Rab. Jonathan Sacks – Si en dos semanas da la casualidad que usted transite una zona judía dentro de su ciudad, o se acerca a alguna sinagoga, no se sorprenda de ver a niños disfrazados yendo de casa en casa llevando regalos y adultos tomando alcohol. La razón para ello es que estaremos celebrando Purim, la festividad más ruidosa y exuberante de todas las festividades judías.
Conmemora la historia del libro de Ester, cuando Hamán, un alto funcionario del Imperio Persa, convenció al rey Asuero de emitir un decreto en favor del aniquilamiento de todos los judíos; jóvenes y viejos, hombres, mujeres y niños, todos en un solo día: dio la garantía a un genocidio. Gracias a la astucia de Mordejai y la valentía de Ester, el decreto no se efectuó y desde entonces celebramos el día leyendo la historia, teniendo fiestas, dando a los pobres y compartiendo comida y regalos con amigos.
Esto solía causarme confusión. ¿Por qué tanta euforia al sobrevivir una tragedia que apenas fue vislumbrada? Puedo entender el alivio, pero ¿transformar el día en un carnaval sólo porque todavía estamos aquí?
Lentamente, sin embargo, empecé a entender cuánto dolor ha habido en la historia judía, cuántas masacres y pogromos a lo largo de todas las eras. Los judíos tuvieron que aprender a vivir con el pasado sin ser traumatizados por él. Entonces el día en que enfrentaron y escaparon al peligro más grande de todos lo convirtieron en un festival de dicha incontenible, un día de disfraces y bebida, para expiar el miedo, vivir a través y más allá de él y regresar a la vida, sin ser perseguidos por los fantasmas de la memoria.
Purim es la respuesta judía a una de las preguntas más grandes de la humanidad: ¿cómo vives con el pasado sin ser cautivado por él? Nuestra religión es una religión de la memoria, porque si olvidas el pasado te encontrarás repitiéndolo. Al mismo tiempo, es una fe orientada hacia el futuro. Ser judío es contestar la pregunta “¿Ha llegado el Mesías?” con las palabras “Aún no.”
Existen tantos lugares en el mundo hoy donde tragedias antiguas siguen siendo revividas, como si la historia fuera la rueda de un hámster; no importa que tan rápido corramos nos encontraremos de regreso en donde empezamos. Purim es una forma de decir: recuerda el pasado, pero después mira a los niños, celebra con ellos y por su bien pon el pasado a tu espalda y construye un mejor futuro.
Fuente: Rabbi Sacks Online