Ricardo tiene 49 años y vive con su esposa en el norte de Maracaibo, una de las ciudades más afectadas por el apagón en Venezuela que comenzó el jueves.
La noche del sábado es la tercera que atraviesan sin luz.
«Los venezolanos hemos aprendido a ir sorteando todas las cosas que se nos van presentando, pero esto ha sido bastante fuerte» dice por teléfono (que pudo recargar en el auto).
Cuando comenzó el apagón, que afecta a casi la totalidad del país, «estaba en mi trabajo, pensamos que era un simple bajón de electricidad, uno de los miles que hay a cada rato», cuenta.
Pero esta vez fue distinto.
¿Por qué se cortó la luz?
Venezuela continúa a oscuras desde el pasado jueves por problemas en la central hidroeléctrica del embalse de Guri, en el sureste del país, una de las más grandes de América Latina.
Desde el gobierno dijeron desde un principio que este apagón se trataba de un«sabotaje».
El presidente Maduro afirmó el sábado que las subestaciones eléctricas habían sido atacadas con «el apoyo y la asistencia de Estados Unidos».
Por su parte, el presidente de la Asamblea Nacional, y líder de la oposición, Juan Guaidó, aseguró que los apagones son el resultado de años de poca inversión.
El secretario ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Industria Eléctrica de Venezuela, Alí Briceño, explicó que el problema eléctrico se originó porque «hubo un incendio de vegetación (en la zona de la central hidroeléctrica) que hizo que salieran de funcionamiento las 3 líneas de 765 kW, 2 por el calentamiento y la otra por sobrecarga», le dijo Briceño al diario El Nacional de Venezuela.
Y, según cuenta, no hay personal con conocimiento técnico para restablecer el suministro rápidamente.
Venezuela depende de su vasta infraestructura hidroeléctrica, en lugar de sus reservas de petróleo, para su suministro eléctrico nacional. Pero décadas de subinversión han dañado las principales represas, y los apagones esporádicos son comunes.
Cuestión de vida o muerte
El viernes, algunos hospitales vieron escenas caóticas cuando los familiares intentaron trasladar a los pacientes en la oscuridad a otras instalaciones médicas con generadores de energía de emergencia.
En el Hospital Universitario de Caracas, Marielsi Aray, paciente de 25 años, murió luego de que su respirador dejó de funcionar.
«Los médicos trataron de ayudarla bombeando manualmente, hicieron todo lo que pudieron, pero sin electricidad, ¿qué iban a hacer?», dijo su tío José Lugo.
Los generadores en un hospital de niños de Caracas fallaron y el personal trabajó durante la noche usando sus teléfonos móviles para la luz, según informaron medios locales.
Mientras tanto, este sábado miles de personas salieron a protestar en todo el país en reclamo del restablecimiento del servicio.
La búsqueda del hielo
Maracaibo está ubicada en el noroeste de Venezuela, a orillas del mar Caribe y su temperatura supera en marzo los 35 grados.
Ricardo cuenta que empezó a preocuparse el viernes porque «esto ya no era de los apagones normales».
«Me empecé a preocupar por los alimentos de la nevera, así que decidimos buscar las cavas (neveras portátiles). Vamos a buscar hielo para refrigerar, dije. Ahí empezó la odisea», cuenta.
Primero se enfrentó a las largas fila para pagar en los supermercados en los que pudo encontrar hielo, y que cuentan con generadores eléctricos.
El corte de electricidad afecta también a los puntos de venta, los sistemas electrónicos para pagar con tarjeta, a los cajeros automáticos, al servicio de internet y al suministro de agua, porque las bombas de los tanques de los edificios necesitan energía.
Pero si tienes efectivo y más si cuentas con dólares, conseguir hielo es un poco más fácil, coincide Miguel, un contador que también vive en Maracaibo.
Y el hielo no solo es esencial para conservar alimentos sino también para algunas medicinas, como la insulina, que la necesitan los enfermos de diabetes para sobrevivir.
Una bolsa de hielo de unos 4 kilos se puede llegar a pagar hasta US$10, dice Miguel , en un país donde el salario mínimo en Venezuela es de US$5,45, según estimaciones del economista y diputado venezolano José Guerra.
Ricardo cuenta que el viernes pudo comprar dos bolsas a US$4, pero que el sábado no encontró por ningún lado.
Mientras el hielo se derrite, con su familia ya armó un plan para salir el domingo a buscar más (ofreciendo dólares).
¿Y cuándo se acabe el hielo?, le pregunto.
«No sé. Ni idea. Cocinar todo lo que podamos y lo que se dañe habrá que botarlo».
«No hay esperanzas. No sabemos nada, no nos dicen nada. Cada quien se empieza a preparar por si esto se prolonga por más tiempo«, dice resignado.
fuente:bbcmundo