«El paro convocado para el 21 de noviembre (en Colombia) hace parte de la estrategia del Foro de Sao Paulo, que intenta desestabilizar a las democracias de América Latina».
Esa fue la declaración, hace unos días, del expresidente colombiano, Álvaro Uribe, al referirse a la marcha y huelga convocadas por las centrales obreras colombianas en protesta contra el gobierno del presidente Iván Duque.
En sus declaraciones, el senador Uribe, quien es aliado del presidente Duque, denunció que la protesta social no debía estar «al servicio de anarquistas internacionales ni de grupos violentos«.
No es la primera vez que un político de la derecha latinoamericana menciona al Foro de Sao Paulo como «un instrumento para desestabilizar a la región«.
En julio, cuando la agrupación iba a celebrar su reunión anual, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, escribió en Twitter: «Miembros del Foro de Sao Paulo, creado por Fidel Castro, Lula, FARC, entre otros partidos de izquierda y facciones criminales que intentan dominar América Latina, se reúnen en Caracas-Venezuela para discutir su Proyecto de Poder Totalitario».
Y en octubre el Tribunal Supremo de Venezuela en el exilio acusó al Foro de incentivar las protestas en Ecuador y Chile y dijo que la agrupación «es la maquinaria que utiliza el crimen organizado para desestabilizar la democracia en el Hemisferio».
Pero ¿qué es el Foro de Sao Paulo? y ¿es realmente una estrategia de la izquierda latinoamericana para desestabilizar a la región?
La primera reunión
Todo empezó cuando Fidel Castro le sugirió al entonces líder sindicalista brasileño y fundador del Partido de los Trabajdores (PT), Luiz Inacio Lula da Silva, que establecieran un seminario internacional para que la izquierda del continente se reuniera anualmente para discutir planes para América Latina.
Así, el foro de partidos y grupos de izquierda latinoamericanos fue fundado por el PT en la ciudad de Sao Paulo en 1990.
Según sus fundadores, el Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda y ultraizquierda, para «debatir sobre el escenario internacional» después de la caída del Muro de Berlín y «las consecuencias del neoliberalismo en los países de América Latina y el Caribe».
«En 1990 la Unión Soviética todavía existía, pero Fidel estaba preocupado por la ofensiva neoliberal en la región», le dijo a BBC Brasil el historiador Valter Pomar, secretario ejecutivo del Foro de 2005 a 2013 y autor del libro «Foro de Sao Paulo: construyendo la integración latinoamericana y caribeña».
En ese contexto se celebró la primera reunión del Foro con la asistencia de unos 60 partidos. Actualmente hay unos 120 de 25 países.
En sus orígenes, el Foro se planteó como un espacio para debatir el surgimiento de un socialismo democrático para el siglo 21, como pretendía el PT.
Pero tal como explica el historiador de la Universidad Fluminense Federal de Brasil, Daniel Arao Reis, el foro «se ha convertido en un instrumento de alabanzas políticas, siempre condicionado por el enemigo común».
«El foro nunca se diseñó como una nueva Internacional Comunista, como le gusta decir a la derecha, extrapolando, pero tampoco ha servido como foro para críticas y sugerencias de la izquierda. Temiendo la desintegración de las alianzas, se ha optado por el silencio», agrega.
Los expertos coinciden en que, hoy en día, en la práctica, el Foro de Sao Paulo funciona como un think tank.
¿Grupo «siniestro»?
Los enemigos de la organización, sin embargo, parecen implicar que éste es un grupo mucho más «siniestro» que un simple encuentro de pensadores y colectividades políticas de izquierda.
Y para apoyar esa afirmación citan a organizaciones como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, que han participado en algunos de los foros anuales.
«El Foro de Sao Paulo es la mayor organización política que existe en el continente latinoamericano», declaró en un video publicado en julio el escritor Olavo de Carvalho, cuya ideología conservadora ha influido en el presidente Bolsonaro.
«No creo que ni en Estados Unidos exista una organización que reúna 200 partidos políticos y más bandas de narcotraficantes, secuestradores, etc. etc. Es un negocio monstruoso», declaró.
En octubre el canciller brasileño, Ernesto Araujo dijo en un tuit que el Foro de Sao Paulo estaba usando «violencia, manipulación, crimen, corrupción y fraude» para recuperar el poder.
10/Querem que façamos vista grossa ao Foro de São Paulo e sua insana aposta de recuperar o poder através da violência, da manipulação, do crime, da corrupção e da fraude.
— Ernesto Araújo (@ernestofaraujo) October 24, 2019
En Colombia, las declaraciones del expresidente Uribe sobre la supuesta participación del Foro en el paro nacional del 21 de noviembre formaban parte de un comunicado emitido por su partido, Centro Democrático, en el poder.
En el comunicado señalan que el Foro, «secundado por gobiernos opositores», tiene el propósito de «bloquear el gobierno del presidente Iván Duque».
1/7 El paro convocado para el 21 de noviembre hace parte de la estrategia del Foro de São Paulo que intenta desestabilizar a las democracias de América Latina, secundado por grupos opositores cuyo propósito ha sido bloquear al Gobierno del Presidente Iván Duque.
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) November 8, 2019
Y piden «a las autoridades competentes la judicialización de los incitadores a la violencia y en el caso de extranjeros que estos sean llevados a la cárcel o deportados».
Poca homogeneidad
Algunos analistas señalan, sin embargo, que el Foro de Sao Paulo nunca ha logrado realmente adquirir suficiente fuerza e importancia para influir en la región.
Esto se debe, principalmente, a que carece de homogeneidad en el continente: ha buscado, dependiendo de cada país, distintos objetivos por distintos medios.
«El Foro siempre ha funcionado, y continúa funcionando sobre la base del consenso», afirma el exsecretario ejecutivo del Foro Valter Pomar.
«En la práctica, este método le permitió a los partidos y organizaciones que eran muy diferentes entre sí sentirse cómodas y participar en las actividades del Foro».
«En ocasiones esto contribuyó a ‘un acercamiento’ (entre ellos), pero en otras ocasiones no», asegura Pomar.
En su apogeo, entre 2008 y 2009, el Foro de Sao Paulo tenía entre sus miembros a los partidos de los presidentes de Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela y Ecuador.
Pero tal como señala Valter Pomar, «con el intercambio de experiencias de estos gobiernos el Foro tuvo peso en sus discusiones. Pero nunca hubo una ‘exportación’ o ‘importación’ de modelos, solo hubo un intercambio de opiniones».
Ese intercambio condujo a la fundación de UNASUR, la Unión de Naciones Sudamericanas, en 2008, una organización para facilitar el comercio e intercambio social y cultural entre los países de América Latina y que intentaba contrarrestar la influencia de Estados Unidos en la región.
La idea, sin embargo, no prosperó y para 2018 la mitad de los países que formaban parte del grupo suspendieron su afiliación.
Tal como señala Carolina Pedroso, profesora de Relaciones Exteriores de la Universidad de Ribeirao Preto, en realidad hoy se le está dando demasiada importancia a la organización.
«Cuando la gente habla del Foro, parece que éste es una organización superpoderosa. En realidad son sólo grupos que históricamente han estado reprimidos en sus propios países y están tratando de buscar diálogo e integración», le dijo Pedroso a la revista web brasileña The Brazilian Report.
«Enemigo necesario»
En efecto, tal como señala Denis Rosenfield, profesor de Filosofía de la Universidad de Rio Grande do Sul y fundador del Instituto Milenium, un think tank que apoya el liberalismo económico, hoy en día el Foro de Sao Paulo es el «enemigo perfecto» de políticos como Jair Bolsonaro o Álvaro Uribe.
«El Foro es mucho más una necesidad de la extrema derecha que de la izquierda» dijo. «¿Con quién estaría peleando Olavo de Carvalho?».
«Su pensamiento funciona con esta conspiración de que existe un gran proyecto de dominación de la izquierda cuyo centro de comando es el Foro. Esta gente está orientada contra ese enemigo y ese enemigo es lo que los une«.
Tal como señala Denis Rosenfield, igual que la izquierda ha perdido el poder que tenía hace unos años en América Latina, el Foro también se ha ido desvaneciendo.
«El Foro de Sao Paulo surge como un proyecto de dominación de la izquierda en el continente. En su apogeo, sirvió como retroalimentar ideologías de gobiernos, pero no tuvo una gran efectividad en la práctica. Con la derrota de los gobiernos de izquierda, el Foro ha dejado de tener cualquier importancia», señala el experto.
fuente:bbcmundo