Después de una ajustada votación que tenía en vilo al país desde la noche del domingo, Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, será el nuevo presidente de Uruguay.
Así lo reconoció este jueves su contendiente en las urnas, Daniel Martínez, de la coalición de izquierda Frente Amplio.
A falta de una declaración oficial de las autoridades electorales, Martínez reconoció que la tendencia en el recuento de votos hace irreversible el triunfo de Lacalle.
La victoria de Lacalle pone fin a tres gobiernos del Frente Amplio, el partido que tiene en José Mujica a la figura mediática más destacada a nivel internacional.
Quién es Luis Lacalle
En muchos sentidos, el mandatario de 46 años electo este domingo es lo opuesto al exguerrillero -38 años mayor- que fue noticia por ser «el presidente más pobre del mundo».
Lacalle Pou nació en una familia que es parte de los libros de historia de Uruguay, fue educado en las instituciones más prestigiosas del país, tiene una buena situación económica y vive en un barrio privado.
Pertenece al Partido Nacional, una de las agrupaciones políticas más antiguas del mundo, con 183 años de vida. Y quizás por eso sea difícil de encasillar ideológicamente.
A lo largo de su historia, este partido con fuerte arraigo en sectores rurales ha integrado un abanico amplio de posiciones desde la izquierda a la extrema derecha.
En la década de los 90 y de la mano de Luis Alberto Lacalle Herrera, padre del presidente electo, el Partido Nacional estuvo alineado con posiciones de apertura económica de las que hoy procura separarse.
Lacalle Pou también intenta alejarlo de las visiones más conservadoras en lo social, a las que históricamente estuvieron ligadas algunas de sus figuras.
El 1º de marzo de 2020 y hasta 2025 accederá al puesto que deja Tabaré Vázquez, quien en 2005 se convirtió en el primer presidente de izquierda del país y que, tras el mandato de Mujica, volvió al puesto en un balotaje donde venció justamente a Lacalle Pou.
Su historia de vida, incluyendo aquella derrota, ayuda a explicar su victoria –también en balotaje–frente al oficialista Daniel Martínez.
Del mar a la arena política
Lacalle Pou tiene fascinación por el mar. Lo descubrió de niño, en los veranos en las costas uruguayas y en la casa de su abuelo materno, donde leía viejos ejemplares de National Geographic.
Quería ser biólogo marino, soñaba con convertirse en Jacques Cousteau y tener su propio Calypso, el famoso barco del oceanógrafo francés.
El gusto por el mar le despertó también el interés por el surf y por eso, de niño, siempre pedía a sus padres una tabla.
El Uruguay ya tiene nuevo Presidente!! @LuisLacallePou pic.twitter.com/QFQ0PhjYLs
— Partido Nacional (@PNACIONAL) November 28, 2019
El primer deseo quedó por el camino, porque siguió los pasos de su padre y se convirtió en abogado. El segundo se cumplió y a los 11 años recibió una tabla de surf usada, que fue la primera de muchas.
Se convirtió en un surfista que recorrió playas uruguayas y del mundo, viajó kilómetros buscando olas y aguardó horas en el mar esperando el momento justo para correrlas.
En la soledad del agua tomó decisiones, esperó y retrocedió, superó dificultades, cayó varias veces y volvió a ponerse en pie sobre la tabla para cumplir su objetivo.
Todo lo que aprendió en el mar lo aplicó en la vida real, y después del revolcón electoral de 2014, que lo dejó tumbado en la arena política, Lacalle Pou se recompuso.
Definió una estrategia que analistas elogian y consideran de «casi perfecta«, por lo certera para lograr captar los imprescindibles votos por fuera de su partido.
Pero el ajustado triunfo de Lacalle Pou se explica tanto por aciertos propios como por errores ajenos.
Casi perfecta
En junio ganó la interna del Partido Nacional en una contienda en la que mostró un balanceado equipo de técnicos y políticos, con propuestas para bajar el gasto estatal, mejorar la seguridad y la educación.
Luego, eligió como compañera de fórmula a Beatriz Argimón, una exdiputada y reconocida feminista que tuvo un papel fundamental en la aprobación de la ley de cuotas y otras iniciativas de género, entre ellas algunas relacionadas con la violencia contra la mujer.
De esa forma, un partido que estaba rezagado en temas de género, mostraba una nueva cara en sintonía con la tendencia mundial que reclama más mujeres en política.
De hecho, Argimón es ahora la primera mujer elegida vicepresidenta de la historia de Uruguay, un país que todavía no ha tenido presidenta.
Tras la primera vuelta electoral , donde el Partido Nacional quedó segundo detrás del Frente Amplio, Lacalle Pou tejió lo que informalmente se llama una «coalición multicolor».
Se trata de una alianza con otros cuatro partidos que abarcan a casi todo el espectro político (desde la socialdemocracia hasta la ultraderecha) y de diversa trayectoria (desde uno con casi dos siglos de historia hasta otro con apenas 8 meses de vida).
Lacalle Pou se dedicó a recorrer el país junto a los líderes de estos otros partidos, cosechando adhesiones sobre todo fuera de Montevideo. La izquierda, por su parte, conservó su electorado más fiel en la capital del país.
Si bien esa coalición es la que le aseguró los votos necesarios para la victoria, también casi le hace perder la elección en las 48 horas finales.
La victoria de Lacalle Pou en el balotaje, que debía ser por al menos 5 puntos de diferencia según las encuestas, terminó siendo de poco más del 1% debido a lo que varios analistas han señalado como «el miedo» que provocó un video publicado por el líder del partido Cabildo Abierto, el general retirado Guido Manini Ríos.
En el video, publicado el viernes pasado, Manini Ríos exhortaba a «los soldados de todas las jerarquías» a no votar por la izquierda, un mensaje que despertó los fantasmas del último gobierno de facto (1973-1985).
Si bien Manini Ríos ha negado que su video influyera negativamente, es probable que Cabildo Abierto vaya a ser el mayor desafío de Lacalle Pou y su coalición de gobierno.
Fin de un ciclo
El resultado electoral de este domingo también se explica por un Frente Amplio que llegó desgastado tras 15 años en el poder.
Los avances conquistados por la izquierda en materia de derechos sociales, las políticas laborales que llevaron a mejoras salariales y las ayudas para atender a los sectores más desfavorecidos no fueron suficientes para equilibrar las consecuencias de algunos problemas que vive el país.
Los problemas más evidentes son la seguridad (en Uruguay matan en promedio una persona por día, algo que rompe los ojos en un país de 3 millones de habitantes) y la economía (el país tiene un déficit fiscal equivalente a casi el 5% del Producto Interno Bruto, más alto incluso que en la peor crisis financiera de su historia, y un desempleo que ronda el 9%).
A estos problemas se sumaron escándalos como el procesamiento del último vicepresidente, Raúl Sendic, por mal manejo de fondos públicos.
Además, el Frente Amplio hizo una campaña oscilante, con mensajes contradictorios, y tuvo al frente a un candidato, Martínez, que por momentos quedó solo y que no pudo despertar el fervor de Mujica ni el liderazgo de Vázquez.
Familia política
María Julia Pou, madre de Lacalle Pou, recuerda una anécdota que permite entender hasta qué punto la política ha sido parte de la vida del presidente electo desde que nació.
Un día entró en el dormitorio y vio a su hijo de pie sobre un cajón, hablando en voz alta mientras movía los brazos.
El niño estaba pronunciando un discurso, simulando ser Luis Alberto de Herrera, su bisabuelo paterno, quien fuera uno de los caudillos más importantes del Partido Nacional en la primera mitad del siglo XX.
Herrera inició el camino político familiar que luego continuó su nieto Luis Alberto Lacalle Herrera, padre de Lacalle Pou, que entre 1990 y 1995 fue presidente de Uruguay.
La política también estuvo presente en la vida del presidente electo por el lado materno: Pou fue senadora entre 2000 y 2005, luego de haber creado dentro del Partido Nacional el sector que le permitió a su hijo ser diputado por primera vez ese mismo año 2000, cuando tenía solo 26 años.
A partir de ese momento inició una carrera política que lo lleva ahora a los más alto que podía aspirar, luego de 15 años como diputado y otros cinco como senador.
El propio nombre del presidente electo es una prueba de su fuerte historia política.
En verdad se llama Luis Alberto Alejandro Aparicio: los dos primeros nombres los comparte con su padre y su bisabuelo paterno (y también con su hijo mayor), el tercero es en homenaje a su abuelo materno, y el cuarto es por Aparicio Saravia, figura emblemática del Partido Nacional de principios del siglo pasado.
Estudió en el British Schools, uno de los colegios más prestigiosos y costosos del país, y luego en la Universidad Católica, que también es privada.
Ese abolengo, la selecta formación educativa y el hecho de que viva en un barrio privado, fueron elementos que sus detractores utilizaron durante años como argumentos para minimizar o estigmatizar su figura.
En 2007 protagonizó una pelea en el Parlamento de la que se avergüenza, en la que un diputado frenteamplista lo calificó de «oligarca p…», mote que inspiró bromas y comentarios durante años.
365 noches
Lacalle Pou está casado con Lorena Ponce de León, una paisajista que asumió un papel activo en la campaña electoral, y es padre de tres hijos.
Los dos primeros (Luis Alberto y Violeta) son mellizos nacidos por fecundación in vitro. A partir de esa experiencia, Lacalle Pou impulsó la ley que establece que la fertilización sea una de las prestaciones gratuitas del sistema de salud uruguayo.
Poco más de un año después de la llegada de los mellizos, nació Manuel, nombre que homenajea a Oribe, el fundador del Partido Nacional.
Lacalle Pou contó en varias oportunidades que su adolescencia no fue sencilla, aunque sus problemas no pasaron por lo material sino por lo físico. En aquellos años medía menos de un metro y medio, y ser tan pequeño lo avergonzaba.
Intentaba compensar la baja estatura con un estilo propio que incluía botas tejanas blancas, un tipo de calzado excéntrico para Uruguay.
«Tenía una personalidad como diciendo: ‘Acá estoy, soy chiquito pero soy yo’. Eso a veces le generaba problemas porque nunca se achicaba y si tenía que irse a las manos, se iba», contó Horacio Abadie, uno de sus amigos más cercanos en el libro Luis Lacalle Pou. Un rebelde camino a la presidencia de Esteban Leonís.
A los 14 años, una consulta médica en Estados Unidos reveló que teína un problema en la hormona del crecimiento.
Con el diagnóstico a la vista, su abuelo Alejandro, médico de profesión, le aplicó durante 365 noches una inyección de hormonas que le permitieron llegar a cerca de los 1,70 metros de estatura, un tamaño medio de acuerdo a los estándares uruguayos.
Se preocupa por su el cuidado físico y trata de realizar un par de horas de gimnasio al día. Intenta comer sano, bebe al menos dos litros de agua diarios, no consume más alcohol que una cerveza esporádica, y dejó de fumar hace varios años. Su esposa lo inició en el reiki y en las flores de Bach.
Drogas y policía
Hubo otro elemento que marcó a fuego la adolescencia de Lacalle Pou: su padre fue presidente cuando él tenía entre 17 y 23 años.
Al principio, cuando Lacalle Herrera ganó la elección, Lacalle Pou se fue a vivir al campo de la familia a unos 100 km de Montevideo, para alejarse del movimiento que significó aquel triunfo.
Una vez que su padre asumió, cuando la familia se instaló en la casa presidencial, él pidió para dormir en la buhardilla, lo más aislado posible de la dinámica del hogar.
De aquellos años, Lacalle Pou conserva la anécdota de una tarde en que concurrió al Estadio Centenario a ver el clásico del fútbol uruguayo entre Nacional (equipo del que es hincha) y Peñarol, y fue parte de una pelea que lo dejó con dos dientes menos. Él y sus amigos terminaron detenidos por la policía.
Como no tenía documentos y los oficiales dudaban de que efectivamente fuera él, llamaron al presidente para cotejarlo. Lacalle Herrera les respondió que el joven quedara incomunicado, como el resto de los participantes de la pelea.
En su juventud, mientras su padre era presidente, Lacalle Pou consumió drogas, primero marihuana y luego cocaína, según contó en 2013 a la revista Galería. No era adicto, aclaró, y fue él quien se lo contó a sus padres una vez que las dejó.
Si bien hace un par de años Uruguay fue noticia en el mundo porque entró en vigencia una ley que habilitó la venta de marihuana estatal en farmacias, años antes Lacalle Pou había propuesto avances en ese sentido, impulsando el autocultivo de cannabis.
Tres décadas más tarde
Pasaron 30 años desde la última vez que el Partido Nacional ganó una elección justamente con Lacalle Herrera. Ahora su hijo asume el desafío de encabezar un gobierno de varios partidos, algo que nunca se vio en Uruguay.
Lacalle Pou confía en iniciar en breve la transición y ya anunció auditorías en todo el Estado para conocer en qué situación se encuentran los organismos públicos.
Desde el Frente Amplio las principales críticas apuntan a cómo hará para mantener el respaldo de una coalición heterogénea, con figuras díscolas y otras sin experiencia parlamentaria.
Ante esos cuestionamientos, él mantiene la calma. Más allá del susto del domingo y la inesperada dilación de los resultados, esta vez las cosas van saliendo como las imaginó.
fuente:bbcmundo