Creo que es hora de que alguien tome las cosas en sus manos y busque una solución permanente para los habitantes del sur de Israel, una solución que traiga tranquilidad a nuestras comunidades y familias. No es mucho pedir.
Como alguien que nació y que ha vivido toda su vida en el sur de Israel, no tuve más remedio que acostumbrarme a la torcida realidad que trastorna mi vida. La misma realidad que me paraliza de miedo cada vez que me subo a mi auto porque estaré indefensa si suena la alarma. Debido a esta realidad pienso dos veces antes de tomar un baño. Es una realidad deprimente.
Durante muchos años, en el sur no hemos sabido lo que es tener una rutina normal. En cambio, tenemos cohetes, globos atados a explosivos y, de vez en cuando, un alto al fuego. Luego todo comienza de nuevo. Es una pesadilla.
Cuando un cohete cayó “accidentalmente” por primera vez en el centro de Israel, debo confesar que estaba un poco contenta. Me dije a mí misma, “ahora sí va a terminar”.
Pero cuando un cohete cae incluso “accidentalmente” en el centro de Israel, se convoca a una reunión urgente del gabinete, hay transmisiones de noticias en vivo por la noche, pensamientos y oraciones para las personas afectadas y el ejército despliega unidades.
Esta semana me horrorizó la destrucción causada por el cohete que hizo impacto en una casa del Moshav Mishmeret.
Fue milagroso que nadie resultara gravemente herido.
Pero estoy cansada de orar para que sucedan milagros. ¡Quiero acción!
Y cuando los cohetes volvieron a caer en el sur, como se esperaba, nunca tuvimos la misma reacción.
En realidad, a nadie le importa que los residentes del sur corran constantemente a los refugios, ni siquiera la ministra de Cultura, Miri Regev, quien dijo: “¿Y qué si Ashkelón está bajo fuego?”
Entonces, ¿cómo se supone que debo sentirme ahora? Mis padres vinieron a este país por sionismo y ahora están teniendo dudas sobré qué pasará después de las elecciones.
Creo que es hora de que alguien tome las cosas en sus manos y encuentre una solución permanente para los habitantes del sur de Israel. Una solución real que traiga paz a nuestro pequeño rincón del mundo. No creo que sea mucho pedir.
Adar Gandelsman es residente de Ashkelón y Miss Israel 2017.
Fuente: Ynet