La de Trump y Trudeau es a primera vista, es una relación que no parece tener mucho futuro.
El primer ministro canadiense Justin Trudeau es el ídolo de progresistas y «millennials» de todo el mundo.
El presidente estadounidense Donald Trump es el objeto de fascinación de nacionalistas y ultraconservadores en todo el planeta, especialmente los de mayor edad que no están contentos con el rumbo que ha tomado el mundo en décadas recientes.
Los dos dirigentes norteamericanos se encontraron en Washington este lunes en su primera reunión desde que Trump asumió el poder y, más que las diferencias, los mandatarios buscaron puntos en común, que son más fáciles de encontrar que lo que uno podría pensar.
Economías complementarias
En la manera de entender el mundo de Trump, Canadá no es una amenaza económica para Estados Unidos en la misma escala que lo es China o incluso México.
Millones de empleos estadounidenses se han perdido al haber sido exportados a esas dos naciones, que pueden competir con sueldos mucho más bajos en los sectores manufactureros que alguna vez dominó Estados Unidos.
Canadá es un caso distinto. Es una economía más complementaria que competidora frente a la de Estados Unidos.
Los sueldos industriales canadienses son similares a los estadounidenses, por lo que no hay el mismo incentivo para que las industrias partan hacia allá, pese a que Canadá, al igual que México, es parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), y puede exportar sin aranceles a Estados Unidos.
Buen negocio
En realidad, Estados Unidos tiene un uperávit comercial con Canadá de US$11 millones, opuesto a los enormes déficits que mantiene Washington con Pekín y México.
Tampoco existe, por supuesto, entre Estados Unidos y Canadá el problema migratorio que Trump convirtió en bandera de campaña electoral.
Además, Canadá es un importante exportador de energía. Es el principal proveedor de petróleo a Estados Unidos. Cada año le vende US$70.000 millones en combustibles minerales, su mayor producto de exportación.
Y en ese sentido, a Canadá le puede servir un presidente como Trump que tiene menos reparos a la hora de facilitar el desarrollo de la infraestructura de energía, pese a los efectos ambientales.
El ejemplo más claro de esto se ve, por supuesto en el oleoducto Keystone XL, que debe llevar petróleo canadiense al sur.
Aplazado en numerosas ocasiones por el anterior gobierno de Barack Obama, el oleoducto fue aprobado ya por el gobierno de Trump.
Y siendo Canadá una potencia minera que obtiene grandes recursos de las operaciones de sus multinacionales en el extranjero, particularmente en América Latina, al final esas firmas se beneficiarían de un ordenamiento internacional auspiciado desde la Casa Blanca en el que las preocupaciones ambientales perdiesen peso.
¿Traición?
Así, el problema de Canadá con Trump no es el mismo que el de México. Basta recordar que mientras los índices bursátiles mexicanos sufrían con la llegada del magnate a la Casa Blanca, esos mismos índices en Canadá han florecido en la era Trump.
Esta realidad le producirá, sin duda, inquietudes ideológicas y políticas a Trudeau, quien ha basado su carrera en proyectar una imagen de simpatía a causas liberales.
Por eso, la popularidad del primer ministro canadiense puede verse afectada si ofrece la apariencia de traicionar esos ideales para ganar el favor de Trump o para obtener beneficios para sus empresas en el «nuevo mundo» que surgió después de las elecciones estadounidenses.
Por eso, aseguran analistas, Trudeau tendrá que tener cuidado a la hora de hacer énfasis en los beneficios mutuos de proyectos de infraestructura y otros puntos en común con Estados Unidos.
«Los canadienses, que generalmente tratan con precaución a su poderoso vecino al sur, también quieren que Trudeau se muestre firme y deje en claro que Canadá va a defender sus posiciones», asegura Jessica Murphy, corresponsal de la BBC en Toronto.
El NAFTA
Igualmente, Canadá tiene alicientes para buscar que no se desintegre el NAFTA, un escenario que no sería tan devastador para Ottawa como lo sería para México, pero que igual causaría problemas en sectores de la economía canadienses fuertemente dependientes del comercio binacional, como es el caso de la industria automotriz.
La reunión de Trump y Trudeau este lunes es apenas el comienzo ceremonial de conversaciones entre Estados Unidos y Canadá sobre las relaciones económicas entre los dos países, LO que sin duda generará gran atención en Canadá.
Pero que a diferencia de lo que pasa en México y Pekín, en Ottawa probablemente ven con menos ansiedad el posible impacto de la llegada al poder de Trump, que al menos en algunas circunstancias, puede ser beneficioso
fuente:bbcmundo