La fiesta de Pésaj se acerca y estoy seguro que cada uno ya está pensando ¿qué regalo puedo darle a mis hijos? Me gustaría darles una sugerencia: den algo que se quede con sus hijos por toda la vida, algo que sea eterno. ¿Pero que se puede regalar y que dure eternamente?
Los americanos acostumbran a decir “diamonds are forever”, los diamantes son eternos. Creo que ellos están equivocados, un diamante puede perdurar muchos años, pero puede ocurrir que uno lo pierda en pocos días.
Pero hay algo que es realmente eterno. Imaginen qué placentero es estar con los nietos enseñándoles fotos de sus papás cuando eran de la edad que hoy tienen los nietos. Contarles a ellos cómo te preocupaste cada noche porque su hijo (el papá de los nietos) tardaba en volver porque se quedaba platicando con una de las chavas, una chica que tenía un nombre, pero hoy usted la llama “Mami”. Este tipo de experiencia deja un recuerdo inolvidable, este recuerdo es un regalo eterno.
Esto es exactamente lo que hacemos en la noche de Pésaj. Nos reunimos con toda la familia y miramos juntos el “álbum de familia” de nuestros patriarcas. Cuando al principio del Seder levantamos las Matzot y proclamamos “Este es el pan de la pobreza que comieron nuestros padres en la tierra de Egipto”, estamos de hecho, enseñando a nuestros hijos una “foto” de sus abuelos, de la primera generación que tuvo el mérito de recibir la Torá en el Monte Sinaí.
Durante dos años yo tuve el mérito de estar en el Seder en Jerusalén en la casa de un rabino muy famoso e importante. Este rabino empieza el Seder de una forma muy bonita: él llama a todos sus nietos menores y les dice así: “ustedes ya saben que yo vine de Hungría, pero lo que ustedes no saben es que igual que ustedes tienen un abuelo, yo también tenía un abuelo, que por su turno también tenía un abuelo. ¿Saben ustedes donde vivía el abuelo del abuelo del abuelo de mi abuelo? ¡En Egipto! Ahora siéntense todos y escuchen bien la historia que les voy a contar, pues esta es la historia de nuestros abuelos en la tierra del Egipto.”
Nuestros patriarcas quisieron dejarnos un regalo, algo para que jamás nos olvidemos de nuestro origen y de nuestros valores. Ellos nos regalaron un “álbum de familia”, la Hagadá de Pésaj. Si ustedes quieren también dar algo eterno a sus hijos, enséñenles este álbum, pues según la riqueza de detalles que podamos enseñar a nuestros hijos, así conocerán y valorarán nuestro origen y nuestros valores. Recuerdos son eternos, y así es la noche de Pésaj.
Le Shana Habaa Be Yerushalaim Habnuya
Jag Kasher ve Sameaj
Fuente: centrokehila.org