriedad y autoridad esta crisis, para la cual ya ha cancelado algunas celebraciones en Beijing en torno a esta festividad para evitar aglomeraciones en eventos públicos.
Lo que esta creciente epidemia está provocando entre la población es miedo, incluso pánico, ante la memoria de lo que el país chino sufrió en 2003 con el brote del también coronavirus SARS, que comenzó igualmente en un mercado de animales y que cobró 800 vidas.
Paradójicamente, hace unas semanas los autores Qijun Han y Daniel Curtis publicaron un estudio sobre los efectos que películas sobre epidemias tienen en la sociedad. Y aunque muchas de ellas están basadas en hechos reales, algunas de estas películas son de fantasía o ciencia ficción, y en ocasiones, exageran tanto la trama hacia la apocalipsis, que resultan en filmes de horror.
Sin embargo, en todas ellas, los autores identifican dos escenarios posibles: que la película muestre el pánico de los personajes al perder el orden social ante una emergencia sanitaria, o bien, que la cinta muestre el miedo que provoca la aplicación de normas sociales para la contención de las epidemias.
Al parecer, en el caso del brote de 2019-nCoV las autoridades de los organismos internacionales de salud y los gobiernos locales han optado por tomar medidas rígidas y conservadoras para controlar el contagio viral, situándonos en un escenario donde el orden social y las normas son las que imperan.
EPIDEMIA MEDIÁTICA
Escenario que nos debe dejar a todos tranquilos. Debemos procurar no hacer de esto una epidemia mediática de miedo, sí es importante mantenernos informados, saber los hechos, cuidarnos, pero no sacar de contexto la situación.
La información en torno a esta epidemia se está produciendo con una rapidez vertiginosa, la noticia está en desarrollo en todo momento y el entendimiento del agente viral tiene a los científicos sumergidos en busca de una solución urgente.
Es por ello que concluiré el texto con puntos suspensivos y recomendándote mi película favorita, que irónicamente es Epidemia (Outbreak, 1995), protagonizada por Rene Russo y Dustin Hoffman… por si te desocupas…